Envidio y admiro a partes iguales a esas personas que, aun estando enamoradísimas, son capaces de tomar decisiones puramente racionales. No las considero frías o calculadoras, sino todo lo contrario. Creo que son inteligentes y saben que una relación es, ante todo, un proyecto. Un camino que hay que diseñar prestándole la mayor atención posible, y no actuando como si todo fuera el mundo de Yupi.
Yo, sin embargo, me dejo llevar por las hormonas y el lavado de cerebro made in Disney y tomo decisiones basadas en la emoción. Decisiones que casi siempre terminan siendo una mierda.
La última la tomé hace un par de años con el que ahora es mi ex. Él podría haber puesto algo de raciocinio, diréis. Pero es que iba casi siempre hasta arriba de coca o alcohol, y como que no le daba para pensar.
El caso es que nos compramos una casa ‘juntos’. Gran idea, teniendo un novio adicto, ¿verdad? Escribo ‘juntos’ con comillas porque, en realidad, sólo existe en el papel. Sí, la casa es al 50% mía y al 50% suya, pero pagarla, lo que se dice pagarla, la he pagado yo al 90%.
Yo me ocupé de los gastos de entrada, de los impuestos, de la comisión de la inmobiliaria, de la compra de los muebles… Y ahora, que él ha vuelto a vivir con sus padres y está en rehabilitación, no sé cómo exigir que me devuelva los más de 15.000 euros que me debe. El “lo voy a denunciar” del título es un llamamiento que me hago a mí misma para atreverme a ello, porque, en realidad, no lo tengo claro.
Él está a punto de perder su trabajo, tiene muchas deudas por un negocio que no le salió bien, y si sumamos lo que se ha gastado en drogas, puede que pasen años hasta que consiga tapar sus agujeros. ¿Es humano reclamarle ese dinero en su momento más débil?
Por otro lado, yo he dejado de hacer muchísimas cosas por no disponer de los euros que me debe. He dejado de hacer cursos, de viajar, de cenar con amigas. He estado meses trabajando doce horas al día para ahorrar, he vuelto a vivir con mis padres y no me puedo permitir un alquiler… ¿Soy una mala persona por querer ponerme por delante por una vez?
Un día, cuando la cuenta común donde tenemos la hipoteca estaba en números rojos, escribí su primo, con el que siempre me llevé muy bien. Pensé que me echaría un cable, pero todo lo que me dijo fue “Tienes que hablar con su madre”.
De esto hace ya cuatro meses. ¿He hablado con su madre? Por supuesto que no. Nadie de su familia sabe que me debe ese dineral. De ser así, ya me lo habrían pagado, porque, manda güevos, ¡sus padres están forrados!
Ahora hemos puesto la casa a la venta, pero no ganaremos lo suficiente para que pueda devolverme todo. ¿Recuperaré mi dinero algún día? ¿Seré capaz de perdonar? ¿Por qué siempre tengo que ser Santa Teresa de Calcuta? Al menos, si lo denuncio y vamos a juicio, podré vestirme por fin como Ally McBeal sin parecer gilipollas.