El pacto cochino, si, estás leyendo bien.

Aunque a mi yo de hace 5 años le hubiera parecido una majadería, cuando empiezas a focalizarte en tu libertad y dejas de lado todas esas asunciones sobre lo que debe ser tu vida, pues surgen cosas como estas: El pacto cochino.

¿Qué es el pacto cochino? Pues mira mi chico y yo intentamos estar limpios cada vez que follamos por motivos obvios.

No sé tú, pero yo soy de comer huevo y frontón (donde rebotas las pelotas) y si eso no está limpio puede ser una aventura con olor a Jack Sparrow. ¡Ojo! Lo mismo para él! Paso de hacerle comer Kéfir humano a la persona que quiero.

Nadie quiere acabar con la nariz color canela y nadie quiere sentirse un cheeto mal oliente mientras folla. Yo quiero sentirme limpia, sexy y con plena libertad de ponerle el coño en la cara a mi chico sin preocuparme si podrá adivinar qué comí ayer.

Yo y mi chico somos vagos como pocos. A veces creo que estamos en proceso de convertirnos en babosas enserio te lo digo, nos gusta más la horizontalidad que a una carretera.

Y mira, hay días en los que tenemos ganas de follar, pero estamos sucios, vagos y pasamos de meternos a la ducha para lavarnos la ensaimada.

La primera vez que nos vimos en esta tesitura, primero nos dimos cuenta de que nos estamos haciendo viejos y segundo, decidimos darnos la mano y sellamos el pacto del cochino.

Cuando la pereza supera las ganas de mambo, sellamos el pacto del cochino con un apretón de manos y listo.

Y pensarás «Joe pero aunque no estés perfectamente limpia se puede follar» Bueno, pues bajo mi prisma particular, pasar una noche sin follar no es tan grave como para comprometer mi higiene personal. Por que la magia no se rompe por no follar una noche, pero se desgasta rápido cuando acabas a empujones contra una axila con pelusas.

Y no sé a ti, pero a mí me ha llevado tiempo desconectar de todas esas expectativas respecto a mi relación.

En mis primeras relaciones sentía mucha presión por hacer todo bien. Bueno, especifiquemos, sentía presión por hacer las cosas tal y cómo el mundo en general entendía las relaciones.

Tenía muy metida en la cabeza una idea concreta acerca de cómo debían ser mis relaciones. Y esa idea lo abarca todo, desde la intimidad sexual hasta cómo debemos mirarnos y déjame que te diga una cosa: es totalmente imposible estar a la altura de todas esa expectativas hollywoodienses.

Hace varios años jamás se me hubiera pasado por la mente algo como el pacto cochino. No señoras, yo era una putita sedienta de lefa siempre alerta con ganas fingidas de querer follar. ¿Por qué? Por que el mundo del hombre entiende que es así como debemos ser las novias/mujeres.

Muchas veces, aunque seas feliz en tu relación acabas pensando que no follas lo suficiente, que no sois lo suficientemente románticos o que apenas viajáis. Y de alguna manera cruel y despiadada, cuando empiezas a pensar en estas cosas, ya no te sientes plenamente feliz con tu relación y empiezas a pensar que si tu relación fuera como esa idea que tienes en la cabeza, serías más feliz.

Lo más jodido, es que todo esto no está solo en nuestra cabeza, está también en las mentes de las personas que nos rodean y muchas veces, cuando hablas de tu relación, siempre hay alguien que se cuestiona la salud de tu relación porque efectivamente, no atiende a esa idea surrealista que todos tenemos metida en la azotea.

Pero mira nena, llegados a los 33 he conseguido desconectar de todo eso.

El pacto cochino no es más que un síntoma de que queremos construir la relación a nuestra manera. Y gracias a esa desconexión puedo vivir mi relación y disfrutar de mi felicidad en mis propios términos y de la manera que mejor se ajusta a mi vida y a la vida de mi chico.

El romanticismo a veces se esconde en detalles como llevarle un vaso de agua a la mesilla antes de dormir, acariciarle la cabeza mientras ve una película o prepararle un desayuno rápido antes de trabajar.

Una relación no es más o menos válida según la cantidad de sexo que tengan los involucrados. Y cada vez que digo esto en alto siempre hay alguien que se ríe y me dice «Eso lo dices porque eres de follar poco».

No se trata de justificar mi actividad sexual, se trata de poner límites y respetar libertades ajenas.

Después de varias relaciones, por fin empiezo a sentirme libre para tener sexo cuando realmente deseo tenerlo sin cuestionar la salud o viabilidad de la relación continuamente. Y aún más importante, sin dejar que se cuestione mi relación por detalles como el sexo.

Esto realmente se extiende a muchos ámbitos de la relación, claro está.

El pacto cochino es de lo mejor que me ha dado la vida. No por el pacto en sí, sino por la libertad y complicidad en la que se traduce algo tan simple como un apretón de manos.

 

Anónimo

 

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