Gordofobia con recién nacidos, ¿hasta dónde vamos a llegar?

 

Hola, Loversizers

 

Hace poco más de cuatro meses fui madre de un precioso bebé de 3,3kg y 50cm que llegó para revolucionar toda mi vida.

Desde el primer día supe que iba a ser un glotón. Cuando salí del hospital me dieron la pauta para darle los biberones y los ml que tenía que hacerle. Hasta la primera visita con el pediatra lo máximo que tenía que darle eran 60ml, ya después empecé con noventa y me dijeron que eso tenía que ser hasta por lo menos el primer mes.

¿Qué pasó?

Pues que mi hijo, a las dos semanas, ya decía que quería más. Era una odisea que se terminara el biberón y siguiera queriendo más, pero claro, yo primeriza, sin haber cuidado a un bebé en mi puñetera vida, seguí a rajatabla las indicaciones del pediatra.

Ahí fue mi primer error, pero bueno, yo lo pesaba todas las semanas en la farmacia y mi peque cogía peso, cosa que sabía que era buena, sin embargo, sus rabietas por querer más aumentaban y hablando con una amiga con un bebé tres semanas mayor me recomendó que me pasara la pauta de la pediatra por el arco de triunfo.

Así que le aumente a 30ml más y fue mano de santo. Ya no me la liaba tanto. Eso fue una semana antes de la revisión del mes.

Llegó el día de la visita. Yo iba contenta hasta que llegó el momento de pesarlo.

En un mes había cogido casi dos kilos y bueno, ahí empezó esa cara de la pediatra de «No tiene que coger tanto».

Aquí cabe añadir que mi hijo no está para nada gordo, simplemente es grande. En un mes aumentó unos 6cm y vamos a ver, no soy nutricionista ni nada por el estilo, pero es obvio que si crece también pese más. Pero claro, los médicos y su absurda obsesión por los kilos hicieron que me comiera la cabeza más de lo que debería. 

Mi niño estaba perfecto en todo.

Ya casi al terminar la visita su recomendación fue controlar cuánto le dábamos porque según los parámetros que ellos tienen, no puede coger tanto peso tan rápido, como si ellos tuvieran la clave para impedir que la naturaleza siguiera su propio ritmo.

Mi marido y yo con cara de «pues OK, tía. Lo que tú digas».

Tras la visita pesaba a mi hijo todas las semanas, siempre cogía unos 300gr por semana, lo que en un mes me iba a implicar, otra vez, casi un kilo y medio.

De nuevo comenzó la odisea de que con 90ml pedía más, y a pesar de las «recomendaciones» de la pediatra, se la aumenté. Me dio exactamente igual lo que me dijera, porque no iba a dejar que mi hijo pasara hambre por la absurda obsesión del peso.

Joder, es un bebé en sus primeros meses de vida, tiene que crecer, aumentar de peso y las tablas que esa gente tiene son tan normativas que no se dan cuenta de que cada bebé es distinto. Unos cogerán más peso, otros menos. Es que vamos, solo hay que fijarse en la genética, yo soy grande y su padre todavía más, lo preocupante hubiera sido que se quedara menudito, y por suerte, no ha sido así, pero me jode que ya desde los inicios de vida de un ser humano el peso sea siempre cuestionado y ya se quiera evitar el aumento dando de comer menos.

¿Estamos tontos?

Aun así recalco que mi hijo no está ni rollizo a pesar de su supuesto peso elevado.

Cuando llegó la visita de los dos meses iba con la mosca detrás de la oreja y con el pensamiento de «ya verás tú que me va a volver con la cantinela del peso», porque de 3,3kg que nació, ya llegaba casi a los 6kg. Tuve suerte de que su pediatra estaba de vacaciones y la que me atendió no dijo nada, solo comentó que cogía más peso que la media, pero ya en ese mes llegó a los 60cm así que era lógico, puesto que su crecimiento iba acorde con su obsoleta tabla.

Desde entonces decidí no hacerles ni puñetero caso con ese tema. El niño tiene hambre, come y si quiere más, se lo doy, porque al igual que los adultos, no siempre tiene las mismas ganas de comer.

Supongo que después de las caras de pocos amigos de mi marido y mías, la doctora dejó de insistir en el tema, y también, que el ritmo de coger peso, como es normal, ha disminuido ahora que tiene más de cuatro meses, pero no por ello deja de tocarme la jodida moral este tema.

Me da asco esta sociedad obsesionada con la talla y el peso achacándolo todo a riesgo de obesidad. Cada bebé tiene un ritmo, el mío comenzó acelerado, pero la doctora en vez de esperar unos meses, tuvo que hacerme pasar la agonía de creer que yo estaba haciendo algo mal con mi hijo, de que lo sobrealimentaba y que pesaba más de lo que debía.

Ese fue mi error, y debí haberlo predicho cuando a mí, desde siempre, TODO me lo han achacado al peso.

Con esto no quiero decir que no hagáis caso de lo que os digan los pediatras, pero si sus «directrices» os hacen dudar, seguid vuestro instinto, porque como ya me ha dicho más de una mamá, solo vosotros sabéis de verdad las necesidades de vuestro bebé.

Melanie Alexander