¡YEEEHAAA!¡Cabalga, vaquera! 

¿Qué pasa cuando tienes la movilidad reducida y te empiezas a plantear qué posturas puedes hacer en la cama? Pues que se te suelen venir tres a la mente: la del bicho palo, la estrellita de mar y la estatua de sal. Vamos, que una servidora con su lesión medular se creía que con levantar las piernas y dejarse hacer ya lo tenía todo probado y hecho en esta vida. ¡ERROR! 

Mi pareja sexual y yo somos bastante salvajes en la cama. Siempre me ha gustado más el sexo duro que a un tonto un palo. Y en eso nos hemos compenetrado y entendido desde el principio. Además, yo soy muy pequeñita y él está rozando el 1,90 de altura, con lo cual me maneja y me menea como se le antoja. Y yo, encantada y satisfecha. 

Total, que el otro día estábamos haciendo la empotración en nuestras posturas habituales. Y me veo que cambia de postura. Pero eso que dices “ah, va a hacer *inserte postura poco frecuente pero conocida*” ¡ERROR X2!

 

El colega consigue ponerse por debajo de mí (recordemos que tengo la movilidad reducida, es decir, que le dejo todo el trabajo a él), me agarra los brazos y me encuentro en un momento dado encima de él. Yo, encima. Yo. O sea, la que siempre había estado abajo porque “es que no vas a poder hacer otra cosa”. La que con ponerse un ratito boca arriba y otro ratito boca abajo se daba con un canto en los dientes. Yo, la que creía que sabía de sexo y resultó estar en primero de jardín de infancia. Esa misma. Yo. 

Follar con movilidad reducida: mi experiencia

Apenas me había dado unos segundos para disfrutar de las vistas desde las alturas… que empiezo a cabalgar. Mi empotrador se había convertido en un caballito trotón bajo mi potorro. Ríete tú de los toros mecánicos de la feria, Mari. ¡Qué sacudidas! ¡Qué meneos! ¡Y qué trabajazo se estaba pegando él para hacerme brincar como en mi vida! Porque obviamente, como que dar saltitos se me antoja dificilillo. Todo el asunto se lo estaba currando él. La menda, con gemir y quedarse con los ojos en blanco, bastante hacía ya. 

La mente solamente me alcanzaba para pensar tres cosas: 

  1. ¡Yeeehaaa, nene! ¡Galopemos hasta el mañana!  
  2. ¿Pero dónde has estado tú toda mi vida, madre del amor hermoso? 
  3. Que ni pintao ahora la discografía de Christian Kane o Darius Rucker. Hasta la canción que ha presentado Estonia para Eurovisión me vale, fíjate lo que te digo. 

Y para coronar, un besazo de película. Porque mi empotrador es un salvaje, un tipo duro en la cama, una bestia parda… Pero da unos besos que, si no te has hecho agua ya, te haces en ese momento. 

Moraleja: ¿te sorprende en la cama? ¿se queda sin aliento con tal de hacerte gozar? ¿sientes que podrían salirte más fuegos artificiales del chumino que en las Fallas de Valencia? ¿te empotra como para partirte en dos pero luego te da todo el cariño del mundo? AHÍ ES, BABY, AHÍ ES. 

 

Mia Shekmet