Digamos que quizás me estoy buscando más de una réplica, pero desde hace algunas semanas una nueva moda se está repitiendo en mis redes sociales y, para mí, es ya el colmo de los colmos. No es ninguna novedad que eso de dejar a los críos a la altura del betún está a la orden del día pero de alguna manera hemos llegado a un punto en el que los que ya somos mayorcitos parecemos haber olvidado que todos, absolutamente todos, hemos sido pequeños en esta vida.

En el vídeo se ve a una mujer, una chica joven, de unos veintipico años. Muestra una cara extraña, de hastío, y mientras entorna una vez más los ojos para ponerlos en blanco sobre su cabeza se puede leer: »Este ha sido mi último vuelo de 3 horas y así he ido todo el viaje». Se escuchan los lloros de lo que parece un bebé, ni siquiera un niño con un mínimo de conciencia, una criatura que claramente no está disfrutando en absoluto del viaje. ¿La diferencia? El pequeño no sabe gestionar sus sentimientos, el adulto sí.

Aún así esta mujer ve necesario quejarse a su manera, hacer público que ese bebé le resulta insoportable dando además a entender que no es justo haber pagado un billete de avión y recibir un concierto de lloros a cambio. Resopla, cierra un ojo mientras abre el otro, se tapa los oídos… Un contenido aplaudido por muchos seguidores que se unen a esas critican a través de los comentarios. »Alguien tenía que decirlo! Deberían crear vuelos para niños y vuelos solo para adultos!», »Es algo insoportable, alguien debería hacer algo para que ese bebé se calle».

Siendo objetiva es evidente que no todos elegimos convivir a diario con niños. No todos gestionamos del mismo modo el llanto de un bebé o simplemente su mera presencia. Es lícito, nadie debería estar obligado a hacerlo. Aunque también es cierto que a lo que sí que estamos obligados como seres sociales es a convivir con aquello que nos toca cuando compartimos un servicio público (siempre y cuando todos los usuarios cumplan con la ley). Es por ello que si optamos por viajar en un avión comercial con otras 150 personas a bordo las probabilidades de que una de ellas sea un bebé que llora son realmente altas.

¿Vosotras también habéis sentido esa presión en los oídos cuando un avión despega o aterriza? ¿Sabéis lo que es eso para un bebé de pocos meses de edad? Nosotras nos quejamos, abrimos mucho la boca, nos llevamos las manos a las orejas tratando de paliar esa incomodidad… Ellos en cambio lo único que sienten es que algo les duele, les molesta, que esa presión los irrita dando como resultado un llanto muy difícil de controlar. Es incuestionable que cada bebé es un mundo y que no todos llegan al extremo del berrinche intenso, pero cuando hablamos de niños de corta edad debemos recordar que los lloros son en parte su forma de expresarse.

Y el problema de todo esto no es que una creadora de contenido en concreto decidiera hacer público este vídeo sino que tras ella no han sido pocos los que han decidido »denunciar» estas escenas en diferentes medios de transporte. Trenes, aviones, autobuses, cercanías… ¡Oh, críos llorones por doquier que han llegado para estropearnos el trayecto a los adultos inocentes! Una de ellas, por cierto, optó por abandonar el autobús urbano en el que viajaba antes de, palabras textuales, volverse loca. Un aplauso para ella, claro que sí, aunque hubiera sido mucho más amable por su parte el haberse ahorrado el vídeo de rigor resoplando e indignándose en silencio mientras miraba con cara de pocos amigos a la madre de la criatura.

Porque ese, queridas, es el otro punto de toda esta cuestión. Madres, padres o responsables de esos bebés que, créanme porque lo he vivido, no lo están pasando bien en absoluto. ¿Qué se piensan que pasa por nuestras cabezas cuando un hijo llora sin cesar durante largos minutos? ¿Creen acaso que es tan fácil como quitarle las pilas a un reloj despertador? La gran mayoría de adultos que viajan con un bebé son conscientes de lo que está ocurriendo, sabedores de que todo el avión está molesto ante el comportamiento de su hijo, la angustia y la ansiedad llegan a límites pocas veces tan altos. ¿En serio la empatía de algunos es la de grabar un vídeo y solicitar responsabilidades a la aerolínea? ¿De qué guindo nos hemos caído?

Dejamos de respetar una vez más a los niños solo por el mero hecho de serlo. ¿Imagináis si en lugar de un bebé de pocos meses hablásemos de un anciano que inconsciente de la situación llorase sin cesar en un avión? ¿Lo grabaríamos entonces? No, eso sería muy poco ético, el foco de miles de críticas para el autor del vídeo. Todos sabemos que los niños son ciudadanos de segunda, cuanto más si lloran y no nos dejan viajar en paz.

Mi Instagram: @albadelimon

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