Ojalá pudiéramos saber de antemano si una pareja va a funcionar o no. Si somos compatibles, si tenemos futuro o si deberíamos dejar de perder el tiempo el uno con el otro. Pero lo cierto es que no tenemos forma de saberlo. No nos queda otra que arriesgar, confiar en que el otro es nuestra persona y que, si decidimos casarnos, nuestro matrimonio solo lo disolverá la muerte.

Porque… ¿el éxito de un matrimonio es encontrar a la persona correcta o trabajar los dos juntos en ella? ¿Se reduce a que nuestra pareja sea la adecuada? ¿O a trabajar codo con codo en lo que somos juntos? ¿Recae toda la responsabilidad en cada uno de los miembros de la pareja, individualmente, o es un trabajo en equipo?

Foto de Ndres Ayrton en Pexels

 

Seguro que conoces al menos un par de parejas perfectas. De esas que nadie duda que están donde tienen que estar. Y seguro que son muy diferentes entre sí, que, si las comparas, ves que son igual de perfectas, pero por motivos diferentes. Porque lo que para unos supone una barrera insalvable, para otros es la base de su éxito.

Doy por sentado también, que conoces un montón de parejas por las que no dabas un duro. Compuestas por personas que, aparentemente, no tienen nada en común. Es más, me arriesgo a pensar que tú misma has estado en relaciones que fracasaron estrepitosamente, aun cuando estabas segura de que él/ella era el/la definitiv@ porque no podía ser más ideal. O que todavía no comprendes cómo es posible que lo vuestro vaya tan bien, si sois polos opuestos.

En mi opinión, encontrar a la persona correcta es una de las formas de ir a lo seguro. Pero creo que el éxito de los matrimonios radica en la implicación de los dos miembros en este, así como en el trabajo que realicen juntos en el día a día para que la relación funcione.

Porque tal vez la persona correcta no exista. Tal vez existe alguien perfecto para nosotros, pero nunca le conozcamos. Por eso quiero creer que no importa tanto cómo sea la persona de quien nos enamoremos, sino quiénes somos juntos. Lo que de verdad marca la diferencia y nos acerca al éxito, es lo que damos mutuamente de nosotros mismos.

El cariño, el respeto, la empatía y la comunicación fluyendo de forma constante en las dos direcciones, deberían llegar a donde la supuesta compatibilidad no llega. Deberían cubrir los huecos que quizá nuestras personalidades individuales no rellenen.

En definitiva, yo me inclino a pensar que el éxito de un matrimonio, como todo en la vida, requiere de esfuerzo y trabajo constante de las dos partes. Incluso si habéis tenido la suerte de haber encontrado a la persona correcta.

 

Imagen destacada