El padre de los niños que cuidaba y yo nos enamoramos.

(Relato escrito por una colaboradora basado en una historia real)

 

Veinte años de diferencia había entre nosotros, yo tenía 19 recién cumplidos cuando la agencia de Au Pairs en la que me apunté, me confirmó la casa a la que iba a ir a vivir durante nueve meses. La pareja para la que iba a trabajar acababa de tener mellizos y necesitaban mucha ayuda, les gustaba pasar los veranos en España y yo era perfecta.

Ni contaros que se me hizo un mundo el tema de irme a vivir a otro país con otro idioma a pesar de llevar toda mi vida estudiando inglés, pero yo quería vivir la experiencia y salir de mi casa que en esos momentos era un caos.

En mi cabeza ahora que han pasado unos cuantos años, mi llegada se me asemeja a la de Paco Martínez Soria a Madrid y me río al recordarlo. Y los ojos de él, esos los tendré para siempre en mi retina. El padre de los niños tenía 39 años cuando aterricé en su casa. Fue una locura, la mujer era encantadora, pero estaba desbordada, por aquel entonces los permisos de maternidad y paternidad eran mucho menos que ahora y teníamos una semana para que me pusiera las pilas con todo y ella volviera a trabajar. Él era médico, tenía turnos, ella trabajaba en una oficina de mañana, yo iba a estar para el resto de horas con los dos bebés.

Eran encantadores, a pesar de yo no ser muy de niños, se portaban bien y nos hicimos amigos enseguida. Para las cosas de la casa tenían a otra chica que les ayudaba, yo solo me encargaba de los bebés y de mis clases de inglés. No conocía a nadie, con lo cual mi vida social se reducía a los miembros de la casa y los familiares que les visitaban. Las abuelas eran muy divertidas y con una de ellas empecé a salir a pasear y descubrir un poco de mundo.

Las clases estaban bien, pero no buscaba juntarme con españoles, italianos o portugueses y no había mucho más para elegir, los profesores eran serios como palos y de los que guardaban las distancias.

No recuerdo bien ni cómo empezó todo la verdad, supongo que fue poco a poco, cuando él trabajaba de tarde pasábamos las mañanas juntos con los niños, jugando, paseando, tomando un café, su sonrisa siempre iluminaba los días grises y lluviosos de Manchester. 

Es cierto que siempre me he rodeado de gente más mayor que yo, no me las voy a dar de madura, pero la gente de mi edad, siempre me ha parecido inmadura y no me aportaban mucho. Mis amigos con los que salía de fiesta siempre habían sido mayores y por eso quizá nunca acabé de encajar en el instituto

Los días pasaban, nuestra confianza crecía y me empezó a gustar sin querer, está claro que a él le pasó lo mismo porque una mañana con los mellizos dormidos, tomando un café sentados en la alfombra nos besamos, sin buscarlo ni evitarlo, simplemente sucedió.

Nos sentimos fatal, él estaba casado y acababa de ser padre, yo era la empleada mucho más joven, pensé que en cuanto ella se enterara me despediría y me tendría que volver a España y a mi casa, lo cual no me hacía nada de ilusión. En esos momentos mi única ilusión era él, a pesar del follón que eso suponía.

Mi inglés había mejorado así que me vi capaz de buscar trabajo fuera de esa casa y en dos semanas me contrataron de camarera en un pub. La relación con el padre de los mellizos iba a peor, a peor de que nos seguíamos enrollando a escondidas. Él comenzó a plantearse el tema de la separación, pero claro, los niños eran el mayor obstáculo, yo me moría de ganas de estar con él, pero era consciente de la situación.

El siguiente paso era buscarme una casa donde vivir y avisar a la agencia de que en breve abandonaría mi trabajo. Estuve unos meses solapando el pub con los niños, pero era agotador. A eso había que sumarle el tiempo que él y yo pasábamos juntos a escondidas.

Al final se decidió, plantó cara a su mujer y nos fuimos a vivir juntos, fue una total locura, pero en ese momento lo sentimos así. La culpabilidad seguía sobre nuestras cabezas, pero es que estábamos enamorados de verdad y no lo podíamos evitar.

Casi 10 años estuvimos juntos, con altibajos, problemas, sobre todo con su ex y los niños. Yo cambié de trabajo, ahora estoy en una agencia de viajes, conocí gente nueva. No sé si nos dimos cuenta de que nuestros mundos eran diferentes o que se nos pasó el amor o qué, pero acabamos separándonos.

Me leo y pienso que es una historia triste, él no ha rehecho su vida, yo si, estoy con otro hombre, con el que también me llevo más de diez años, lo debo llevar en los genes. No me arrepiento, no sé si lo volvería a hacer, y no sé lo que haré en el futuro, pero sí sé lo que sentí y eso no lo cambio por nada.

 

Anónimo

 

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