¡Ai nenas con los señores que pretenden ir de follador por la vida! Si es que una no gana para vergüencita ajena.

En mis no lejanos tiempos de soltera disfrutona, una se vivió la vida y las bragas como pocas. Y el otro día no puede evitar acordarme del machirulo que quería ir de follador salvaje y arrabatador. Spoiler: no lo era.

Lo típico, le conocí de fiesta: recuerdos dudosos, besos con sabor a cubata y me guardé su teléfono.

Al de pocos días concretamos lugar, hora y allí nos presentamos los dos. Supongo que con bajas expectativas porque chica, tanto a ellos como a nosotras, cuando salimos de fiesta y asentamos un par de cubatas, se nos chafa un poco el radar del amor.

Pero mira, para mi sorpresa y supongo que también para la suya nos llevamos bien. Nos tomamos dos cañas entre risas y teníamos bastante buen rollo. El tema empezó a torcerse un poco cuando empezó a alardear de una manera casi incómoda de sus grandes habilidades sexuales.

Primero me preguntó a ver cómo me gustaba el sexo.

Yo no llegaba a entender muy bien ese tipo de preguntas ¿Cómo me va a gustar? Pues bien hecho, como a todas ¿No? bajadita al sapín bien hecha y a poder ser un par de buenas corridas. No sé, hablar de cómo podríamos follar mientras tomamos una cerveza en una terraza es incómodo, yo no lo veo. Pero bueno el señor tenía ganas de calentar el ambiente.

Él me contó con orgullo que era un salvaje en la cama. Vamos, que el señor quería ir de follador gavilán y me contó con todo tipo de detalles cómo rompió 3 camas en plena faena. Claro, yo que soy un poco señora pensaba para mí «Mira, me rompes la cama 3 veces y una de dos, o aprendes a follar como todo hijo de vecino o te saco volando por la ventana»

«No, es que las tías flipan cuando les como el coño, no dejo que se corran y las tengo siempre a puntito» Me dijo, a lo que yo afirmaba con cara de «¿Por qué me estás contando todo esto?» Yo le sonreía y le dije en una ocasión que era muy guai que le gustara tanto el sexo.

Yo le conté que lo que yo valoro cuando me meto a la cama con alguien, es que me sepa leer. Que intuya lo que me gusta, lo que no, que sea una persona generosa y que la prioridad no sea meter su pito en mi coño. Que exista una química, un juego y que los dos disfrutemos de lo que surja y que no tengamos prisa por que termine. No se trata de que él sea un follador o yo una puta amazona, no sé, es cuestión de dedicarse tiempo, ser generosos y escucharse.

A lo que él me contesta «Pues serás de las pocas que quiere que el sexo dure mucho, porque yo con las que me he acostado, siempre se corren muy rápido y luego quieren que yo termine rápido porque una vez que se han corrido les molesto»

¿Qué hubieras pensado tú al oír eso? ¡Pues eso mismo pensé yo! Un mal augurio nenas, malo malo.

Bueno, creo que tampoco hay que tomarse estas cosas muy en serio, porque entre que teníamos encima un par de cervezas y que, oye, muchas veces nuestras propias inseguridades o ganas de gustar a la otra persona nos pueden llevar a decir chorradas como catedrales.

La cerveza lleva a un par de besos y los besos a la cama.

Acabamos en mi casa, yo con las bragas por los tobillos y él con los pantalones debajo del culo. Me agarra del culo, me empuja contra la pared y me sube una pierna ¡Ai espera Mari que igual si que es un follador supremo!

Me pega un par de empujones y el señor termina ¡No estoy exagerando! Uno y dos. ¡Chin-pun!

Él se ríe me dice «Menudo polvazo» yo le cojo de la mano y le llevo a mi cama. Me tumbo, me abro de piernas y él se pone de rodillas.

Saca la lengua y empieza a presionarme el clítoris con la punta de su lengua dura como si mi pepe fuera un timbre. Pero vamos a ver ¿Qué está pasando? ¿Esta es la súper comida de coño que les haces a todas tus nenas? Yo espero paciente a que la cosa mejore pero chica, pasados los 3 minutos no tenía sentido estar allí echada viendo como un tipo me presionaba el botón una y otra vez como si llamara a un timbre.

¡Ring Ring! ¡Dile a orgasmo que baje! – EN TU PUTA VIDA

Me incorporo, le agarro de la cara y le pido que me folle mientras yo me masturbo. A ver si saca su lado salvaje de follador. Tres empujones. Uno, dos y tres. ¡Madre mía si para cuando me puedas meter 40 empujones seguidos ya te has quedado sin lefa!

El señor cae a la cama con una sonrisa, gira la cabeza y me pregunta ¿Te has corrido verdad?

¡Claro que sí mi alma! ¡Claro que sí! Y que detalle más bonito el preguntar, que amante más considerado.

Si sólo hubieras sido la mitad de considerado aguantándote la corrida o haciéndome caso cuando te digo cómo quiero que me comas el turrón hubiera sido cojonudo. Pero eh claro, nadie es perfecto.

Me mira, me sonríe y me cuenta emocionado lo mucho que ha disfrutado «Menudo polvazo madre mía, hacía años que no vivía algo así, ha sido increíble»

En fin, mi consejo: si de follador nato pretender ir, ni a tu piso merece subir.

M.Arbinaga