Y todo fue un ENIGMA. Desde su manera de llegar a mis manos a esa forma que tuvo de hacerme feliz, de enseñarme ese lugar exacto en el que se mezclan el placer y la locura. Fue un ENIGMA comprender cómo pude vivir sin su buen hacer entre mis muslos, con su sutil susurro, regalándome un momento que preferí solo para mí. Sin nadie más.

Era suave, casi aterciopelado, terso pero a su vez flexible. Sin lugar a dudas aquel ENIGMA se salía por completo de todo lo que había visto hasta entonces. Más allá de todos los juguetes con los que ya había jugado hasta entonces, que no habían sido pocos, y por ello quizás esa dosis de sorpresa consiguió abrir una puerta a mi insaciable curiosidad.

Tras muchos años explorando mi cuerpo, conociendo casi a la perfección ese lugar en el que puedo alcanzar el placer casi sin pensarlo, opté por darme un capricho. Sabía de la existencia de Lelo, su succionador Sona Cruise llevaba ya tiempo haciendo las delicias de mi clítoris con su acompasada vibración. Por este motivo, el mismo día que decidí cuál sería mi regalo del Día de la Madre no me lo pensé dos veces…

ENIGMA me conquistó desde el primer momento. A la vista, ergonómico y elegante como cada uno de los juguetes de la firma. Al tacto ligero y a su vez firme. Su presentación era excepcional, asemejándose a algún tipo de joya brillante y muy elegante. Cada detalle completamente cuidado, sabía que había acertado incluso antes de sucumbir a los encantos de mi nuevo y enigmático amigo.

Enigma

Los niños ya dormían tras un día que más se podría haber parecido a una carrera de fondo. ¿Quién dijo que ser madre soltera era una tarea fácil? Las exigencias de mi pequeña familia, el trabajo, mis preocupaciones, el ambiente de crispación que me rodeaba desde hacía ya alguno meses… Aquel mundo que se estaba construyendo a mi alrededor comenzaba a frustrarme y en lo sexual habían pasado ya muchos meses desde que me había dejado querer en condiciones.

Apagué la luz del estrecho pasillo de nuestro piso y me dirigí al cuarto de baño. Eran apenas las diez de la noche y el silencio ya inundaba aquel hogar hasta hacía pocos minutos sumido en un completo bullicio. Observé con detenimiento cómo el agua brotaba llenando poco a poco mi bañera y algo en mi cuerpo hizo clic. A pesar del cansancio recordé a mi ENIGMA que reposaba todavía en su preciosa caja negra. Regresé a mi cuarto, lo tomé entre mis manos y en ese mismo instante algo dentro de mi se encendió.

El agua estaba perfecta, una bomba de baño la había teñido en tonos violetas que casaban casi por completo con el olor a lavanda que se sentía en todo el cuarto. Me desnudé y sumergí mi cuerpo manteniéndome en silencio por unos segundos. Agarré mi teléfono móvil y busqué una playlist acorde a aquel momento. Desperté llevada por la suavidad de mi propia piel y por el ambiente que se había generado en pocos minutos.

Casi ni podía creer la repentina necesidad que tenía mi cuerpo de sentir placer. Podía incluso notar cómo toda mi sangre se dirigía hacía ese punto concreto que ya empezaba a acariciar con mis manos. ENIGMA me esperaba todavía y para cuando mis manos no fueron suficientes lo tomé acercando lentamente el succionador a mi entrepierna.

Enigma

Pude sentir su suavidad y ese cosquilleo que rápidamente comenzó a hacerme gemir en cuestión de un breve instante. Conocía aquel placer intenso y necesitaba más… quería sentirlo todo. Abrí mis piernas para introducir poco a poco el vibrador en mi vagina, lentamente, con una penetración sutil que pronto presionó casi como por arte de magia mi punto G. Comencé lentamente, dejándome llevar por esos tenues besos que acariciaban mi clítoris y ese movimiento acompasado que proporcionaba el vibrador. La música y mi mente hacían el resto, tenía los ojos cerrados y solo pensaba en mí allí, sintiendo mi cuerpo como hacía tiempo no lo había hecho.

Aumenté la velocidad, y pude notar como el vibrador se movía en mi interior jugando en mi interior, como si conociera lo que yo necesitaba en cada momento. Ya no estaba tumbada, el placer intensísimo al que había llegado me había hecho sentarme y mis gemidos salían de mi garganta casi incontrolables. No necesitaba mover mis manos, Enigma lo estaba haciendo todo por mí, apenas tuve que subir más la intensidad, me mantuve en aquel punto hasta que un orgasmo increíble me hizo entreabrir mi boca y soltar un alarido que la música pudo disfrazar.

La potencia de aquel momento fue tal que apenas sentía mis piernas. Mis mejillas estaban sonrojadísimas y mi respiración se sentía entrecortada. Un instante único, solo para mí, que me hizo sentir nueva dentro de ese torbellino que puede llegar a ser mi vida.

Atesoro mi nuevo juguete como ese acompañante que sabe evadirme como nadie…