Hola a todas, no suelo escribir nunca en ninguna parte. Pero esta vez necesitaba hacerlo y necesitaba contarlo. No me siento preparada para explicarle a la familia y amigos lo ocurrido y a la vez necesito que salga de mi para poder sobrellevar mi dolor.

He perdido a mi bebé, aún no ha nacido, pero ya se ha ido.

Lunes por la mañana, nos levantamos como cualquier día. El peque sigue durmiendo. Preparamos el desayuno juntos y nos sentamos en el salón a desayunar viendo las noticias, son aproximadamente las 7:30 de la mañana. Terminamos de desayunar, lo recogemos todo y me siento en mi sitio de trabajo en casa, ya que estamos aún teletrabajando. Todo va como cualquier día pero de repente me viene esa sensación de asco y tengo que salir corriendo para el wáter a vomitar… Y ahí estoy sin ningún día de retraso aún, se supone que hoy me tenía que llegar la regla… Otra vez ese asco que me sube desde el estómago y de nuevo a vomitar… Estoy embarazada, lo sé, aunque por otra parte estoy que no me lo creo, es la primera vez que lo intentamos esta vez.
Con el pequeñajo nos costó un año y pastillas. ¡Pero sé que lo estoy! Ese asco, esa fatiga… Es exactamente igual que mi embarazo.
Salgo del baño y voy a la habitación del fondo donde está trabajado ahora F y se lo digo súper ilusionada. Me dice bueno vamos a esperarnos unos días no vaya a ser una falsa alarma, aunque yo estoy segurísima de que de falsa alarma nada.
Decidimos esperar, van pasando los días y y cada vez voy teniendo más síntomas, a la fatiga y al vómito se le ha sumado un sueño del que me cuesta manteneme despierta, cansancio, no soportar algunos olores, estar más sensible de lo normal y por supuesto ni rastro de la regla… Al quinto día de retraso me hago la prueba y ahí están. No tardaron ni medio minuto en aparecer… ¡¡Dos rayitas!! Dos rayitas que en ese momento me confirmaron lo que ya sabía y que a la vez me inundaron, nos inundaron, de una felicidad tremenda.
¡¡¡Volvíamos a ser papás!!! Nuestro peque va a tener un hermanito o hermanita, no podíamos estar más felices.
Y no sé cómo explicarlo pero en ese momento, sabiendo que ya está ahí mi pequeñín formándose y haciéndose fuerte dentro de mí, siento que mi amor se multiplica, es una emoción muy grande, porque cuando tienes a tu primer bebé, a tu hijo, lo quieres tanto que te preguntas si vas a ser capaz de amar a otra persona igual que lo amas a él, con esa misma intensidad y de esa maner. Y lo cierto es que sí que se puede porque ese amor se multiplica y de verdad que es algo maravilloso y bonito de vivir.
Y cuando tú hijo te abraza o se duerme en tus brazos sabes que sois tres corazones latiendo al mismo tiempo.
Al día siguiente empiezo a organizarlo todo, llamo al centro de salud para tener cita con la matrona y me dan una cita telefónica. Al día siguiente me llama por teléfono y me va realizando una serie de preguntas las cuales voy respondiendo.
¿Cuándo fue la última regla?
¿Embarazos anteriores? ¿Cómo habían resultado?
¿Enfermedades?
¿Antecedentes familiares?
Peso/altura
Y unas cuantas preguntas más…Me dice que debido al embarazo anterior; mi niño nació antes de tiempo, por inducción, por venir bajo peso y por el mi peso de 130kg. Me deriva a alto riesgo, pero que no me asuste, simplemente es para estar más vigilada. Y me da una cita para que me realicen una primera eco dentro de una semana.Los días van transcurriendo bien, yo sigo con los vómitos, con fatiga y asco, pero sabiendo que eso es buena señal, que quiere decir que se ha agarrado bien y que tengo un nivel alto de hormonas.
Pero a su vez tienes esa sensación de ¿Estará bien mi pequeñín? ¿Va todo bien ahí dentro? Y deseas que llegue ya el día de la ecografía para quedarte tranquila.Mientras esperamos vamos haciendo nuestra vida normal y como estamos tan ilusionados se lo contamos a la familia, pero decidimos esperar a ver la eco y que nos confirmen que todo está bien para decírselo a los amigos y demás.

Y llegó el día.
Nos levantamos temprano, una vez desayunados y arreglados llevo al peque, que aún duerme, a casa de mis padres. Y F me recoge en la puerta, nos vamos a Cádiz, al hospital, para que me vean en alto riesgo. F no está muy nervioso, yo sí, estoy deseando verle y que todo esté bien. Por fin llegamos a la consulta, 8:30 de la mañana, pero aún no ha llegado el médico y tenemos que esperar. La espera se hace eterna y 30 min más tarde por fin llega el doctor. Atiende a una pareja antes de nosotros y cuando ya salen entramos nosotros por fin.

Una vez sentados el médico empieza a hacerme las preguntas de rigor, luego me dice que vaya a la sala de al lado con la enfermera.

Mascarillas puestas, me desvistió y me tumbo en la camilla, pasa el doctor y le dice también a F que pase para que vea también al pequeñín en la pantalla.

