El loco diario de una madre con un hijo en cuarentena

 

Ha ocurrido.

Ya decía yo que iba a ser mucha chiripa lograr superar la pandemia (si es que algún día se termina) sin haber pasado por una cuarentena.

Y hasta aquí hemos llegado, ha habido un caso en la clase de mi hija pequeña.

Lo peor ya ha pasado y todos los afectados estamos bien, gracias.

Quiero decir, estamos bien de salud.

Al menos de salud física, porque debo admitir que después de estas dos semanas, mi salud mental se ha resentido un poquitín.

Y como a mí me gusta liberar tensiones escribiendo — ya molaba que me gustara liberarlas haciendo deporte, pero va a ser que no — voy a dejar por aquí mi ‘loco diario de una madre con un hijo en cuarentena’:

 

  • Día 1. Estimada familia: se ha detectado un caso de Covid-19 en el centro al que acude su hijo/hija. Antes de ver el mensaje en la app del cole vi que una madre había enviado el pantallazo al grupo de padres. No era la primera vez, yo tranquila. Hasta que una informa: ‘Es mi hija. Pero lleva sin ir desde la semana pasada’. En efecto, recibimos un mensaje indicando que nuestros hijos no son considerados contacto estrecho. Pasa el día sin nada más destacable que los veinticinco mensajes de ánimo a la familia afectada. Literal, veinticinco ‘ánimo, familia. Que sea solo el susto’ con sus correspondientes ‘Gracias, chicos. Estamos todos asintomáticos’.
Foto de RODNAE Productions en Pexels
  • Día 2. Sanidad va a realizar un cribado a todo el alumnado y profesorado de 5ºB de infantil. Pues vale, ya ves tú. Ese es el ánimo en el grupo. Somos todos muy listos y sabemos que es una cuestión de protocolo. La niña positiva lleva una semana sin ir a clase. Nuestros hijos están bien. Vamos a llevarlos a todos a hacer la PCR cuando nos digan, porque somos super responsables. Mirad qué pista de hielo han instalado en la plaza. Sí, ya fuimos, Mengano lo pasó muy bien. ¿Fuisteis a ver las luces del centro? Vamos a ir mañana, si alguien se apunta. De veintiséis familias, solo una madre dice: ‘bueno, nosotros vamos a esperar al resultado de las pcr’. Sienta como una bofetada. Nunca un mensaje del chat provocó tal silencio.

 

  • Día 3. Nos dirán algo ¿no? No tenemos noticias. Una pregunta si nuestros hijos van en 5ºB. Preguntan a la madre de la niña positiva cómo siguen. Eso, cómo vais. Bien, sin síntomas. Me alegro mucho. Qué bien. A seguir así. Mucho ánimo… Pobre familia, pensamos todos, ahora mínimo diez días metidos en casa. Ains, maldito bicho. Menos mal que nosotros no somos contacto estrecho. Diez o doce les hemos hecho test de antígenos, aunque digan que sin síntomas no valen. Están las farmacias contentas. Todos negativos, por supuesto.

 

El loco diario de una madre con un hijo en cuarentena

 

  • Día 4. ¿Os llegó el sms? Es sábado. Abro un ojo, miro el móvil. Hay varias notificaciones de varios tipos, pero lo primero que veo es que tengo setenta y cuatro whatsapps sin leer en el grupo de la clase de Las Ballenas. ¿Os llegó el sms? Sí. No. Mira en la app, seguro que ahí la tienes. Lo acabo de ver. ¿Qué sms? ¿Qué ha pasado? A mí me acaba de llegar. Pantallazo. Empiezan a llegar las citas para las PCR del cribado. Nos toca ir en festivo. Se abre un debate sobre la utilidad de este cribado si el positivo es de hace más de una semana. Gana el inútil por goleada. Pero ¿estamos confinados hasta que lo hagan y nos den el resultado? Pregunta una que debe de leer el chat en diagonal. Efectivamente. Nos hemos quedado todos sin puente.

 

  • Día 6. ¡Son unos campeones! ¿Alguien ha ido ya a hacer la PCR? ¿Dónde es? Lo pone en el mensaje, pero se lo dicen. Una envía instrucciones precisas. Alerta de que hay cola, llevad a los niños meados de casa. No olvidéis poneros la mascarilla mientras le hacen la prueba al peque. Una vez que te toca es rápido. Ay, el mío se portó como un hombrecito. La mía también. El mío le arrancó el palito y lo tiró. Yo tuve que bajarme para sujetarlo. La mía ni se inmutó. El mío vomitó. Pobrecillos. ¡Son unos campeones! Suerte a todos. ¿Cuándo sabremos algo? Cada uno dice una cosa diferente.

  • Día 7. Más tensión que en el bautizo de un Gremlin. 09:00AM Citranita es positiva. Colega, si su antígenos fue negativo. Veinticinco ánimos. Se palpa el pánico. Salen otros dos positivos en las siguientes dos horas. Todos con el móvil en la mano, deseando que no suene. Nos vamos preguntando si hay novedades cada pocos minutos. Al medio día empiezan a llamarnos a los negativos para notificarnos que nuestros hijos son contactos estrechos. Nos dan instrucciones. Compartimos lo que nos dicen y hay veinte versiones y plazos distintos. La alegría inicial por el resultado de la PCR de mi hija se va desvaneciendo conforme asimilo que voy a tener que trabajar dos semanas con ella en casa todo el día. Encerrada entre cuatro paredes las veinticuatro horas. Nota importante: mi hija es adorable, pero también es algo así como el demonio de Tasmania en el cuerpecito de una niñita monísima.

