Desde que tengo uso de memoria, cuando algo me gusta me obsesiono con ello. Y no me avergüenza el decirlo abiertamente. Soy de las que cuando algo les encanta, van a por ello a muerte. Creo que todo empezó con mi obsesión a los dieciséis años de Álex Ubago. Recuerdo que me compraba sus discos, me sabía todas las letras de las canciones (porque sí, ha sacado varios discos) y sí, forraba mi carpeta y la pared de mi cuarto con imágenes suyas que encontraba en la revista Superpop. Me moría de amor con aquel primer disco suyo, ese disco que compuso a su primera novia. Ay, que tierno…

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Y no era solo en la música, también me obsesionaba en el terreno del amor. En el instituto recuerdo pasarme recreos enteros (y eso que en aquel momento creo que los recreos eran de media hora o así) mirando al chico que me gustaba, buscando indicios como buscaría un detective, para ver si con suerte el chico se fijaba en mí. También me imaginaba cómo iba a ser nuestra historia de amor, porque yo otra cosa no, pero lo de montarme películas en mi cabeza, siempre se me ha dado bien. En ellas, me imaginaba que el chico que me gustaba, de repente, se me declaraba y a partir de ahí, todo iba viento en popa. Nada de discusiones de pareja, nada de miedos ni de fobias, no sé por qué en mis películas mentales, esas cosas no existían.

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A medida que he ido cumpliendo años, he seguido igual. Cuento dentro de mi desastroso historial amoroso varios fracasos amorosos, los cuales empezaron con el motivo de que el chico en cuestión hacía algo bueno por mí, ya sea ser amable o ser simpático, y ahí mi cabeza con eso, comenzaba a fraguar historias de la nada. Para qué pararse a pensar en cómo te sientes, en si te hace feliz o si, yéndonos a lo importante del asunto, el chico te gustaba en verdad o simplemente era un pasatiempo. No, mi cabeza directamente se iba a la bonito… hasta que te das cuenta que las obsesiones NO SON BUENAS.

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Con el paso del tiempo, encontré artistas que me gustaban más y relevé a mi artista favorito al cajón del olvido. Artistas con los que me sentía más identificada, y aunque ahora todavía conservo esos viejos discos en algún lugar perdido de casa de mis padres, han dejado de tener la importancia que tuvieron en su momento. Y para informar, también las paredes de mi cuarto agradecieron que entendiera que te gusta igual alguien aunque no pegues imágenes suyas en las paredes.

Pero lo más importante de todo esto es que he comprendido porque las obsesiones, y menos en el terreno del amor, no son recomendables, porque NO SON REALES. Y lo dice una que encuentra al amor de su vida cada vez que sube en metro. Por mucho que alguien te guste y te hayas imaginado en tu cabeza una película digna del mejor telefilm venezolano, nunca será real si al menos no lo intentas. Es decir, a ti te gusta un chico en cuestión, pues antes de montarte la película y empezar a montar cosas donde no las hay, sigue mi consejo y acércate a hablar con él. Si el chico en cuestión pasa de ti, es que no le gustas. Tú entonces pasas de la historia, te centras en otras cosas, y así de fácil. Si lo peor que te puede pasar en la vida es que un chico cualquiera te dice que no, puedes considerarte afortunada. Hay mucho más en la vida aparte del amor. Os lo dice una, que ha perdido mucho tiempo, soñando despierta.

María T.C