Las bragas de la discordia
Es habitual pensar que trabajar en una oficina es aburrido, y aunque es cierto que estar sentada en una silla 8 horas al día no es lo más entretenido, lo cierto es que en las oficinas (al menos en las que yo he trabajado) se crea un curioso ecosistema, que parece especialmente diseñado para mostrarte un amplio abanico de rarezas humanas.
En este aspecto estoy prácticamente curada de espantos y he visto de todo. Desde el compañero que tiene una taza sucia con restos de café del año 2008 en su mesa, al que se convierte en agente del FBI para descubrir quién le ha robado dos folios de alto gramaje de su mesa. Pero sin duda lo que voy a contar a continuación fue lo más surrealista que me ha pasado.
Trabajaba yo por aquel entonces en una empresa respetable dentro del sector, la gente cuidaba su apariencia y solía ir a la oficina bastante arreglada. Aquel fatídico día teníamos una reunión importante a la que asistían nuestros superiores. Tras terminar la reunión procedimos a abandonar la sala de reuniones cuando un compañero comentó que había un pañuelo debajo de la mesa. Sin darle mayor importancia, alguien se ofreció a recogerlo, pero cuando se agachó no pudo esconder su asombro y gritó a pleno pulmón.
-¡¡¡¡¡¡HAY UNAS BRAGAS EN EL SUELO!!!!!!
De golpe todos los asistentes se giraron a mirar y comenzaron a cuchichear. Durante los siguientes días en la oficina los rumores no hacían más que crecer, la gente se preguntaba quién sería la dueña de la ropa interior y que serie de catastróficas desdichas le habrían hecho abandonarla de esa manera.
La hipótesis que comenzó a cobrar más fuerza involucraba tocamientos obscenos por parte de dos compañeros durante la reunión. Algo que no tenía sentido ya que nadie notó nada extraño durante la reunión, pero, aun así, esta idea cobró tanta fuerza que tuvimos una charla de recursos humanos sobre el tema.
Tras una incomodísima charla y viendo que la situación se tornaba cada vez más oscura una compañera terminó confesando que eran suyas. En un ataque de risa nerviosa relató como se le habían quedado enredadas dentro del pantalón cuando lo puso en la secadora y cuando se dio cuenta estaban a punto de ser descubiertas por un despreocupado becario.
Por eso, cuando alguien me dice que trabajar en una oficina es aburrido, le cuento cómo unas bragas desestabilizaron completamente mi vida laboral durante tres semanas y les pregunto cuándo fue la última vez que eso les pasó en su puesto de trabajo.
Barby