Rompiendo estereotipos: Discapacidades invisibles

¿Qué hay más jodido que tener discapacidad?: Tener algún tipo de discapacidad no visible a simple vista. 

Asumimos como discapacidad la imposibilidad de realizar ciertas actividades y la dificultad de relacionarnos con el entorno que nos rodea. Cuando te falta alguna parte del cuerpo, cuando llevas un aparato que indica que necesitas ayuda o un animal de servicio es fácil asumir que esa persona necesita ayuda. No obstante, reclamar tus derechos se convierte en un calvario cuando aparentemente no hay nada que indique que no puedes.

Sufrir alguna discapacidad invisible es muy jodido pues la mayor parte del tiempo tienes que estar justificando ante los demás, incluso ante desconocidos (sobre todo ante desconocidos) tus derechos como persona con discapacidad. Personas en el espectro autista, personas con sensibilidad al ruido, personas con Crohn, personas con enfermedades deteriorantes, con alergias alimenticias… Son personas incapaces de realizar ciertas actividades calificadas como “normales”. Shati, que no lo veas no significa que no exista. Para personas como yo, es un calvario la inclusión.

Odio el transporte urbano. En el metro, en los trenes o en los autobuses necesito ir sentada. Ya os imaginareis cuando entra una señora doblándome la edad en el transporte público. La de veces que me han rifado por ser desconsiderada y no cederle el asiento a una persona mayor que yo, a una embarazada o a una mujer con un niño pequeño. Es que claro, señora, a mí me encanta que me pongan la cara colorá’, es más me he sentado aquí solo por joderla a usted.

Las discapacidades invisibles son una realidad, afortunadamente se está hablando cada vez más sobre las mismas. Sin embargo, todavía estamos a años luz de la existencia de una aceptación unánime. Estamos lejos de la aceptación de las discapacidades convencionales, imagina aquellas que no son notables a priori

En 2016 apareció en Gran Bretaña la asociación llamada Hidden Disabilities Sunflower la cual lucha por la visibilización de las discapacidades invisibles. Una de sus iniciativas es la creación de unas credenciales donde se puedes leer cuáles son las limitaciones de persona que las lleva y, por ende, dicha persona tiene discapacidad. Es una tarjeta que te cuelgas al cuello cuando viajas o cuando estás afuera de tu entorno para que otras personas entiendan que tienes limitaciones. En estas tarjetas se especifica mediante símbolos lo que necesita esa persona en cuestión. Por ejemplo, si necesita estar sentada, si necesita ayuda con las escaleras, si no puede levantar peso… También aparecen números de teléfono en caso de emergencia médica o cómo proceder. 

Con el paso de los años, la iniciativa se ha extendido por otros países europeos, a América del Norte y a los Emiratos Árabes. La asociación se centra, sobre todo, en facilitar la experiencia de las personas con discapacidad invisible en los aeropuertos y en el transporte público en general. No sé si va a llegar a España o a países latinoamericanos; lo que sí sé es que es una muy buena iniciativa y está teniendo muy buena acogida.

Os podréis hacer una idea de la frustración y de la impotencia que sufrimos en nuestro día a día. Muchas de ustedes seguro que sabéis de lo que hablo. Por eso mismo, no hay mejor remedio que visibilizar lo invisible. Mari, si me lees y me entiendes, habla en alto. No tienes que sufrir ningún tipo de discapacidad para ayudarnos a nosotras las invisibles no capaces a correr la voz y a luchar por nuestros derechos, se llama empatía. 

Ana Scobey Garralón