La boda… Ese día soñado por muchas y repudiado por otras.

Pero hoy vamos a centrarnos en ese ancestral rito que supone consumar en la noche de bodas.
Antes llegábamos castas y puras a esa noche, pero hoy en día… ¡Decidme que nadie lo hace y todas probáis el producto antes de comprarlo!

Como opiniones hay en el mundo, emociones diferentes puede sentir cada mujer por su boda.
Las hay que lo hacen como un mero trámite administrativo, las que lo hacen solo por vivir la fiesta con los suyos, las que lo consideran el día más importante de su vida, las clásicas, las modernas, las protocolarias o las originales.
Sea como sea, todas viven ese día como desean pero a todas les llega al acabar el mismo su noche de bodas.

Habrá muchas ilusas que sueñen con entrar en la suite nupcial en brazos de su pareja, recorrer un pasillo marcado con pétalos de rosa que sucumban en forma de corazón sobre la cama.
Brindar con el champán colocado en una mesita auxiliar que acompañarán con fresas bañadas en chocolate.
Mientras dejan a su pareja disfrutando del trago, ella irá al baño, se quitará su vestido de novia y saldrá con la lencería más sexy del universo con liguero.
Se lanzará a la cama dispuesta a tener la noche de sexo más apasionante que recordará en su vida.
Su primera noche como marido y mujer.

¡JA! Tú flipas amiga.
Siento ser yo la que te lo diga, es más, siento ser yo la que te lo diga sin haberme casado siquiera.

Pero… no tengo NI UNA SOLA AMIGA que se haya casado y haya follado en su noche de bodas… ¡NI UNA!

Yo que me casaba este verano (y que sabéis que tengo un problemita con aquello de querer tener todo bajo control) vino el bicho esté a joder fastidiar mis planes por completo, por lo que para contaros mi experiencia tendréis que esperar.

Pero en base a mis ansias de conocer todos los aspectos posibles de lo que pueda vivir, me dispuse a hacer un estudio de mercado entre mis amigas desposadas para saber cómo habían vivido en primera persona esa noche.

La respuesta es la misma sea quien sea la entrevistada; tradicionales, modernas, religiosas, ateas… En todos los casos fue el mismo resultado: la noche de bodas no fue consumada.

Vamos a partir de una base, y es que los nervios cansan.
Cansan más que correr una maratón, y creo que si hay algo que se vive ese día son nervios, bonitos, pero nervios al fin y al cabo.
Emociones a flor de piel todo el día (que agotan aún más), y ya no te cuento si te casas de mañana… el madrugón que te pegas para estar reluciente en tu gran día.
Abrazos, llantos de felicidad, besos, bailes y copas. Solo leerlo cansa.

A la hora de retirada de la nueva pareja casada de su gran fiesta, el escenario que antes describía como expectativa soñada se convierte en otra realidad vivida:

No entras a brazos de tu pareja por la puerta porque está tan cansado que no puede ni con su alma como para poder con la tuya y tu cuerpo.
Ni os fijáis si hay un pasillo de rosas porque lo único que queréis es teletransportaros a la cama.
No os apetece ni una copa más de champán porque ya os habéis bebido hasta el agua de los floreros.
De las fresas ni hablamos, que lleváis todo el santo día comiendo. Que si aperitivo, que si comida con 50 platos, postre, y por si era poco “recena” en la barra libre.
¿Y lo de quitarte el vestido? ¡JA! Qué ilusa si creías que podías hacerlo sola…
Pero vamos a ver… ¿Cuántas personas necesitaste para ayudarte a ponértelo? Pues para sacártelo tendrás suerte si lo consigues con la sola ayuda de tu pareja.
Si es que no acabas durmiendo con él puesto y esperando que mañana venga mamá a sacártelo.
Y la lencería sexy… si fuiste capaz de llevarla durante el día: mis dieses, porque la mayoría opta por ropa interior cómoda y aunque intentes que sea bonita lo importante es que se ajuste al vestido.

En fin, en algo coinciden todas ellas, y es que la noche de bodas está sobrevalorada. Nadie folla en su noche de bodas, y si eres de las que sí lo ha hecho CUÉNTANOS CÓMO HA SIDO Y CUÁL ES EL TRUCO.

Pero también coinciden en otra cosa… y es que acabáis de comenzar “el resto de vuestras vidas”.
Y teniendo en cuenta que esa noche no vais a descubrir un universo nuevo… no importa que todas las energías que poseéis se agoten en disfrutar al máximo del día de boda con los vuestros, que eso (si todo va bien) sí que no volveréis a vivirlo.

Y pensándolo bien… seguro que por la mañana las pilas están un poco más cargadas y… ¿Quién dijo que la “noche de bodas” no podía convertirse en la “mañana postbodas” y ser aún más inolvidable?

Y si no… siempre os quedarán por delante quince maravillosos días de lunas de miel.
Y ahí sí que podréis hacer “Que todas las noches, sean noches de boda, que todas las lunas, sean lunas de miel”.

Marta Freire