¡Sorpresa! Tengo un prototipo ideal de hombre y estoy gorda ¿Qué me dices Mari? ¿Qué no te conformas con cualquiera? Pues mira tú por dónde: NO

Pocas cosas hay más divertidas como ver la cara que ponen las personas gordófobas cuando dices cosas como “A mí siempre me han gustado los rubios” “Yo paso de mantener a ningún hombre” o “Era majo, pero no me gustaba para mí”

¿Y por qué es gracioso? Porque leo sus pensamientos como si los publicaran en una pancarta en Times Square. Sé perfectamente que piensan que no tengo derecho a quejarme o que no debería tener capacidad de elegir. Incluso me apostaría un vino a que piensan que tendría que conformarme con las pocas personas que quieran estar a mi lado. Que simplemente, debería aceptar a la buena alma caritativa que desee dar cariño y compañía a una gorda, porque probablemente no encuentre muchas.

Sé cómo piensan este tipo de personas porque para mi desgracia, crecí en una casa machista y gordófoba.

Y estos pensamientos a menudo los acabamos acogiendo como propios. Por desgracia hemos sido muchas las mujeres con sobrepeso que nos hemos expuesto y hemos defendido a relaciones abusivas. ¿Por qué? Porque si vienes de una casa como la mía, hemos crecido en una familia intelectualmente y emocionalmente abusiva. Es a lo que nos hemos acostumbrado y por muy triste que parezca, eso es lo normal para nosotras. Además de que, claro, somos gordas y no merecemos nada mejor.

Pero señoras yo nací para reventar el molde y aquí con mis dos tetorras digo lo siguiente: Soy gorda y sólo me acuesto con rubios.

¡Madre mía una gorda superficial! ¡Quémenla! ¡Quemen a la gorda!

¡Pues No, las cosas no son así! Yo no sé quien me hizo y no sé si me hizo bien o mal. Pero yo tengo un no sé que por dentro, que cuando me pasa un rubio de ojos azules por al lado, a mí se me revoluciona la vida, la braga y la respiración.

Siempre que estoy de fiesta con mis amigas, me dan codazos o me guiñan el ojo cuando pasan hombres rubios. A mí me da un poco de vergüenza porque tampoco se trata de ir sexualizando a la peña por la vida, pero el enganche que yo tengo con los hombres rubios de ojos claros, es algo digno de estudio.

No sé si será el misticismo Hollywoodiense, o quizás sea que en muchos de los casos parecen americanos, suizos o alemanes y me resulta especialmente exótico e interesante. No lo sé, lo único que sé es que a mí me gustan los rubios.

Obviamente también tengo claro que me gustan los hombres cariñosos, honestos y responsables.

No voy a regalar ni mi tiempo ni mi vagina a un rubio cualquiera, aquí las señoras de bien tenemos unos estándares, no sé si me entiendes. Pero lo de los rubios es real, todos los hombres con los que he tenido relaciones sentimentales o sexuales han sido rubios y en el peor de los casos castaños claros.

Y lo que no puedo llegar a entender es ¿Por qué es tan terrible que una gorda tenga un prototipo de hombre ideal? Conozco a muchas mujeres y hombres que se sienten especialmente más atraídos por un tipo concreto de físico.

Yo estuve muchos años con un chico al que le gustaban las chicas grandes y claro, conmigo estaba encantado porque mido 1.80m ¿Cuál es el problema? Si le gustan las mujeres grandes ¿Con quién quieren que folle el señor? ¿Con Shakira? ¡Pues no joder!

Bueno que no me quiero ir por las ramas. Lo que yo quiero decir, es que parece que hasta tener ciertas inclinaciones físicas a la hora de conocer compañeros sexuales o sentimentales, es un privilegio exclusivo de los cuerpos normativos.

Estoy hasta el higote de tener que justificar mi predisposición sexual con los hombres rubios de ojos claros. Cuando además si una de mis amigas de 60kg dice que le gustan morenos con ojos verdes, no pasa nada. Que ella tenga un tipo es normal, porque es una tipa normativa y puede elegir. Pero yo no, la gorda que se joda y que se folle a quien pueda ¡Váyanse a la mierda!

Pues no sé chica, a mí no me han faltado nunca hombres y ya te digo bien claro que no soy una ONG sexual. Y pienso ejercer mis derechos como el resto de seres humanos de este planeta y pienso seguir eligiendo con quien me acuesto y de quien me enamoro.

 

Anónimo

 

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