No sé ¿Sólo me ha pasado a mí? Te prometo que no te miento, mi satis me he dejado el clítoris así como desganado, pasivo, como un vegetal… MUERTO.

¡Va, muerto tampoco!

A ver, yo siempre he pedido que me bajen al pilón y que me toquen porque lo de empujar pito adentro y correrse, pues en mi mundo es más bien complicado. Si tú tienes la suerte de ser una mujer que se puede correr sólo mediante la penetración, te digo lo siguiente con toda mi alma: TE ENVIDIO.

Me ha llevado mucho tiempo aceptar que yo no iba tener un orgasmo por más grande que fuera el pito que me introdujera y una vez que lo acepté, dejé de fingir orgasmos. Adiós muy buenas, si no me corro, no me corro y si te sientes mal porque no me corro o me comes el coño o me tocas. ¡Punto! ¡Es lo que hay!

Mi chico es así como que un prodigio del sexo oral, yo cuando fantaseo con él no me lo imagino en plan bombero todo buenorro con la manguera en mano, no, yo me lo imagino comiéndome el coño. Y siempre había disfrutado mucho del sexo oral con él hasta que llegó el satisfyer y entonces entendí todo el hype.

e había acostumbrado tanto al satis que lo demás me parecía poco

Si amiga sí, descubrí el satisfyer y mi vida no volvió a ser igual. ¡Descubrí DOS satisfyers! Porque ¿Por qué iba a tener uno si podía tener dos? Tengo uno baratito y otro muy pro (que fue bien caro por cierto). Cuando uno se quedaba sin batería sacaba el otro y a gozar. Los utilizaba sobre todo con mi chico y me venían súper bien, me ponía a 4 patas o como fuera y mientras me penetraba pues yo me ponía el satis y los dos acabábamos corriéndonos.

Poco a poco fui introduciendo el satis más en nuestra vida sexual hasta que llegó el día en el que siempre lo tenía en mano cuando estaba con él en la cama. No sólo eso, sino que además empecé a utilizarlo yo sola. Sólo me corría con el satis. Llegué al punto de no querer que mi chico me comiera el coño porque dejó de gustarme como lo hacía, además, cuando él se iba a preparar la cena lo sacaba a escondidas para correrme sola porque incluso me daba apuro que él se diera cuenta de la dependencia.

Sí, empecé a fingir orgasmos. ¿Por qué? ¡Joder! Porque mi chico bajaba a comerme el coño, y ¿Qué iba a hacer? ¿Contar las gotas de gotelé de su pared? ¡Pues no! No sé, no quería hacerle sentir mal.
La calidad de mi vida sexual cayó: mi chico empezó a cuestionarse a ver por qué yo ya no quería que bajara al pilón o que me tocara y la razón era sencilla: ya no me gustaba como lo hacía. Sólo podía correrme cuando utilizaba el satis, nada de lo demás tenía la intensidad suficiente.

Un día decidí hablarlo con él y me sinceré, le expliqué lo que me estaba pasando y le dije que me había acostumbrado tanto al satis que lo demás me parecía poco. Fui valiente y tiré los satis a la basura, ¡Ja! ¡No flipes!, los he guardado, eso sí. Y bueno, ahora estoy en el proceso de desintoxicación pepitil. Llevo dos semanas sin utilizarlos y empiezo a disfrutar cuando me toco yo misma, aún no tengo la sensibilidad que tenía pre satis pero puedo intuir que volverá. Tengo muchas muchas ganas de dejar de tener un clito-terminator y que mi chico me meriende entera ¡No te haces ni idea!

¡No pienso renunciar a ellos que conste! Pero tengo que encontrar un equilibrio que no ponga en jaque las capacidades humanas.

 

M. Arbinaga