 

  • Día 8. Mucho ánimo a los positivos. ¿Os han llamado los rastreadores? Sí. No. Sí. Justo ahora. Han llamado a mi mujer. ¿Cómo están los positivos? Bien. Sin síntomas. Ánimo x veintiséis.

 

  • Día 9. Solo sabemos que no sabemos nada. El grupo empieza a hacer cábalas sobre cuándo nos levantarán la cuarentena. Son diez días, ¿o catorce? Desde el último contacto, ¿desde la PCR? Pero ¿desde que se la hicieron o desde que nos dieron el resultado? ¿Cómo seguís los positivos? Bien. Ánimo. Gracias. Yo supero el primer día de teletrabajo a base de Youtube y Netflix. Me han llamado cuatro rastreadores a lo largo del día para preguntar cómo está la niña.
Foto de Cottonbro en Pexels

El loco diario de una madre con un hijo en cuarentena

  

  • Día 10. Las teorías. La peña se ha ido informando. Como viene siendo habitual, no hay una versión que coincida con otra. Hay un par de cuñados callando bocas, no podían faltar. Yo paso de todo. Confío en la rastreadora del primer día. En dos o tres días más me llamarán para darnos cita para la PCR de control. Y en un día más, si es negativa, se terminará esta tortura. ¿Cómo seguís los positivos? Ánimo x veintiséis.

 

  • Día 11. El mail de la profe. La profe nos envía mail con acceso a una carpeta compartida con actividades. Es de agradecer, pero a mí no me da la vida. Paso. Por la tarde calculo que la niña ha visto ocho horas de tele, aprox. Me siento mal y miro la carpeta a ver si hay alguna actividad sencilla. La primera que veo requiere de bicarbonato. Definitivamente, paso.

 

  • Día 12. ¿Cómo están ustedes? Mal. Nadie ha recibido cita para la maldita PCR. La gente está nerviosa, aquí el que más y el que menos empieza a estar agobiado. Yo trabajo toda la mañana con Peppa Pig de fondo. Si vuelvo a escuchar ‘a Peppa le encanta saltar en los charcos de barro’ una vez más, me pego un tiro. Dicen que hay que hablar con el pediatra para que nos pida la cita. Otros que esperemos. A mí ya me da igual todo. Me salgo de mi cuerpo y del grupo de whatsapp. Construyo un fuerte en el salón, muy currado. Mi hija entra, mete diez muñecos dentro y se pira a otra cosa.

  • Día 13. ¿Alguien ha recibido la citación para la segunda PCR? Los avispados que han conseguido que sus pediatras les pidieran PCR ya tienen cita. Los demás morimos de envidia. Yo no la tengo, la cuarentena de mi hija se alarga cuatro días más. Lloro. Pienso que es mejor eso que morirse. Me siento a ver Frozen por octava vez en tres días. No Frozen II, que es la que me gusta a mí. Lloro otra vez.

 

  • Día 14. ¿Por qué, zeñó? ¿Por qué? Empiezan a comentar que Fulanito ha dado negativo. Y Mengano. Y Citrana. Qué bien. Enhorabuena a los premiados. Suplico a la pediatra. No cuela, dice que tienen que ser los rastreadores. Esos que pasaron de llamar cuatro veces a no llamar desde hace tres días. Miro la app cada treinta segundos. Asumo que no la van a citar. Y que ya no tiene sentido, en realidad, sólo iba a ganar un día.

 

  • Día 15. ¡Negativo! ¡Negativo! Casi todos los niños tienen su alta. Me cabreo. Me toca los huevos. Pero me doy cuenta de que al final ha pasado bastante rápido. Me acostumbro a tener a la niña revoloteando por ahí mientras trabajo. Me ha interrumpido un par de llamadas para decirme que va a hacer caca. Uno de los clientes se ha reído mogollón. Pero lo cierto es que se ha portado genial. Me doy cuenta de que mi hija mola muchísimo. Casi todo el rato.
Foto de August de Richelieu en Pexels
  • Día 16. Vuelta a clase. Ah, mi hija no. Qué contentos hoy en la fila al verse todos, eh. No, joder, todos no. Mi hija tiene que esperar un día más aún, que parece recochineo ya. Bueno, no es verdad. Soy yo, que estoy irascible porque el encierro me está pasando factura. Hay por ahí algún que otro padre en mi situación. Critica la labor de los rastreadores. Otra los defiende. Se hace el silencio. Mejor. Añaden a una madre al grupo. Ya ves, a buenas horas. Veintiséis ‘hola, soy la mamá/papá de tal’.

 

  • Día 17. Libre soy. Ya está. Se acabó. Me pongo a trabajar. Estoy sola en casa y puedo poner Los 40. Es agradable escuchar de fondo algo que no sea la sintonía de unos dibujos animados. Nadie me interrumpe. No me levanto a limpiar culos. No me estreso cuando estoy al teléfono. La leche… ¿echo de menos a mi demonio de Tasmania?

 

Bueno. Ya se me pasará, que en breve tengo que ir a buscarla al cole y queda mucha tarde.

Al final no ha sido tan malo, pero espero no tener que volver a escribir otro ‘loco diario de una madre con un hijo en cuarentena’ nunca más.

¡Stay safe! 😉

 

 

Imagen destacada de Victoria Borodinova en Pexels