Dramamá: La niñera que le quemó el pelo a mi hija

 

No sé a vosotras, pero a mí me cuesta horrores hacer planes sin mi hija. Supongo que es lo que tiene ser madre soltera que no cuenta con una amplia red de apoyo familiar. El caso es que tengo que hacer tantas cábalas y equilibrios para cualquier cosa adulta que planee, que la mayoría de las veces me rindo sin más.

No obstante, hasta yo tengo ganas de ver a esas amigas que me ayudan cuando debo ausentarme por algún tema de trabajo o alguna urgencia. Hay días en los que necesito salir y desconectar un rato. Hay días, pocos, pero los hay, en los que me apetece tener una cita. Y ese viernes tenía una. Hacía trece meses, dos semanas y tres días que no salía con un hombre. Así que acepté la ayuda de mi amiga, nos organizamos para que ella pudiera venir a casa para cuidar de mi niña y yo quedé con ese tío tan agradable y paciente al que ya le había dado capote en un par de ocasiones.

Estaba untándome de crema hidratante las ingles recién depiladas, cuando me sonó el teléfono.

Mi amiga no podía venir. No obstante, se sentía tan mal por que tuviese que cancelar la salida que, antes de llamarme, ya me había montado un plan B. En unos minutos se presentó en mi puerta la niñera que la sustituiría. Una chiquilla insultantemente joven, estudiante de magisterio, hija de unos amigos de toda la vida y muy muy de fiar. Si mi amiga se fiaba, supuse que yo también tendría que hacerlo. Por lo que después de someterla a un interrogatorio, disfrazado de charla banal, decidí darle el visto bueno.

 

Dramamá: La niñera que le quemó el pelo a mi hija

 

La cita iba a ser más corta de lo inicialmente planeado, pero bueno, al menos me aireaba un poco. Al terminar de cenar llamé a casa para ver cómo iba la cosa y la niña me dijo que lo estaban pasando muy bien. Que habían tomado la pizza que les había dejado en el horno y que ahora se estaban peinando y maquillando… Un clásico para mantenerla entretenida y feliz.

Como no estaba tranquila del todo y tampoco quería abusar, a las once y media de la noche me despedí de mi cita y me fui a casa. Al entrar noté que olía raro, como a quemado. Pero la chica me dijo que debía de ser del horno y a mí me encajó. Le di su dinero, le agradecí la disposición y se machó. La niña ya llevaba un buen rato dormida y, como tiene el sueño muy ligero, me asomé a su cuarto para ver que estaba bien tapadita y tal y me metí en la cama.

No veáis el susto cuando vino a mi cuarto a primera hora de la mañana. Con la cara hecha un cuadro impresionista a tope de color y purpurina. Sin embargo, que no se hubiera lavado la cara antes de acostarse no era lo peor. Lo peor era su pelo. Donde antes había bucles abiertos, sedosos y brillantes, ahora había mechones tiesos, secos y quebradizos.

Por lo visto, la chica había cedido a la presión de mi hija y le había alisado la melena para que le quedara igual que a ella. Y yo no sé si alguna vez había usado unas planchas para el pelo o no, pero, a juzgar por el resultado, no lo parecía. El bonito pelo de mi nena no estaba liso, estaba totalmente frito. ¿A qué temperatura se lo había planchado? ¿No se había dado cuenta del destrozo que estaba haciendo?

 

Dramamá: La niñera que le quemó el pelo a mi hija

 

Es que se rompía mientras lo peinaba. Incluso después de haberlo cubierto de aceite de oliva, tal como leí en internet. La llevé a la peluquería, donde le dieron un tratamiento hidratante que funcionó solo a medias. Hubo que cortar bastante y, aun con eso, su pelo sigue sin parecer su pelo.

Y yo sigo sin tener rollo porque se me ha quedado traumita y no voy a volver a dejar a la niña con nadie hasta que tenga edad para manejar las planchas por sí misma.

 

Anónimo

 

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