El comprador de mis bragas usadas resultó ser mi ex de la adolescencia

 

(Relato escrito por una colaboradora basado en una historia real)

 

La economía está muy mal y aunque de primeras me tiraba un poco para atrás, me comentaron la existencia de una página web para vender ropa interior usada. Me dijeron que había muchísimos usuarios que tenían este fetiche y que venía de perlas para sacarse un dinerillo extra. Así que me decidí a registrarme. Vi que no pedían demasiados datos personales y además era gratuita para las vendedoras. 

Creé mi cuenta en pocos minutos y subí un par de anuncios con dos braguitas de las que no me importaba desprenderme. Al cabo de dos días recibí un mensaje por la web de un interesado en comprar una de ellas. Me dijo que tenía 34 años, mi edad. El precio que le había puesto le pareció bien y sólo me pidió que la entrega fuera en mano para asegurarse de que no era un timo.

Cuando me dijo esto me lo replanteé un poco. Me daba muchísimo palo quedar con un desconocido que además quería mis bragas usadas. Me iba a ver la cara y no estaba segura de querer salir del anonimato, aunque fuera solo con una persona. Lo pensé mucho pero el chico parecía normal dentro de todo lo anormal que puede ser esa situación. Así que le dije que ok, quedábamos para que la entrega fuera en mano. Tan solo le pedí que fuera en un sitio público y transitado. 

Quedamos en un parque céntrico. Me senté en la terraza de un pequeño bar que tiene el parque y le escribí por la mensajería de la web diciéndole donde me encontraba. Al cabo de 5 minutos apareció y para mi sorpresa, ¡Era un ex rollo con el que había tenido algo en mi adolescencia!

No fue mi novio, pero tampoco fue un lío de una noche. Era un chico del grupo con el que solía salir cuando tenía 17 años y que en esa época empezamos algo, que no llegó a salir del todo bien. Cuando nuestras miradas se cruzaron, las apartamos rápidamente. Yo sabía 100% que era él porque me había dicho que llevaba una gorra roja, y él sabía que era yo porque le había dicho cual era la mesa en la que me había sentado. 

Noté que hizo un amago de darse media vuelta, disimular y pirarse, pero era tan obvio que los dos sabíamos quienes éramos, que eso iba a quedar aún peor. Así que se acercó a la mesa, se sentó y con la cara mas roja que su gorra me dijo que no quería que pensara que era un pervertido y que no tenía ni idea de que las bragas iban a ser mías. Yo le contesté que no se preocupara, que también el podía pensar cosas de mí. Que era la primera vez que hacía algo así y que vaya marrón la situación.

Acabamos riéndonos y hablando de las casualidades que tiene la vida. Finalmente, por vergüenza y dignidad, decidimos que no había venta. No me hubiera sentido muy cómoda sabiendo que un ex tenía unas bragas usadas mías que usaría para… a saber qué. Y él tampoco parecía muy propenso a hacer como si nada.

Cuando llegué a casa decidí quitar el anuncio de esa página porque no me apetecía que volviera a pasar algo parecido y lo vi como una señal del destino que me avisaba de que mi camino no iba por ahí y que mejor, guardara mis braguitas para mí misma.

 

Anónimo

 

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