Voy a empezar por el final, así a lo loco, con la moraleja…

“Si un empotrador quieres catar, un crossfitero debes encontrar”

Y es que una siempre ha sido muy abierta de miras, vamos de las que tiene un rango de +/- 20 años en los parámetros del Tinder…y da la casualidad, pues que me pasa como a Madonna and Company, salvando las distancias, que suelo tener feeling con jovencitos.

Así es la vida, cuestión puramente hormonal, porque si tengo algo claro es que a mí no me quieren por mi dinero.

El caso es que ahí estaba yo, con un jovencito al que le sacaba 10 años, y quien dice diez, dice doce. Hablamos entre los 22 y los 24 tiernos añitos, y yo pues con mis 34, año arriba, año abajo, que tampoco nos vamos a poner exquisitas.

Y ya sabéis como funciona esto:  “Enhorabuena, tienes un match”, conversación por aquí por allá, vamos a pasar a hablar por WhatsApp, ¿no? et voilà, quedada si, quedada no, un día lo tienes en tu casa, así como por arte de magia.

SEXO

Pues nada, de nuevo sabéis el funcionamiento, vinito para mí, cerveza para ti, que se note la diferencia de edad en algo… y así para cambiar el ritmo de la conversación pregunto…

¿Así que haces crossfit?

Pues chica, ¡palabras mágicas! ya no tuve que decir mucho más, de pronto me vi al chico demostrándome todo lo que había aprendido en su gimnasio.

Y una que siempre está abierta a aprender, pues me dejaba enseñar con toda la atención del mundo. Fue precisamente en ese momento cuando aprendí los beneficios del crossfit…

¡Qué brazos, qué piernas, qué culo, qué polla, qué lengua, que todo!

Vamos, de repente me separó las piernas y me las mantuvo agarradas como si de una barra de pesas se tratara y se me puso a beber del cáliz sagrado.

mujer teniendo un orgasmo

No sé si en el crossfit se ejercita la lengua también, pero te digo yo que este chico tenía todos los músculos muy desarrollados.

Pues nada chico, yo estoy cómoda, así que tu aliméntate, que estas en edad de crecer. Y cuando ya estoy prácticamente deshidratada y dando las gracias en modo:

“oh pesas de 30 kilos, benditas seáis entre todas las pesas”

el muchacho me revolea como si tal cosa y comienza a demostrarme cual de todos los músculos estaba más tonificado, y no hubo nada más que decir:

“Pues tampoco veo que el crossfit sea para tanto” “Pues creí que los jovencitos teníais más aguante” 

para que el chico siguiera sirviendo a la causa enseñándome como venían follando los crossfiteros de veinte años.

¡Qué energía, que entrega, qué fuerza, qué posturas, qué polla, qué manos, qué lengua, qué manera de follar! ¡Esto sí que es buen workout y lo demás son tonterías!

hombre haciendo crossfit

El caso es que aquello acabó, en un momento que no sé ni como, pero sí sé cuándo…Y mientras estaba tumbada en la cama exhausta perdida, deshidratada y entendiendo al fin, porqué que otros hagan deporte es bueno para mi salud, me dice…

“Joder, me han cerrado el metro, me voy a tener que ir andando a ciudad universitaria”

Le miro…y me sale un “qué dices chico a estas horas, vete en taxi”

“Que va tía, no tengo dinero…”

Al pobre chico de fuera de Madrid que vivía de la paga de sus padres en una residencia universitaria, le habían cerrado el metro, y o bien se quedaba a dormir en mi casa o se iba andando a la residencia.

Nunca sabremos si era verdad o mentira, pero ahí fue cuando entendí que no había tanta diferencia entre Madonna y yo, y que quizá si me querían por mi dinero…pero mira chica, la clase de CrossFit bien lo merecía…así que dije:

“Toma veinte euros y vete antes de que te cierren también la residencia”

PD: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia ; )