No quiso acostarse conmigo porque no estaba depilada.

 

Sí, me pasó y yo no me lo podía creer. Hace ya un tiempo, quizás unos tres meses, que tengo un vaivén con un tío del trabajo, coqueteamos desde el principio ya que la atracción fue instantánea y fuerte. No soy una chiquilla así que nunca hubo ni ilusiones ni pretensiones de ningún tipo. Quería acostarme con él y punto. Nada más. Y bueno siguiendo con la idea de que ya los dos estamos grandecitos, cuando por fin se animó a invitarme un trago, los dos sabíamos justo a que íbamos sin haberlo acordado. Estaba implícito y así fue, un par cañitas con tapas, unas cuantas risas y toqueteo inocente, y después me preguntó si estaba bien el hotel que había escogido o prefería otro. Me daba igual, así se lo hice saber, nos fuimos después de la cuarta cerveza y cuando llegamos al hotel le pedí mi respectivo momento a solas en el baño para lavarme mis partes íntimas. 

Cuando salí ya sintiéndome más segura nos pusimos manos a la obra. Muchos besos, mucha lengua, se entretuvo un buen rato con mis senos y después de que le hice una mamada corta pero espectacular, el hombre se desesperó y procedió a desvestirme por completo. Fue en ese preciso instante, cuando todo se fue muy rápido a la mierda. 

 

En cuando me quedé en pelotas y me vio entre las piernas, el hombre puso una cara que vi una vez poner a un tipo que la ex le había destrozado el carro. Horror con decepción o algo por el estilo. Y entonces las cosas se pusieron aún más raras todavía. Comenzó a vestirse de nuevo, el soldado repentina e increíblemente rápido había caído, y comenzó a balbucear sobre cómo se acababa de acordar de algo y de pronto tenía una emergencia y tenía que irse. Pero desesperado como si mi vello púbico fuesen púas a las que por nada del mundo iba a permitir estar cerca de su delicado miembro.

Bien descolocada porque nunca me había pasado algo así, lo dejé ir sin decir nada. Estaba en completo shock. Ya más tranquila me vestí y me marché también. Por lo menos había dejado el hotel pago. Aunque me sentí extraña y descolocada por el evento, decidí que si era así de prejuicioso y delicado probablemente no sería bueno en la cama, y mejor que no pasó. 

Quizás si me hubiese ocurrido más joven, me habría sentido humillada y triste, pero no con los años y con la confianza que ya tengo. Estoy más que cómoda con mis vellos y con el hecho de que la vagina de una mujer no tiene que ser rosadita y depilada. Mito en todo su esplendor. 

Cuando lo veo en la oficina lo saludo con la frente en alto y una sonrisa altiva, y él, por el contrario, baja la cabeza siempre que estamos en el mismo espacio. Cosa que sucede muy a menudo así que pobre de él.  

 

Anónimo

 

Envía tus movidas a [email protected]