Estoy en un momento de mi vida en el que el debate “madre vs no madre” está muy polarizado. En mi grupo hay mujeres en un equipo y en el otro, así que son frecuentes los roces sobre los temas de conversación que se pueden tener o los planes que se pueden hacer. Yo, como no-madre, esgrimo mi argumentario habitual.

Pero lo que quiero referir esta vez es la delgada línea que existe entre 1) hacer tu vida sin tener que aguantar a niños de nadie, y 2) ser hostil y poco empática con niños que no son de tu familia. Comparto anécdotas para cada caso.

Hace unos meses estábamos en la terraza abarrotada de un bar. Mi amiga, su hermana y yo habíamos cogido mesa. La hermana iba con sus dos niños, una de 5 y otro de 1. Estando sentadas, a la niña mayor se le juntó una amiguita del cole que estaba allí con su padre, ambos de pie en una barra exterior. La niña se sentó con nosotras y el padre se quedó en la barra con sus amigos, tan ricamente.

La verdad es que el padre ni se acercó a nosotras, simplemente vio que su niña se sentaba con la amiguita y siguió a su bola. Ni nos preguntó si nos importaba que se quedara con nosotras ni vino a ver si su hija necesitaba algo, ni de beber ni de comer, cuando era mediodía.

El padre no estaba actuando bien y mi amiga comenzó a hiperventilar. Le estaba molestando su actitud y la mera presencia de la pobre cría, porque ella tiene serios problemas para socializar con niños que no sean sus sobrinos. Cuando se fue a levantar para pedir, estalló:

—Vamos a ver, esta niña tiene un padre, ¿no? ¡Pues que se ocupe él, coño!

No estaba diciendo nada carente de sentido, pero lo dijo gritando y enfadada, así que la niña se sintió aludida, comenzó a llorar y dijo que se había puesto triste. Y mi amiga, lejos de suavizar su actitud, siguió:

—¿Que estás triste? Pues, hija… Pfff…

Vamos que se la sudaba.

Fue la sobrina de mi amiga la que la distrajo con algún juego y, al poco de calmarse, la niña se levantó y se fue con su papá, que no se había coscado de nada del episodio. Él le consiguió una silla, la puso a un lado y le fue suministrando zumo y comida sin dejar su conversación con los amigos. Fue un momento muy incómodo.

Contigo no, procreadora

El caso que he relatado, a pesar de la actitud del padre, creo que no deja lugar a dudas: mi amiga fue agresiva y nada empática con una cría de 5 años, cuando a quien debería haberle hecho llegar su indignación era al padre.

Otras veces la hostilidad de las no-madres es mucho más sutil, y aquí hago autocrítica. Está claro que, si he decidido no tener hijos, es para no tener un nivel de interacción con ellos que no puedo asumir. O porque me gusta mi vida y mis planes como están ahora mismo. Nadie medianamente sensato nos exige nada.

Pero últimamente hemos estado ignorando de manera flagrante y premeditada a una amiga con dos. Tiene un niño de 10 y una niña de 7, y ambos (pobrecitos míos) son insoportables. Los críos tienen una severa falta de atención por motivos en los que no voy a entrar ahora, y la verdad es que no saben comportarse.

El niño arrasa con comida, bebida y juegos en cada fiesta, sea de quien sea el plato, el vaso o el balón de turno. La niña se enfada por todo y canaliza su frustración con berrinches de órdago, sin escatimar en llanto ni en chillidos. Alguna reprimenda se han llevado de adultas amigas de sus papás, no siempre de las mejores formas, aunque he de decir que la madre no se molesta en absoluto. Al revés, nos anima a corregirles.

Es imposible ver a mi amiga sin ellos y sin el marido. Van los cuatro a todas partes, así que hemos optado por evitarles. Ella lo ha notado y está molesta, así que tiene una actitud distante y, cuando no, a la defensiva. ¿Es justa la situación para nosotras? ¿Y para ellos?

Posiblemente, las dos partes podamos hacer más. Nosotras podríamos cesar la hostilidad y encontrar momentos y situaciones en las que estar con ellos, siendo nuestra amiga como lo es. Ellos podrían entender que, ni siendo madres ni sin serlo, tenemos por qué aguantarlos siempre que salimos, o la mayoría de las veces.

Todas las veces que lo pagamos con niños

No me descargo de responsabilidades, pero también hay que reconocer que la hostilidad hacia los niños no solo parte de las no-madres, lógicamente. De hecho, nuestras presuntas malas formas son solo puntuales, en comparación al tiempo que pasamos con ellos.

Todos los padres han vivido un momento de enfado en el que un pobre crío se ha llevado una repostada sin comerlo ni beberlo, solo porque aún no calibra bien cuándo es el momento de acercarse a papá o mamá y cuándo no. Sin ir más lejos, mi hermano le habló mal el otro día a mi sobrino de 2 añitos, y su carita se me quedó grabada hasta la siguiente vez que lo volví a ver.

Pero no era este el tema del post. Lo que quería preguntarme es dónde está la línea entre lo justo y lo injusto, si la supuesta hostilidad de las no-madres es algo extendido o no, si siempre se pueden considerar malas formas y si cabe exigirnos el comportamiento intachable con ellos que ni siquiera tienen sus padres. ¿Qué pensáis?

Esse