A estas alturas de Internet pocas personas desconocerán el concepto de “sugar daddy” y “sugar baby”. Por si acaso, un sugar daddy aka papi dulce aka un señor mayor con bastante pasta que ofrece regalos o dinero a cambio de (atención amigas): CUALQUIER TIPO DE COMPAÑÍA a chicas jóvenes quiénes serían las sugar babies. Estos vocablos se han convertido en palabras habituales pero a una le ha gustado siempre ser pionera en todo y en 2018 me aventuré a descubrir qué era esa moda de tener un sugar daddy.

Yo allá por mis twenty two (Taylor Swift vibes) estaba a puntito de terminar la carrera mientras trabajaba como azafata en una televisión y como tenía tantísimo tiempo libre,NÓTESE LA IRONÍA, mi vicio se convirtió en ver de manera compulsiva vídeos donde chicas de mi edad explicaban sus experiencias con sugar daddies y lo bien que les había ido, lo genial que las habían tratado, la cantidad de regalos que recibían, el pastón que habían ganado y un largo etcétera. Y COÑO, ¿¿¿POR QUÉ YO NO??? Continué viendo algún documental que otro y la imagen que proyectaban era la misma, que qué estupendo todo, qué maravillosa la vida de sugar baby, qué vida la lujos… En definitiva, QUE ESTABA PERDIENDO DINERO, MIS SIELAS.

Cabe mencionar que todas eran de Estados Unidos o Sudamérica, pero oye, aquí en España también tendría que haber mercado. Así que ahí estaba yo, la loba de Wall Street, la futura mejor sugar baby de to’ Triana, un viernes de madrugada abriéndome una cuenta en la página web por excelencia en estos temas.

Me inscribí como sugar baby y la lista de sugar daddies era inmensa. La página funciona a nivel mundial así que os podéis imaginar el percal. En temas de privacidad es muy exhaustiva y te prohíbe poner datos personales, pero te obligan a añadir estatura, peso, color de pelo, ojos… A LA RICA SUGAR BABY, OYE. Lo más llamativo es que tienes que señalar que estilo de vida llevas: ostentoso, práctico, moderado… Los sugar daddies tienen que poner cuánto dinero tienen en total y cuánto ganan al año. Me vaya a ir yo con un señor que no pueda pagarme un viaje a Dubai, faltaría más.

Ay queridas, cuando empecé a bichear al personal y vi a un señor de mi pueblo casado y con dos niños… La cosa no podía ir a peor, PERO SÍ PODÍA. Fue poner una foto mía en la que solo se me veía la parte inferior de la cara y un poco de escote (jeje) y comenzar a llegarme mensajes de señores que pedían directamente mi número de whatsapp o mi skype o dándome permiso para ver sus fotos privadas PERO TÚ QUIÉN ERES PEAZO PUTOO.

Siempre el dinero era a convenir y podía ser por “encuentro” o al mes. Con encuentro me refiero a SeXo SEX s.e.x.o FUCK porque TODOS BUSCABAN FOLLAR. ¿¿DÓNDE ESTÁN ESOS SUGAR DADDIES TAN MARAVILLOSOS DE LOS QUE HABLABAN LAS YOUTUBERS EN SUS VÍDEOS?? ¿ACASO EN ESPAÑA NO QUEDAN NOBLES CABALLEROS QUE ME LLEVEN A PASEAR EN SU BLANCO CORCEL?

Hubo un chico que me llamó la atención. No llegaba a los 30 (amiga, date cuenta) pero se veía que manejaba panoja y tras varios días enviándonos mensajes en los que no mencionamos nada de dinero ni de sexo me animé a darle mi número. ERROR. Se acabó la simpatía. Ahora solo quería hablar a lo bestia de sexo, no paraba de pedirme nudes y de preguntarme mi talla de sujetador… Además de otras cosas más obscenas que vamos a obviar pero que todas imaginamos. En fin, que estaba buscando una prostituta porque pagar para tener sexo anal o hacer una lluvia dorada era lo que realmente le daba morbo al chavalín. El Tinder para él no era lo suficientemente emocionante. Y eso que esta historia me ocurrió en 2018. Un visionario nuestro amigo.

Cinco días me duró la tontería esta de querer hacerme millonaria siendo sugar baby. Y yo que pensaba pagarme mis estudios acompañando a señores a cenar y a eventos importantes como las sugar babies americanas…  Como diría mi madre:  entré a por lana y salí trasquilá.

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