Dormir en camas separadas ha salvado mi matrimonio

 

Si hace quince años alguien me hubiera dicho que mi marido y yo acabaríamos durmiendo en habitaciones independientes, me hubiera echado a llorar.

Porque eso significaría que mi relación se había roto. Que estaba caput. Que mi marido y yo ya no nos queríamos. ¿No es cierto?

Pues no, no lo es.

Solo que, por aquel entonces, yo también pensaba que una pareja que se quiere duerme en el mismo colchón.

La verdad es que esa creencia me acompañó hasta hace relativamente poco. Hasta que, tras algunas reticencias e incluso algo de vergüenza y reparo por lo que podían pensar aquellos que lo averiguaran, mi marido y yo decidimos probar a dormir en dormitorios distintos.

Y, ahora que ha pasado un tiempo, puedo decir con total seguridad que dormir en camas separadas ha salvado mi matrimonio. Además de haber mejorado nuestra salud física y mental.

Dormir en camas separadas ha salvado mi matrimonio
Foto de Ketut Subiyanto en Pexels

A ver, es genial dormir juntitos. Abrazarse, acariciarse, sentir piel con piel… Pero, seamos sinceros, también tiene sus cosas negativas.

Los ronquidos, los movimientos de colchón, los robos de mantas, las toses, los me levanto al baño, los despertadores por duplicado, etc.

Confesaré que yo era feliz cuando mi marido salía unos días de viaje por trabajo.

La perspectiva de dormir unas cuantas noches en diagonal, alternando los dos lados de la cama, sin ronquidos… Era algo así como unas minivacaciones.

Y para mi marido más, que a lo de dormir a sus anchas le sumaba el no tener que encargarse de los niños y él sí que podía dormir del tirón.

Sin embargo, pese a que los dos éramos más que conscientes de lo bien que dormíamos por separado, ninguno se atrevió a proponerle al otro hacerlo también en nuestra propia casa.

De hecho, no descubrimos esta maravilla hasta que, a mediados de 2020, di positivo en covid y, por tanto, tuve que aislarme de mi familia para evitar ponerlos en riesgo.

Yo me quedé en nuestro dormitorio, mientras que mi marido se trasladó a la habitación de juegos de los niños.

Cuando finalizaron las dos semanas de asilamiento, mis hijos recuperaron ese cuarto y mi marido volvió a nuestra cama, ya era demasiado tarde.

Los dos sabíamos que nuestro descanso, juntos, era menos descanso que por separado.

Dormir en camas separadas ha salvado mi matrimonio
Foto de Andrea Piacquadio en Pexels

Así que, cuando los dolores de espalda de mi marido regresaron también, el pobre me dejó caer la propuesta, como quien no quiere la cosa.

Dormir en camas separadas ha salvado mi matrimonio

Y mira, chica, acepté antes incluso de que terminara de proponerlo.

Desde entonces nos encontramos mejor y nos llevamos todavía mejor. ¿Por qué?

Por lo siguiente:

 

  1. Adiós a los dolores de espalda. Mi marido necesitaba un colchón duro, yo uno blando. Juntos teníamos uno de estos que se suponen que se adaptan al cuerpo y blablá, que en realidad a mí me venía bien, pero a él no. Se ha comprado uno que cumple sus requisitos y el tío está como nuevo.

 

  1. Calidad del sueño. A mí me encanta leer un poco antes de dormir. Mi marido es más de acostarse temprano y planchar la oreja sin más. Yo me pongo el despertador justo a la hora a la que debo levantarme. Él lo pone cuarenta y cinco minutos antes (¡cuarenta y cinco!) y lo dejar ir sonando cada cinco minutos hasta que se tiene que levantar. Desde que dormimos separados, cada uno puede dormir cuando quiere, leer cuando quiere, bajar la persiana del todo, dormir con la ventana abierta, ponerse la radio si tiene insomnio, levantarse al baño o lo que sea, sin molestar a nadie. Y cómo se nota. En serio, dormir acompañado puede estar bien, pero dormir solo y descansar despatarrado es otro nivel.
Dormir en camas separadas ha salvado mi matrimonio
Foto de Karolina Grabowska en Pexels
  1. Más vida sexual. Al principio ambos pensábamos que, con esto de estar en dormitorios diferentes, acabaríamos dando la estocada final a nuestra vida sexual, ya de por sí un poquito mermada por la rutina y esas cosas. No podíamos estar más equivocados. Resulta que ahora nos buscamos más. Mucho más. Es que hasta le busco yo a él, cosa que raramente ocurría. Se ve que nos echamos de menos, que, de alguna manera, al no tener al otro siempre ahí al lado, nos da por ponernos juguetones más a menudo. De modo que viene él, o voy yo, y dormimos juntos después. O no. Lo que nos apetezca. Lo cual es genial a un nivel que no habíamos imaginado.

Dormir en camas separadas ha salvado mi matrimonio

  1. Nuestro espacio. Conforme pasaron las semanas y vimos que no había más que ventajas, abandonamos la provisionalidad de la medida, dijimos adiós al cuarto de juegos que los niños apenas usaban ya, y mi marido se montó un espacio a su imagen y semejanza. Su armario con pantaloneras y corbateros, su tocadiscos, su estante para los vinilos… Llevábamos tanto tiempo viviendo en una casa en la que todos los espacios eran, o bien comunes, o bien territorio de nuestros hijos, que no nos dábamos cuenta de lo que añorábamos tener un espacio propio. Una vez él se hizo con el suyo, yo pasé a la acción e hice lo mismo con el que había sido de ambos y ahora era MÍO. Por fin tengo el dormitorio cuqui con un rinconcito de lectura más cuqui aún que siempre había soñado. Y no solo nos hemos hecho con nuestro espacio, es que no sé cómo lo hemos logrado, pero también somos capaces de sacar momentitos para usarlos.

Nosotros nunca hemos sido de los que se meten en la cama y charlan un rato sobre cómo les ha ido el día, pero, desde que dormimos separados, hasta nos comunicamos y nos tratamos mejor.

Vale que no nos vamos a la cama juntos y que no nos abrazamos por las noches (cuando dormíamos sobre el mismo colchón tampoco lo hacíamos), sin embargo, ahora solemos hablar un ratito antes de que uno de los dos se vaya a su cuarto. Nos deseamos un buen descanso y nos despedimos con un beso. Pasamos la noche juntos cuando nos apetece (lo cual sucede más que antes) y, como bonus, hemos incorporado las mañanas de arrumacos y remoloneo cuando uno se despierta temprano el fin de semana y va a meterse bajo las sábanas calentitas del otro.

Vamos, que dormir en camas separadas ha salvado mi matrimonio de una desidia y un desgaste de los que ni siquiera nos habíamos dado cuenta.

Yo se lo recomiendo a todo el mundo.

 

María R.

 

Envíanos tus vivencias a [email protected]

 

 

 

Imagen destacada de Ketut Subiyanto en Pexels