Hola, soy Lucía Lodermann, seguramente me recordarán por artículos como «Yo no quiero un novio, sólo quiero más zapatos» o «Estoy salida como un balcón» (siempre quise decir esto…). Y hoy vengo a hablaros de que el invierno es muy malo para follar porque la gente sale menos (o al menos, yo). Eso de que la primavera, la sangre altera, mentira cochina. En invierno tengo menos vida social que Anna Frank, así que como no follo, estoy tan salida que tengo abiertas hasta las puntas. Mi vida sexual se resume en comer kinder buenos. Y aunque digan que el chocolate es sustituto del sexo, ningún kitkat os ha comido el coño, ¿verdad?

Pues por eso mismo, el día que sales, sacas a la Gloria Trevi que llevas dentro. Yo estaba demasiado perra para tener nada más que dos patas y decidí que esto lo solucionaba con alcohol y perdiendo las bragas en alguna discoteca.

Como no salía desde hacía dos meses, me pasé dos horas delante del armario pensando qué iba a ponerme.  Si abres el armario y sabes qué ponerte al momento, has fracasado como mujer. Lo dice la Biblia.

Cuando ya estaba vestida y maquillada como una de las Kardashian, me enfilé con mis amigas para un pub en el que el perreo mandaba sobre la pista. Y yo tampoco es que sea muy fan de Maluma, pero una vez borracha te bailo hasta una Sardana. Además conseguí que me acabasen poniendo Thalía y Mónica Naranjo.

En medio de la vorágina latina y gritando «vivo en Libertad«, se me acercó un rubio cachas de dos metros y ojos verdes y empezó a hacer el cortejo del baile. Bailaba tan mal que era adorable. Yo sólo podía imaginármelo con la música de fondo de «Pavo real» del Puma, aunque la que sonase fuese Mónica Naranjo. ¿Pero qué era aquello? ¿Se estaba acercando? ¿Quería ligar? Mis reflejos eran igual que los de una octogenaria conduciendo un 600. ¿Me notaría la desesperación? Estaba tan salida que el pelo me olía a lascivia. Mi almohada estaba en celo.

salida

Así que me aparté bailando disimuladamente buscando con la mirada a mis amigas. Y en el proceso, me choco con un moreno con una chaqueta de cuero que llevaba un casco de moto en la mano. Me pidió perdón pero yo quería que me pidiera el número de teléfono. Él también estaba buscando a sus amigos y nos fuimos juntos de búsqueda por el pub.

– Tienes cara de chica buena

– Las apariencias engañan

– ¿Entonces eres una chica mala?

– Tendrías que averiguarlo

– ¿Me dejas averiguarlo?

Y entonces allí de pronto apareció mi grupo de amigas, llamándome con la mano mientras hablaban con el rubio que me rumbaba antes. Y tuve que terminar la conversación con el moreno.

– De momento te vas a quedar con la duda

– Te espero en la barra por si me dejas que la resuelva.

Una de mis amigas saltaba con la emoción y yo no entendía qué estaba pasando.

– Lu, que has ligado tía. El rubio nos está diciendo que quiere que te presente.

– Ay Marta, que el moreno también quiere.

Y allá me hallaba yo, en vivo y en directo, cotejando con quién quería acabar la noche. Esto nunca me había pasado. Lucía, ¿en qué te has convertido? Soy como Renée Zellwegger, ya no me reconozco.

De pronto me había convertido en una prota de telenovela que tenía que escoger entre dos tíos. Dos hombres con un mismo destino: mi culo. Un rubio y un moreno. David Bustamante y Álex Casademunt. Ojalá hubiera barro.

Pero tenía que elegir. El rubio tenía pinta de ser empotrador, con esos aires nazis y esa forma tan patosa pero cuqui de bailar. Y el moreno parecía contar con experiencia y tenía esos ojos de chico malo que me vuelven loca. Estaba más indecisa que cuando abren una caja en la cola del súper. Pero ¿a quién pretendía engañar? Yo quería un motero que me diga que me quiere tanto como a su chupa y me cabalgue tanto como a su burra. Así que me fui con el moreno.

Me fui junto a él y nos empezamos a dar el lote. Yo estaba tan cachonda que podría hacer reventar Hiroshima y le dije que nos fuésemos a mi casa ya. Y una vez fuera, caminando hacia la moto, me suelta la mano en un momento, se separa de mí y se mete en la entradilla de un garaje.

– ¿¿Hola??

– Shhhh, ven aquí y no hagas ruido.

– ¿Qué pasa? ¿Que no haga ruido, por qué?

– Está viniendo una amiga de mi novia hacia aquí, espera a que pase.

¿Perdona? No me creo la vida… Porque yo estaría jugando a ser una chica mala, pero él era un capullo. Así que ahí lo dejé, escondidito en el garaje mientras me alejaba haciéndole el corte de manga.

Volví dentro con la esperanza de que el rubio siguiera esperándome, pero ya estaba hablando con otra chica. Puto karma. Si es que siempre escojo la cola del súper que más cola lleva. Así que sí, a veces cuando más cachonda y salida estás, que las bragas se te metan por el culo es lo más parecido al sexo que vas a tener esa noche.

 .
@LuciaLodermann
 .