Los meses van pasando y cada día tengo un poquito más de miedo por lo que está por llegar. A mí llamadme exagerada si queréis, pero creo no estar preparada para todo el nuevo universo que nos toca afrontar con el inicio de la etapa escolar de mi pequeñaja. Porque si ya la maternidad y la crianza son una locura por sí mismas, ¡ay lo que llega cuando toca ir al cole!

Los grupos de Whatsapp con otros papis y mamis, las reuniones con los profesores, las actuaciones escolares… y ahora también los ya famosísimos regalos de fin de curso. Porque yo que no estaba nada puesta en este asunto, he descubierto que es ya una tradición impuesta que cada profesor reciba un regalito por parte de sus alumnos. Y yo pienso ‘pues muy bien, un bonito detalle‘, pero entonces me explican que de pequeño detallito nada, que esto va mucho más allá.

Y lo genial de todo esto es que esta vez he dado con testimonios y ‘quejas’ tanto de un lado como del otro. Vamos, que tengo en mi poder la opinión de los que adoran regalar cuanto más mejor, de los que pasan ampliamente de regalitos y también de los profesores, que al fin y al cabo son los protagonistas de toda esta historia.

En el primer punto están esos padres y madres que dan el paso a la hora de comprar el famoso regalo. Este grupo pasa de manualidades, de dibujos hechos por sus hijos o de nada que no implique gastar la pasta. Que si pulseritas de Pandora con sus charms, que si placas de plata o escapadas de fin de semana… Ellos se apoyan en que quieren agradecer personalmente que hayan tratado tan bien a sus hijos durante todo el año y que de alguna manera se lo tienen que hacer saber a los maestros. Y yo me pregunto, si ese es el motivo de peso ¿por qué no le haces tú mismo el regalito firmando con tu nombre?

En el extremo opuesto están las familias que se bajan de estos regalos a la primera de cambio. Bien por considerarlo un despropósito o simplemente porque no lo ven adecuado. Debo apuntar que he recibido un buen surtido de mensajes de madres algo cansadas por esta nueva moda. Os voy a regalar uno de estos comentarios porque no tiene desperdicio…

‘Llegábamos al mes de junio y un buen día en el grupo de Whatsapp de la clase de mi hijo se empezó a hablar del detalle para la profesora (importante señalar que les había dado un año de clase, que ni un ciclo completo fue). Algunas propusimos que cada niño imprimiese una flor para colorear, la que ellos eligieran, y la firmaran para dárselas todas el último día de clase. Un par de días después esa flor de papel se convirtió en una de verdad, que cada alumno comprase en una floristería una flor que le gustase. Aceptamos, no era mala idea y tampoco era un desembolso inmenso.

Unos días después resultó que cada flor de su padre y de su madre no, que mejor todos con la misma pero del color que cada niño quisiera. Y vamos, que de este modo el regalo terminó siendo un ramo de flores carísimo (que al final fue a comprar una mamá, no los niños) y una Wonderbox de escapada con spa (esto no tengo todavía muy claro por qué). Desde ese año no participo en ningún regalo, no quiero ni escuchar propuestas, me niego.’

Y, por supuesto, están ellos, los maestros, los profes. Esos que a día de hoy se han cansado de repetir que los regalos materiales son completamente innecesarios, que ellos valoran muchísimo más una carta o un dibujo de sus alumnos. Una fotografía en un momento especial o sencillamente un ‘gracias‘ sincero. Todavía no he dado con ningún profesional de la enseñanza que reclame lo suyo al final de curso, y juro que si algún día lo hago, responderé con mala cara y fiándome poco de sus dotes para la docencia.

Quiero pensar que hay más gente en este mundo que ve el absurdo en regalarle a un profesor una placa de plata año tras año. Realizad el recuento de plaquitas a lo largo de su vida laboral. ¿Lo veis? Sí, ese profesor va a tener que destinar toda una habitación para lucir orgulloso cada trofeo. Antes las placas conmemorativas se otorgaban cuando te jubilabas, ahora te toca una cada vez que logras terminar el curso sin percances importantes. Todo muy lógico.

¿Mi opinión al respecto de todo este ‘guirigay‘? De todo hay, por supuesto, pero visto lo visto tengo la ligera impresión de que una vez más queremos aparentar delante de todo el mundo. ¿Es que acaso los profesores no tienen sus nóminas, no cobran por su trabajo? ¿por qué premiarles que lo hagan bien? Es lo suyo, ¿no?. Puedo llegar a entender una fotografía enmarcada, o unas palabras de agradecimiento personal, pero una pulsera,un viaje o unos pendientes… lo siento pero no.

Y lo peor de todo esto no es el materialismo que una vez más les estamos enseñando a nuestros hijos, sino que ya se están dando situaciones tremendamente deplorables hacia familias que no quieren ser partícipes en los regalos de marras. Casos tales como ‘ah, ¿qué no quieres poner dinero para la bata cosida con las fotografías de los niños? Pues le borramos la cara a tu hija en cada imagen y verás lo mal que vais a quedar‘ (verídico). Después nos tiraremos de los pelos hablando del bullying, de niños que no saben respetar e imponen su ley.

Mucho me temo que de aquí en un año voy a tener mucho que contaros. Ya estoy temblando, amigas.

Mi Instagram: @albadelimon