Decir que todos somos curiosos por naturaleza no es una exageración. De un modo u otro  nos interesamos por lo que pasa a nuestro alrededor.  

Cuando vamos en coche y hay un accidente todos miramos y nos preguntamos qué habrá  pasado. Es algo que no podemos remediar. 

Desde que tengo discapacidad, hace cinco años, me he dado cuenta de que ver a una chica  de veintitantos con bastón llama la atención. Y es algo que entiendo, yo también me vería y  pensaría: «pobrecilla, ¿qué le habrá pasado?». 

Aquí está la diferencia entre ser curiosa y cotilla. Las curiosas lo pensamos y seguimos con  nuestra vida, pero las cotillas lo preguntan en voz alta. 

Sí, como oís, he perdido la cuenta de las veces que personas desconocidas me han preguntado  por mi pierna. Y, como comprenderéis, aunque no es ningún secreto y la mayoría son  educados, no es algo que me guste compartir con extraños. 

Una vez estaba en la sala de espera de la Unidad del Dolor de un conocido hospital de Madrid  y una señora de avanzada edad al verme con una muleta me preguntó qué me pasaba y mi  respuesta fue únicamente «tengo mal la pierna» y continuó insistiendo y preguntando cosas  como «¿te has caído esquiando?». No sé cómo llegó a esa conclusión porque no era ni época  de esquiar. Negué y continué tratando de leer el libro que me había llevado para amenizar la  espera.  

Ella no se dio por vencida. Insistió e insistió hasta llegar el punto en que mi madre me dijo  «cuéntaselo anda y así nos deja en paz». Como imaginaréis no lo hice y aquella señora me  perdonó la vida. Coja 1 Señora pesada 0. 

Si me pasa yendo por Madrid con mi hermana gemela, es ella la que se encarga de poner  orden. La vez que más nos sorprendió fue cuando una señora en el autobús la agarró del  brazo, después de ayudarme a bajar el escalón para salir en nuestra parada, y le dijo «chica,  ¿qué le pasa a tu amiga?». Su respuesta fue «señora y a usted qué le importa». 

Normalmente la gente suele ser muy respetuosa, pero hay veces que te encuentras personas  en la vida que te queda claro que llegaron a este mundo porque éramos impares. 

¿Y tú qué eres: curiosa o cotilla? ¿También te has quedado pensando en qué es lo que me  habrá pasado?

Esmeralda Romero