He estado unos meses bastante mal anímicamente, hasta que decidí que era el momento de ir a terapia.

Como era un ámbito desconocido para mí, le pedí ayuda a una amiga que asistía semanalmente y le había venido de perlas. Me dio el teléfono de su psicóloga y comencé hace unas semanas.

Las primeras sesiones fueron de reconocimiento: profesión, vida sentimental, amistades, familia y objetivos con el tratamiento. Hasta ahí todo bien, pero en una de nuestras últimas sesiones me ha recomendado algo que no hubiera imaginado.

Todo viene porque estoy en un momento distante con mi pareja. No tenemos relaciones sexuales como antes, las conversaciones se limitan a monosílabos y nos pasamos las noches en silencio con el móvil o viendo series.

Yo sabía de sobra que ese  detalle iba a ser el punto de mira de la terapia, lo que no me esperaba era el remedio de mi doctora. Cuando le conté la situación, me puso como deberes ‘echarme un querido’. Mi sorpresa fue tal que me lo tuvo que explicar como si fuera una niña pequeña que acaba de salir del cascarón.

‘Es muy fácil. Entra en alguna aplicación de contactos, crea un perfil y conoce gente. No es una propuesta para que seas infiel. El hecho de estar tanto tiempo con una misma persona hace que te sientas incapaz de gustar. Si empiezas a recibir un feedback positivo, te sentirás mejor. Además, a nadie le amarga que le digan cosas bonitas y tampoco viene mal conocer a gente que está en tu situación. Saca tus armas de seducción, recuerda lo que es que te cortejen y disfruta de la sensación de sentirte libre.’

¿He oído bien? ¿Cómo asimilas este consejo? ¿Vuelvo al mercado para saber si hay mejores ofertas o solo para darme cuenta de que estoy mejor con lo que tengo?

Me pareció tan chocante que se lo conté a mi amiga y se ve que ella tuvo que hacer lo mismo hace unos años, pero ya va con ventaja. Tiene a varios amigos, se ha echado algún que otro amante y le ha dado tiempo incluso de plantearse relaciones abiertas.

Según ella, es como un juego que te da alegrías. Sirve para aumentar la autoestima y ver que hay gente que piensa en ti fuera de tu núcleo familiar. Los límites los tienes que poner tú, porque es fácil confundirse, pero te da la vida el ver que tienes mensajes y que alguien piensa en ti.

 

¿Y dónde queda eso del amor propio y de buscarse a sí misma?

Puede que esté dramatizando de más porque no me esperaba esta solución, pero dudo que ponerme a hablar con señoros solucione mi matrimonio. Tampoco puedo negar que igual encuentro a alguien que me comprenda y pueda darme otro punto de vista, pero voy a pedir una solución alternativa porque no tengo el cuerpo para ligues.

Anónimo.