Me pasé tantísimos años de mi vida teniendo miedo a sufrir algún rechazo terrible por gorda, y resulta que mi peor experiencia sucedió estando ya delgada. Os cuento.

Yo era una gorda feliz, la verdad. Me costó aceptarme pero gracias a esta web, a su libro, a la comunidad y las amigas que saqué de aquí, conseguí dejar de odiar mi cuerpo y pasar a comerme la vida. De hecho, después de años de vergüenzas me bajé Tinder y os puedo asegurar que pesando 110kg tuve decenas de citas y un montón de experiencias brutales.

Algunas fueran mejor, otras peor, pero nunca me hicieron un feo como el que sufrí después.

Y es que hace dos años, por problemas de salud me sometí a un bypass gástrico y ahora mismo peso 70kg. Vestida podríamos decir que entro en el canon, pero desnuda pues tengo unos pellejos estupendos, especialmente en muslos y barriga.

Esto me generó un nuevo complejo, y es que la gente me ve vestida y si no conoce mi historia no tiene ni idea de lo que hay debajo de la ropa.

Antes si me veías gorda, sabías que debajo de mi vestido, había un cuerpo de gorda.

Ahora me ves delgada, y debajo de mi vestido te encuentras un montón de pellejillos que quizás no te esperabas.

Pero bueno, que eso no me frenó de seguir conociendo gente y en esas me encontraba cuando sucedió mi mayor miedo.

Tercera cita Tinder, me invita a su casa, nos sacamos la ropa y:

El fulano puso una cara de asco que no le hizo falta decirme nada. Y eso que yo me había preocupado de contarle un poco mi historia y advertirle (como si fuera algo contagioso) de mi reciente pérdida de peso. Pero supongo que no había visto un pellejo de piel sobrante en su vida, y pasó en 0,1 del calentón al asco máximo.

Salí de allí con la poca dignidad que me quedaba, fingiendo una urgencia. Y no os puedo mentir, lloré todo el camino a casa. Yo nunca pensé que la pérdida de peso me iba a traer felicidad, porque antes ya era feliz, pero supongo que no estaba preparada a recibir rechazos aún peores que los recibidos estando gorda.

Eso sí, el bajón me duró 24h. Me repetí a mi misma como un mantra que a quien le asuste un cacho de piel, sencillamente no es para mí, y le conté esta historia a todas mis amigas para tomármelo con humor.

Con buen ánimo volví a la jungla de Tinder, y aunque es pronto os puedo decir que he encontrado a un maromo fantástico que no solo no se asusta con mis pellejos, sino que los besa, acaricia y apretuja con cara de disfrutón. Que sabe que esos trozos de piel son parte de mí, y de mi historia. Y que merecen el mismo amor que todo lo demás.

 

Gala

 

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