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Esto pasó hace más de dos años, pero sigue tan real y vivo en mi mente como aquel mismo día.

Como muchas otras compañeras, tras romper con mi tóxico ex me adentré en el maravilloso (no) mundo del Tinder. Mis amig@s ya me advirtieron de que ahí se cuece DE TODO, y la fauna tinderiana es más variada que la de un bosque gallego.

Total, tras muchas citas, muchos tíos y muchos polvos (casi todos decepcionantes) tuve match con un señor alto, guapo, ojos verdes y morenazo. No me lo podía creer, era imposible que hubiera tenido tantísima suerte. El mismo día nos llamamos por teléfono, porque tengo un fetichito con lo de las voces sexys. Resultó ser un fachorro de cuidado, un antifeminista y un votante de los verdes (y no los de greenpeace). Pero como una ya estaba cachondis, pues pensó que qué más da, para unos polvos va bien (consejito del día: aunque tengas mala racha, no te tires a un facha). Decidimos quedar al día siguiente y la cita se centró única e íntegramente en la «loca» y «fea» de su ex.

Y os preguntaréis: «tú eres tontica, no? Cómo no saliste corriendo? ¡¡Es un Red Flag en toda regla!! «. Bueno pues os repito: estaba cachonda y quería sexo. Tras esa cita, en la cual conocí más a su ex que a él, decidimos quedar en mi casa un día, para cenar y lo que surgiese. Tras una larga espera de 5 días, llega el fin de semana y la tan esperada cita con el fachorro pesado. Cenamos en mi casa siguiendo (como no…) con el tema de su ex y, atención, aquí empieza lo bueno: cuando empezamos a magrearnos y poniéndonos a tono tras la cena, se levanta, se va corriendo hacia su mochila y saca DOS POLLAS NEGRAS DE GOMA DEL TAMAÑO DE MI PANTORRILLA.

Hola, señor????? Hola???? Y me suelta: «a mi ex le ponía mucho eso, yo la masturbaba con esto y a la vez me tocaba. Pero tú tranquila, que estas dos son nuevas«. Mi cara sí era un poema y no lo de García Lorca. Yo le dije que ni de coña me iba a meter aquello y que qué tipo de broma era todo eso. A lo que me contesta: «mira, yo hubiera comprado los dildos blancos, pero las negras estaban de oferta de Amazon«. En ese momento en mi cerebro se produjo un cortocircuito, lo único que pude decirle es que volviese a meter eso en su mochila y se fuese a su casita. Pero ahí no se terminó todo, ya que me dijo: «vale, yo me voy, pero las pollas también me las llevo, que a ver si las vas a usar con otro«. Mi cortocircuito terminó de petar del todo y mi cabeza explotó. 

Como os digo, han pasado dos años, pero creo que nunca se me va a borrar aquella cita de mi mente y esas dos trancas gigantes con su ventosa y sus venas hiperrealistas.

 

Anónimo

 

Participante del Concurso del verano