Experiencias de madres primerizas con la lactancia materna y artificial

 

Vamos a tomarnos la vida con cierto humor. Y más la maternidad, que ya bien dura es de por sí como para no reírnos un poco de algunas situaciones que surgen durante las diferentes etapas que afrontamos como madres. Quizá uno de los temas tan personales como polémicos es la lactancia: ¿materna, mixta o artificial? 

De todos es sabido que la leche materna es lo más saludable para nuestros niños. Nadie lo discute. Si bien, a veces, las circunstancias no permiten su éxito y es necesario ofrecer alternativas: quizá lactancia mixta con leche materna o fórmula o la incorporación de leche artificial al completo, siendo todas las opciones igual de válidas. 

En mi grupo de posparto, cada mami ha vivido la lactancia a su manera. Incluso, aunque elijas uno u otro camino, también vas a descubrir que tu vivencia será única e intransferible. De esa manera, mujeres, ¡dejemos de juzgar! O de dar consejos peyorativos que, más que ayudar, frustran. 

La que dio pecho solo durante la baja

Aunque lo considera injusto, ella ciñó su experiencia con la lactancia materna al periodo de baja de laboral. Una vez su criatura ingresa en la escuela infantil y ella comienza con su dinámica profesional, corta la teta e introduce fórmula. Fin de la historia. ¿Algo que opinar? 

La que pretende darle pecho hasta la universidad

Disfruta de la experiencia, de ese “ratito” con su pequeñín de 10 años al más puro estilo Lady Arryn en Juego de Tronos. Es admirable la capacidad que tiene de sacarse la teta en cualquier situación y cómo manda a callar a quien ose poner en tela de juicio su decisión. “Como los nutrientes de mi leche, no hay nada”. Razón no le falta, aunque a muchos les resulte violento. 

En contraposición, encontramos a la mami que sufre vergüenza por sacarse una teta, siendo capaz de dejar al niño sin comer con tal de no descubrirse en la calle o durante algún evento. Ya lo canta Rigoberta Bandini: “No sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas”. 

La cabezona con el bebé hambriento

Este fue mi caso. “La fórmula es veneno”, reconozco que pensaba. Me emperré en darle pecho a mi hija, que ni agarraba bien ni tenía interés en agarrar. Muerta de hambre, la niña empezó a bajar de peso. Lejos de recomendarme hacer lactancia mixta, tanto la pediatra como la matrona me aconsejaron insistir e insistir con el pecho. Ni ella ni yo dormíamos; ella y yo nos pasábamos el día llorando… Y yo venga a insistir con la teta. El día que le di un biberón de fórmula descansamos todos. 

La que mezcla para involucrar al padre

O, lo que es lo mismo, para poder descansar. También sería mi experiencia. Después de fracasar en mi intento por hacer LME (Lactancia Materna Exclusiva) pasamos a una estrategia mixta que incorpora un biberón y al padre de la criatura. A veces la toma de biberón era de leche materna, si me había dado tiempo de extraer; otras, era de fórmula, y arreando. Gran solución. 

La que vive pegada al extractor

Hasta en el váter tiene el extractor puesto. Se compró ese molón, que es doble. Incluso evolucionó al inalámbrico. En resumen: o tiene al crío en el pezón o el sacaleches porque, según su criterio, “la leche en polvo buena no puede ser”. 

La pro-fórmula que rechaza al 100 % el pecho

Por las razones que sean, ella ha decidido no darle leche materna en ningún momento. Se tomó la pastilla que corta la subida desde el hospital y el biberón se convirtió en su aliado. Y las tetas en su sitio. 

Dar el pecho le parece esclavo. 

La espiritual que roza lo sectario

Hablar de leche materna es su hobby favorito. Te conversa de vínculo, de conexiones emocionales, incapaz de describir lo que siente al darle el pecho a su hijo. Le encuentra todas las ventajas del mundo, cegada a valorar posibles inconvenientes o malas experiencias de otras madres. Te describe miradas de complicidad, la importancia de ofrecerle un alimento que tú misma has fabricado. Para ella, si no has dado pecho, jamás serás capaz de generar apego con tu hijo. 

La que está agotada, pero ahí sigue

Hace meses que no sé ve la teta, peeero… aguanta, resiste. “Es tan bonito”, te garantiza con la voz ronca y las ojeras hinchadas. El en fondo lo odia, pero por su hijo… ¡qué sangren los pezones! 

También encontramos a la agotada que decidió rendirse. Tras meses sin dormir, hongos en los pezones y tres mastitis, mandó al carajo la LME. Es más, se eriza al escuchar la palabra. 

 

Seas el tipo de madre que seas, escojas el tipo de lactancia que escojas, en definitiva… decidas lo que decidas… ¡Enhorabuena, mami! Lo haces de puta madre (nunca mejor dicho). 

Anónimo