Mi hija hizo una amiga y casi termino en un intercambio de parejas

 

Es de sabiduría popular que los grupos de WhatsApp en general son un infierno. Pero hay un tipo concreto de grupos que estoy segura que sacan de quicio al mismísimo Gandhi. Cuando  crees que por fin has dejado atrás los dramas de instituto la vida te golpea con algo peor, los  dramas de padres. 

Mi pareja, mi hija y yo nos mudamos a una nueva ciudad, lo que significaba un nuevo cole. Ingenuos y emocionados elegimos el que pensamos que sería el mejor para nuestra niña, donde la participación de los padres tenía un papel muy importante. Pero justo después de hacer la  matrícula me sentí como el jambo de indiana jones elige el Santo Grial que no es. Ya es tarde, ya  has escogido amigo y ahora solo te queda joderte. 

Esa misma tarde me añadieron al grupo de clase del que salí 4 semanas más tarde. Todos los  días al salir de trabajar tenía mínimo 500 mensajes, discutiendo sobre los días que toca llevar lácteos para el recreo u organizando una de las cien mil actividades que eran tarea de los padres. Me daban ganas de gritar las sabias palabras de la Duquesa de Alba le gritó a los paparazzi:  

dejadme en paz SOY UN SER HUMAAAANO.  

Así que me salí y para las madres y padres del grupo me convertí en el mismísimo Casper. Casi les  costaba hasta saludarme cuando nos cruzábamos. Por estas razones mi hija apenas iba a  cumpleaños y fiestas varias. Hasta que un día una de las madres comenzó a hablar conmigo. 

Las niñas se habían hecho amigas y como ella tampoco se llevaba muy bien con la pandilla de  las animadoras, empezamos a quedar más a menudo. Hasta que una fatídica tarde en el parque  comenzó a sacar el tema de los intercambios de pareja, algo en lo que ella y su marido tenían  experiencia. Yo no me incomodé al principio porque estaba siendo una conversación normal, pero ¡PERO!, tras dos minutos aquello se convirtió en una descripción detallada de sus  experiencias sexuales, que si el BDSM, que si pinzas y fustas.  

No es que sea yo una monja, pero hablar a voces de temas tan íntimos en un parque lleno de  niños se me hace raro. Más raro fue aún cuando me invitó a cenar en su casa, recalcando que  sería “un día para los mayores”. En ese momento debí mirarla como mira un ciervo a un coche  en una carretera secundaria porque se dio cuenta y cambió de tema.  

Tengo que decir que pese a que intentase tirarse a mi novio nuestras hijas siguen siendo muy  amigas. Y de haber estado interesada en el tema no tendría que haber vuelto al grupo de  whatsapp.

Barby