Una madre se inventa lo imposible para que sus hijos sean felices.

Mi hija mayor, que ahora está cerca de conseguir la mayoría de edad, tenía diagnosticada depresión desde los 10 años. Aunque el movimiento antibullying está latente en muchos centros de estudios, cada vez los profesores están más atentos y teníamos apoyo psicológico, pero me tocó vivir una de las etapas más duras de mi vida.

No le deseo a nadie que llegue a casa de trabajar y encontrarse a su hija llorando metida en la cama, que no te hable y que te dé miedo dejarla a solas por si pasa algo.

Un día, hace un par de años, mientras comíamos, mi hija canturreaba una canción, y aunque el resto estábamos comiendo, no le dije nada. Al poco tiempo empezó a empapelar su cuarto con posters de Harry Styles y sonaba su música por toda casa.

Desde ese día empecé a investigar sobre este muchacho para poder tener tema de conversación con mi hija. Me pareció el Robbie Williams de esta época.

Gracias a él, hablábamos. Le mandaba vídeos de Tik Tok, memes y otras chorradas y conseguí sacarle una sonrisa más de una vez. Unos meses más tarde escuché en la radio que Harry venía a España y lo vi claro. 

No le dije ni mu a mi hija. Saqué de donde pude el dinero para las entradas y empecé a maquinar su sorpresa. Le hice una pancarta que ponía “Pon un Harry en tu vida” y le puse al lado un blog con números que tenía que ir arrancando. Comenzaba con 400 más o menos, porque el concierto no era hasta un año y pico más tarde.

Como sé cómo es mi hija y no lleva bien lo de las sorpresas, le dije que le iba a poner un reto. Colgué el cartel en su cuarto, le expliqué que cada día tenía que quitar un número del blog porque era una cuenta atrás y que el objetivo era ver a Harry en persona, pero para ello era importante tener una comunicación fluida, que me pidiera ayuda en lo que necesitara y que en un mal día, se pusiera una canción de Harry para recordar que la recompensa era muy grande.

Me encantaría decir que mi hija me abrazó, me dio las gracias y se puso contenta, pero no fue así. No entendía nada, pero poco a poco cambió mucho su actitud. El estar escuchando música, el pensar que le iba a conocer y que el tiempo iba pasando más rápido de lo que pensaba hizo que ya no tuviera que tomar medicación y estuviera mucho más motivada en los estudios.

Su psicóloga me felicitó por haber encontrado un estímulo en su vida, pero realmente lo único que hice fue darle un motivo para poder continuar. Las gracias se las tengo que dar yo a Harry, porque sin él no sé si lo hubiéramos logrado.  

 

Anónimo

 

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