Necesito compartir esta historia porque está reconcomiéndome y no sé muy bien cómo gestionarlo.
Os pongo en situación: hace un par de meses volví a instalarme el Tinder y conocí a Jaime. Por sus fotos parecía un chico encantador, tocaba la guitarra (requisito para que mi chochamen dé palmas), tenía un sentido del humor increíble y las conversaciones con él duraban horas. Total, que sin habernos visto en persona yo empecé a encoñarme muy fuerte. Como parecía que él también estaba muy cómodo conmigo, decidí proponerle quedar y acabamos conociéndonos en persona.
Contra todo pronóstico, era incluso más maravilloso en persona. Un chico guapo, gracioso, inteligente y colado por mí, ¿qué podía salir mal? PUES MUCHO.
Aunque siempre que quedábamos nos enrollábamos, la cosa nunca iba a mayores. Yo notaba el bulto en sus pantalones, así que suponía que le ponía a tope darse el lote conmigo, pero no lograba entender por qué nunca remataba.
Pasaron varias semanas y un día Jaime me invitó a su casa. “Perfecto”, pensé. “De esta me folla, hoy es mi noche, ya verás”, así que me puse mis mejores bragas de encaje y fui a su nidito de amor. No pusimos a ver una película y a los 20 minutos empezamos a besarnos.
Jaime – ¿Vamos a la cama?
Yo – ¡JODER, SÍ!
Nos tumbamos, empezamos a desnudarnos poco a poco, a acariciarnos y a besarnos, pero cuando quiso metérmela su Torre inclinada de Pisa se derrumbó. No le di importancia, el problema es que cuando cinco noches más se repitió la misma historia, yo ya me empecé a rayar.
La dinámica era la misma: nos besábamos y nos tocábamos, pero cuando insertaba su rabo en cualquier orificio de mi cuerpo (da igual boca que chochet), se le bajaba todo. Yo intentaba sacar el tema, él lo evitaba y acabábamos durmiendo juntos abrazados, pero con un calentón del quince (al menos yo).
Yo estaba convencida de que él tenía un problema sexual psicológico rollo disfunción eréctil o cualquier cosa del estilo, pero como no quería hablar del tema poco podía hacer más que animarle y demostrarle que le apoyaba.
El problema llegó la semana pasada. Era domingo por la mañana y habíamos pasado la noche juntos (pero no revueltos) en su casa. Total, que yo fui a darme una ducha y al salir me llevé el sorpresón de mi vida. ESTABA HACIÉNDOSE UNA PAJA MIENTRAS VEÍA UN VIDEO DE UN TÍO MASTURBANDO A UN CABALLO.
En cuanto me vio cerró la tapa del portátil y yo fingí que no me había enterado de nada, pero desde entonces no sé qué coño pensar. ¿Vi lo que vi? ¿Le va la zoofilia? ¿Le pregunto abiertamente? ¿Debería volver a quedar con él?
¿Vosotras qué me aconsejáis?
Anónima.