El día que un buenorro nos propuso un trío a un amigo gay y servidora.

De eso hace muchos años. Habíamos terminado bachillerato y nuestros caminos se separaban. Iríamos a diferentes universidades.

Decidimos que, desde ese mes de mayo, hasta septiembre, nos dedicaríamos a irnos de fiesta.

En aquel entonces, mi amigo del alma me confesó que era gay y que tenía novio. Me enfadé porque no me lo había dicho antes y no tenía ni idea.

Al salir tanto con los compañeros de clase, uno de esos días, Luis, nos dijo que vendría su primo el policía de Mallorca. Estábamos contentos de tener novedades en la pandilla, porque siempre los mismos, resultaba monótono.

Llegó el día, y el primo. El chico estaba buenorro; guapo y fuerte, alto, moreno… pero era un poco tontarra. Tenía como 26 años y nosotros, 18. Iba de experto de la vida y que había que experimentar, vivir cosas nuevas… y me preguntó qué tal con mi novio. Mi cara era un poema ¿qué novio? Ramón. Sois novios, se os nota. Y yo con una risa… le dije si es gay ¡y tiene novio! Él insistía, pensaba que le estaba tomando el pelo hasta que llamé a Ramón y le dijo exactamente lo mismo que yo. 

Se tuvo que convencer. Quedamos varias veces más, nos miraba mucho, sobre todo a mí, cómo me movía, cómo actuaba y me dijo que si quería acostarme con él, que pasaría unas semanas más en la ciudad. Le dije no rotundamente. Que yo era virgen, no lo sabía, ni se lo quería contar, pero no me molaba su forma de ser. Ahí quedó la cosa.

En otra de nuestras múltiples quedadas, en pleno botellón, se acercó a nosotros y le dijo a Ramón -le dije a Mary si quería liarse conmigo y me dijo que no, ¿tú te crees?…- Ramón lo sabía y me entendía perfectamente, lo bueno vino a continuación -Llevo unos días pensando que deberíamos hacer un trío- nuestras caras, daría gusto verlas y siguió -vosotros tenéis mucha química, se nota y yo quiero acostarme con Mary, creo que es lo mejor. Ella se siente cómoda contigo, yo no soy gay, pero algo podemos hacer, y los tres contentos- Ramón se lo pensó (el policía estaba muy muy bueno), pero dije que ni de coña. 

Esa noche fue rara, me dio por reír y me decía que la propuesta seguía en pie…

Ya no volvimos a verlo, porque entre tanta negativa, llegó el momento de su partida. 

Luis, muy discreto, me dijo que había dejado tocado a su primo, que le hubiera gustado conocerme más, pero no le conté la película al completo.

Años después lo recordamos, no nos hemos visto en otra igual, las cosas como son, pero al chico de las nuevas experiencias, ¡no había por dónde pillarlo!

 

Anónimo