Querida lectora, vamos a hablar hoy de las “follorupturas”. Eso viene a ser cuando tu follamiga/o viene y te dice que ha conocido a alguien especial, que va a sentar la cabeza y que se acabó el follisqueo contigo. O que, simplemente, no le gusta tanto como esperaba (mira, colega, eso duele…).

Y claro, una es una intensita de la vida y se lo toma fatal. Porque pase que mi novio me deje de la forma más rastrera posible (sí, soy de esas a las que dejan por mensaje), pero que me tengan el potorro en huelga de hambre forzosa… ¡Jamás!

Aún recuerdo mi primera “folloruptura”. El maromo en cuestión fue un regalo caído del cielo. Acababa de salir de una relación de maltrato de lo más tormentosa cuando apareció él, haciendo morritos e insinuándose. La primera vez que quedé con él, mi autoestima estaba tan dañada que pensé que me tomaría el pelo y se reiría en mi cara. Pero lo que obtuve en realidad… ¡Oh yeah, mama!

El rollo duró varios años. Y cada encuentro, una auténtica delicia… La cuestión es que he sido una mujer que ha tardado bastante en sentirse preparada para un polvo completo. La penetración nunca ha sido de mis partes favoritas, precisamente. Y eso le acabó cansando. Cuando me dijo que quería dejarlo… ¡Qué manera de llorar, hija mía! ¡Lágrimas como puños! Una se acostumbra a lo rico, rico y claro… Cuando te dicen que se te acaba el chollo, te deja hecha polvo.

Dicen que dejar una relación amorosa es como dejar una droga. Experimentas el mismo síndrome de abstinencia. Juraría que me pasa con el sexo. Puedo pasar media vida sin pareja formal (de hecho llevo soltera prácticamente toda mi vida), pero me quedo sin pareja sexual y la carencia que siento es tremenda.

No es tanto por los polvos en sí mismos. Es todo lo que completa esa relación. Son los mensajes diciéndote que te desea, que se muere por empotrarte, los nudes, las fantasías, soñar juntos con el próximo encuentro, planificar con todo lujo de detalles el próximo polvo… Te haré esto, luego lo otro, tú me harás tal cosa y luego esta otra… Me quitas eso y me quitas la chispa de la vida (y de mi cuerpo serrano).

No soy chica de amoríos, soy mujer de follisqueos. Mi último novio apenas me duró un mes y medio. Lo justo para celebrar San Valentín y dejarlo. Pero ese mismo maromo fue mi follamigo durante 10 años. Sí, sí, 10 añazos como 10 soles, amiga. Una es muy fiel a lo que le funciona. ¿El amor me va mal? Pues lo dejo. ¿El follisqueo va bien? ¡Pues que siga la fiesta!

Hace poco volví a sufrir una folloruptura. No fue tan dolorosa como otras, pero chica, que llegó en un mal momento. Porque una se estaba preparando para una noche espectacular y acabé yéndome a dormir. Aunque fíjate tú, que una pierde mucho la dignidad pero nunca la esperanza. Algo me dice que tengo posibilidades de retomar esa relación… Yo intento ponerme seductora y juguetona con él, a ver si cae en mis redes. ¡Deséame suerte, querida lectora!

@mia__shekmet