Cuando te conviertes en madre, sientes que un pequeño ser humano depende de ti y todo lo que tienes se lo das: tu tiempo, tu salud, tu vida y también tu dinero. Desde que mi hijo está en el mundo, todos mis ahorros me los gasto en él. Es más, no desde que está en el mundo, desde el momento en el que me enteré de su llegada, ya comencé a comprar cositas para el bebé que estaba por llegar.

Desde el embarazo, empecé a dejar de lado mis caprichos y necesidades para cubrir las del bebé. Primero compras algún body con una frase molona, ropita que te ha gustado mucho, y unos meses antes de la fecha prevista para el parto viene el gran desembolso: cuna, carro, bañera, cambiador y un millón más de complementos. Mientras tú, te compras algún pantalón de premamá porque los tuyos no te entras, y dos o tres camisetas para ir tirando, y si puedes lo compras de segunda mano para gastar menos, o aprovechas la ropa de embarazada que te ha dejado tu amiga que fue mamás hace poco, total sólo son unos meses de embarazo.

cuna

Cuando nace, el sueldo se te va a ir en pañales, leche de fórmula, si no le das el pecho, y en ropa. Crecen tan rápido que a veces no te da tiempo ni a estrenar todo lo que le compraste para recién nacido. De repente tiene seis meses y te toca renovar todo su armario porque tenías mucha ropita de 0 a 6 meses y casi nada para cuando fuera más grande.

Cuando llegan a una edad en la que empiezan a interactuar más, pues ya te vuelves loca en las tiendas de juguetes. Y esto ya dura mínimo hasta la adolescencia, ves un juguete, juego o libro que le puede gustar, pues se lo compras.

Yo no lo hago de forma consciente, voy a ver ropa para mí porque a veces me hace falta algo, y no sé cómo, pero acabo comprando ropa para él. Me pasa lo mismo con todo, no sabéis el tiempo que llevo pensando en apuntarme a un gimnasio, pero siempre acabo pensando que ese dinero lo puedo destinar a otra cosas mejor, como son actividades extraescolares de mi hijo. Yo no voy al gimnasio, pero mi hijo va a inglés los martes y jueves, a karate lunes y miércoles, y a fútbol los sábados por la mañana.

Con el ocio nos pasa lo mismo. Ni me acuerdo de la última vez que fui a un teatro, sin embargo, para gastarme medio sueldo de un mes en el Bonoparques, si me salen las cuentas. Nuestros domingos últimamente los pasamos en el Zoo, el Parque de Atracciones o la Warner. Las cervezas con los amigos, salir a cenar con mi marido… todo eso se acabó porque ahora tengo que gastarme ese dinero en parques de bolas.

Con las vacaciones pasa lo mismo, buscas un destino adecuado para los niños, un hotel con piscina, y si tiene actividades para peques, mucho mejor. Ya no piensas en sus gustos, piensas primero en los suyos.

Y es que las madres somos así, nos cuesta gastar dinero en nosotras, todo nos parece caro y un gasto innecesario, pero para nuestros retoños cualquier cosa es poco. Hay estudios que dicen que un hijo hasta cumplir los 18 años te va costar cerca de 100.000€ y no van desencaminados. Un hijo es un gasto y va a tener un impacto económico en tu vida, pero un gasto que sumirás, sin duda, con todo el gusto y toda la alegría del mundo.