Siempre creí que conocía a mi hijo.
Cuando todo esto pasó, tenía 17 años. Mi hijo siempre había sido introvertido, tranquilo, muy reservado y obediente. Nunca me dio motivos para preocuparme por él, y eso, en retrospectiva, quizás fue la primera señal de alarma.
Confiaba en él completamente. Creía que, como madre, podía leerlo como un libro abierto, que no había secretos entre nosotros. Pero me equivoqué, y lo descubrí de la manera más dolorosa.
Una tarde cuando llegué a casa después del trabajo. El instituto había terminado hacía un par de horas, y esperaba encontrar a mi hijo en su habitación, como de costumbre. A él le gustaba mucho el mundo online y los videojuegos, así que me imaginé que estaría en su habitación. Pero la casa estaba extrañamente silenciosa, no le oía hablar con nadie con los cascos o la música que solía poner. Cuando le llamé, no contestó. Pensé que quizás había salido con amigos, aunque no era algo habitual. Miré el teléfono, pero no tenía ningún mensaje o llamada de él. Fui a su habitación a ver si encontraba alguna nota o algo, pero no vi nada fuera de lugar. Me estaba empezando a preocupar, cuando me fijé en que su ordenador estaba encendido.
Tenía la pantalla apagada, pero el botón del ordenador parpadeaba. Encendí la pantalla y vi un mensaje que ponía algo así como “el programa nosequé se está ejecutando, ¿desea finalizarlo y apagar?”.
No soy del tipo de madre que espía a su hijo, no lo había hecho en mi vida, pero toda la situación era extraña y mi instinto de madre me dijo que lo hiciera.
Le di a cancelar y tuve delante su ordenador.
No sabía por donde empezar a buscar, revisé el historial, pero no vi nada raro. Buscaba cosas de videojuegos, algunas noticias y entraba en su correo.
Entré en su correo, y allí empecé a destapar todo.
El correo que mi hijo tenía abierto, no era con su nombre. Tenía nombres y apellidos de otra persona y se enviaba documentos con otros nombres que tampoco conocía.
Empecé a leer y encontré correos de mi hijo con otras personas, hablando de “hacer un trabajo” nombrar a “el jefe” y muchos números que no entendía.
Me puse muy nerviosa y le llamé, pero no me cogió el teléfono.
Llamé a su padre y le conté todo, le dije que necesitábamos hablar urgentemente con nuestro hijo y que esa misma noche aclararíamos las cosas.
Aquella tarde hasta que llegó mi hijo, me tuvo muy angustiada. ¿en qué coño andaba metido? ¿Por qué no me había dado cuenta? ¿era ilegal o peligroso?
Me entraron ganas de llorar y de matarlo al mismo tiempo. No entendía nada.
Esa noche, cuando por fin volvió a casa, mi marido y yo intentamos actuar con normalidad, no queríamos que de repente eliminase las pruebas o algo así. No le veía capaz de ello, pero claro, tampoco le veía capaz de hacer lo que fuera que estaba haciendo, pero que claramente no estaba bien.
Después de empezar a cenar con mucha tensión, fue mi marido el que le confrontó. Le preguntó directamente quien era (nombre que tenía en el correo).
Mi hijo se quedó blanco, se puso muy nervioso y empezó a tirar balones fuera. Mi marido lo acorraló y entonces nos acabó contando la verdad.
Nos dijo que había conocido a un grupo de gente online, que le habían ofrecido unirse a ellos.
Esta gente, se dedicaba a estafar a jugadores de un videojuego bastante famoso, hackearle las cuentas (del juego) y luego vender online los objetos que conseguían de esas cuentas, para sacarse un dinero.
Nos lo tuvo que explicar un par de veces para que nos enterásemos bien, pero básicamente mi hijo estaba metido en una estafa y estaba robando a gente.
Fue muy decepcionante darnos cuenta de esto. Él nos decía que había empezado como un juego y que después había ido escalando casi sin darse cuenta, que llevaba ya un tiempo queriendo dejarlo y que esto era la señal.
Le hicimos cortar lazos con estas personas, que solo conocía de manera online. Se fue de los grupos y borró todos los correos.
Estuvo castigado mucho tiempo sin ordenador ni videojuegos y hablamos mucho al respecto.
En esas conversaciones, yo volvía a ver a mi niño, al que siempre había conocido. No me podía creer que en internet hubiera llevado esa doble vida, con una identidad falsa y con un objetivo tan ruin.
Desde entonces, tengo algo de miedo a lo que pueda estar haciendo en internet. Jamás me había planteado que una persona tan buena, pudiera acabar metido en algo así.