Hablemos de infidelidad financiera.

¿Alguna vez has sido infiel?

A priori es una pregunta fácil.

Todo sabemos a ciencia cierta si nos hemos acostado con otra persona o si hemos tenido sentimientos por un tercero cuando estábamos en una relación.

Sin embargo, deberíamos darle una segunda pensada antes de contestar.

Porque no es tan sencillo responder a la pregunta si consideramos que, por infidelidad, debemos entender también la infidelidad financiera.

La infidelidad financiera comprende desde el uso del dinero común a espaldas de otro, hasta la ocultación de deudas. Pasando por mentir en el coste de una adquisición, de omitir un aumento de las ganancias o, incluso, esconder la existencia de ahorros secretos.

A tenor de los datos desprendidos por los estudios al respecto, este tipo de infidelidad es mucho más común de lo que nos gustaría.

De hecho, quien más y quien menos ha escuchado a alguien comentar que cuando su pareja le pregunta si esa prenda es nueva, contesta que ya la compró el año pasado. Cuando en realidad acaba de quitarle las etiquetas. O, cuando le preguntan si tal objeto es nuevo, responde que no, pero que lo acaba de limpiar y lo parece.

Así de primeras podemos pensar que, a esa escala, no es algo tan grave.

Quizá el que miente/oculta/disfraza un movimiento financiero lo hace porque no cree que sea relevante y porque, de esa manera, se ahorra una discusión innecesaria.

No obstante, esta conducta, por insignificante que pueda parecer, tiene capacidad suficiente como para provocar fricciones y dañar la confianza de la relación de forma irreparable.

Imagen de Mikhail Nilov en Pexels

Y es que, en muchas ocasiones, no se trata de nimiedades como mentir sobre la fecha de compra de esa camisa o de que si esa bicicleta parece nueva no es porque la hayan pintado, sino porque es nueva de verdad.

En cualquier caso, independientemente del alcance del engaño, la infidelidad financiera debe ser valorada como causa y a la vez como síntoma de que algo va mal.

Por un lado, porque ese comportamiento revela un problema de confianza, tal vez basado en que las visiones de las finanzas de ambos difieren entre sí; tal vez relacionado con un trauma anterior concerniente al dinero que uno de los dos viene arrastrando consigo.

Sea como sea, estas mentiras suelen conllevar otras carencias y debilidades. Como pueden ser una mala comunicación en general o un desequilibrio de poder entre las dos partes.

Por otro lado, a menudo las mentiras, deudas secretas y otros movimientos financieros ocultos implican un problema de adicciones, ya sea ludopatía, alcoholismo, consumo de drogas o compulsión por las compras.

Imagen de Mikhail Nilov en Pexels

No deberíamos esperar demasiado para hablar de dinero.

Quizá no sea uno de los temas más agradables ni divertidos. Pero no debería ser tan difícil exponer la visión de cada uno y llegar a acuerdos para establecer las bases financieras de la pareja.

Es por todo lo anterior que deberíamos replantearnos qué tan sinceros somos con nuestra pareja en lo que a finanzas se refiere, así como en todo lo demás.

Porque no se trata de tener una sola cuenta bancaria en la que disponer de todos los ingresos de los dos.

La cuestión va mucho más allá de esa formalidad.

Es más, en la práctica muchos se sentirán más cómodos teniendo una cuenta común para los gastos y manteniendo su propia cuenta independiente. Eso es lo de menos.

Cada pareja tendrá una fórmula, lo único importante es que se haga con respeto y honestidad.

 

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