Ay amigas, AY AMIGAS.

Lo que vengo a contar no es muy novedoso, lo que es novedoso es que me haya pasado a mí que me considero una experta en pililas y, con 35 años, resulta que de lo que soy experta es en que me tomen el pelo.

La historia empieza así:

Mi hermana vive en Francia desde hace 2 años y voy a visitarla en verano, estoy un par de semanitas con ella y hacemos rutas molonas en coche. Este año ha sido mucho más diver que el primero porque ella ya tiene un grupo de amigos mucho más grande y algunos de ellos se apuntaron a nuestro roadtrip por tierras francesas.

Nada más presentármelos me fijé en uno de los chicos del grupo, Pierre; metro noventa, pelo castaño, aires bohemios… vamos, que el chaval está más rico que comerte una tabla de quesos delante de la Torre Eiffel. Conectamos enseguida y, en cuanto noté que mi chete estaba más mojado que Bob Esponja en su piscina, supe que íbamos a tener mambo en cualquier momento.

Aquí es donde hay un giro inesperado de los acontecimientos y mi Pierre se tiene que volver a su hogar porque la abuela está malita y no saben cuánto le queda. Estamos a 500km de su casa, él se tiene que volver en tren y me escribe un whats diciéndome que espera pillarnos la semana siguiente cuando todo se haya solucionado.

Total, que el Pierre sigue escribiéndome durante una semana. Al principio mensajes muy puros y castos porque sé que tiene a la abuela a punto de palmarla y EMPALMARLE no me parece muy apropiado. Pero al ver que él se suelta y me empieza a decir cerdadas yo no puedo evitarlo y entro a matar. Entro tan a matar que me pregunta por el tiempo y le mando una foto de mis pezones para decirle que hace frío, así soy yo.

La conversación empieza a subir de tono y acabamos mandándonos fotos de todo nuestro body, todo esto mientras yo estoy en el baño de un hostal que comparto con 20 personas y mientras él tiene el cadáver de su abuela en la habitación de al lado. Sí, murió y yo quise alegrarle la pinga a este pobre señor.

Al ver la foto de su miembro me quedo en shock. Eso no es una baguette, eso es una chapata de 10 kilos, y no sé cómo me la voy a meter entera.

Paso mis días deseando que entierren a la pobre señora para que mi Pierre venga a mi encuentro y meta su chapata en mi cotorreta, y el día llega. Nos pasamos el día de risas, jiji jaja, mon amie mon amour, y llega nuestra oportunidad.

Yo tengo aquello que parece un felpudo en Venecia y no hacen falta preliminares para que me la meta, así, sin desnudarnos, sin mirarnos, sin nada. La mete pero no la mete. No entiendo nada, imagino que al tenerla tan grande está teniendo problemas y me decido a reconducirla con mi mano.

AY MON AMIE MON AMOUR Y MON GUERLAIN.

QUE ESO NO ERA UNA CHAPATA, ERA EL ÚLTIMO CHURRO QUE QUEDA EN LA BOLSA Y QUE NADIE QUIERE.

Me había mentido, con todo su churro. Me había mandado fotos de otra pinga porque sabía que tiene el tema un poco drama y con lo de su abuela y toda la historia no quería ponerse más presión. Y yo, que soy un poco gilipollas, pues le acabé comiendo el churrete porque me supo mal que el chaval perdiera a su abuela y su dignidad en la misma semana.

Siempre he pensado que fue la abuela vengándose por provocarle erecciones a su nieto mientras ella seguía en la habitación de al lado.

«¿Querías baguette? Pues toma un churré mauvaise femme»

Y así acabó mi periplo francés, comiéndome una chapata que al final fue churro y con mi parrusa más mojada que los sobacos de Camacho.

No sin mi baguette.

Envía tus follodramas a [email protected]