Me realiza una eco vaginal ya que aún son muy poquitas semanas, apenas 6, y de repente ahí está. Dentro del saquito se ve una pequeña manchita y nos dice: mirar, ¿veis ese parpadeo? Es su corazón latiendo.
En ese momento una tremenda alegría se apodera de mi, ahí está mi pequeño latiendo con fuerza, creciendo. Nos dice que todo va bien, pero que como no se puede oír el latido porque es muy pequeño, que volvamos dentro de tres semanas y nos da cita para el 10 de julio.

Emocionados y contentos nos vamos a casa y mandamos a la familia fotos de la eco, señalando la manchita para que vean dónde está exactamente.

Todo va genial, yo sigo con mis mismos síntomas y en aumento el tema de los vómitos, pero eso es buena señal me repito una y otra vez.

Con la emoción y alegría y sabiendo que todo va bien, se lo contamos a los amigos e ilusionados se lo decimos a nuestro peque también.

Aunque aún no es muy consciente, porque es pequeñito, se ilusiona con la idea de tener un hermanito y como sabe que está en la barriga empieza a hablarle todos los días, le dice quién es y que va a jugar con él y a cuidarlo. Y yo cada vez que lo veo muero de amor y su papá también. Y así vamos viviendo los días, disfrutando de este nuevo embarazo los tres.

7 de Julio, apenas tres días antes de la eco que teníamos prevista. Me voy temprano a trabajar, hemos empezado a ir un día a la semana a la oficina y hoy me tocaba a mí. Transcurre la mañana con normalidad, con mis fatigas y vómitos cómo cualquier día. Sobre las doce de la mañana me empieza a doler mucho las lumbares y pienso que es del tiempo que llevo sentada en la silla después de tanto tiempo que llevo sin ir por la oficina y no le doy más importancia. Un poco más tarde, no recuerdo bien la hora empiezo a tener unas molestias en la barriga un poco más fuerte de lo normal, pero no le doy mucha importancia, pienso que puede ser el útero creciendo o cualquier cosa.
Todo va bien, no pasa nada malo.

Llega la hora de volver a casa, lo recojo todo, me despido de las compañeras que hasta dentro de una semana no vuelvo a ver y me dirijo al coche, es cierto que me siento un poco fatigada, pero es normal estamos a más de 30° y a pleno sol, pongo el aire a tope en el coche y me dirijo a mi casa, unos 20 minutos en coche. Por fin llego, saludo a mi marido y me asomo a ver al pequeño que está dormido.

Mientras F prepara la comida yo voy al baño a hacer un pis y cuando me limpio veo en el papel lo que no esperaba ver hasta dentro de unos meses. Estaba manchando. No era mucha cantidad, más bien rosita.

Decido no alarmarme, y le digo a F que he manchado un poco pero que vamos a comer algo y si sigo manchando pues entonces vamos a urgencias.
Y así fue, cuando acabo de comer vuelvo a ir al baño y seguía manchando, así que ya me puse a pensar que los dolores de por la mañana podían tener algo que ver y que mejor ir a que me vean y quedarme tranquila.

 

Me vuelvo a vestir, mi suegra viene a quedarse con el pequeño y nos vamos a Cádiz a que me vean de urgencias.
Una vez llegamos allí, después de pasar por triaje, subimos a la tercera planta. En el equipo de urgencias está la matrona que me atendió en el parto y que además es conocida mía. Así que nos quedamos súper tranquilos. Y al vernos me pregunta que cómo estamos me pregunta por el pequeño y se alegra mucho de que esté de nuevo embarazada.

También me dice que tenemos que esperar bastante tiempo porque hay una complicación en un parto y van a tardar como hora y media, que podemos irnos a tomar algo y volver luego.
Así que después de entregar la prueba de orina que me habían pedido decidimos salir a buscar una cafetería cerca del hospital y damos un paseo por la avenida.
Durante todo ese rato estoy tranquila, había dejado de manchar y quería pensar que todo iba bien.

Cuando pasó el tiempo que nos había dicho la matrona volvemos y enseguida nos pasan a la consulta.
El médico me pregunta el motivo de la consulta, le explico todo y me dice que pasara detrás de las cortinas, que me desvista de cintura para abajo que me va a hacer una eco para ver que todo esté bien. Y así lo hice, me subí en la camilla y puse las piernas en el sitio ese para ponerlas.

No podía evitar estar nerviosa, deseando de verle y poderle escuchar el corazón. Se veía en la pantalla, perfectamente, ahí estaba mi pequeñín, mi hijo, pero no sé movía, no se veía latido, yo misma lo estaba viendo pero no lo quería creer.

El médico estuvo un rato para ver si podía captarlo si se veía algo, pero finalmente nos confirmo lo que los dos estábamos viendo. Su corazón se había parado y en ese instante el mío también.
No podía, no podía ser, estaba conmigo, sigue estando conmigo. No puede ser real. Rompo a llorar y no puedo parar, F intenta consolarme pero él también está mal. Lo sé.

Nos dejan un rato solos me visto y nos sentamos delante del doctor para que nos explique todo un poco. Nos dicen que lo sienten mucho, pero que estás cosas pasan más veces de las que nos creemos, que es normal. Nos explican que me tienen que hacer una analítica y que luego me hablan de las opciones que tenemos y se van.

La matrona se queda con nosotros e intenta darme ánimos, pero yo no puedo. Me cuesta respirar, tengo los oídos taponados y no puedo parar de pensar en que no es real.

Entre todo eso, ella nos va explicando los dos métodos, bien un legrado con el que tengo que ingresar y hay que programarlo o llevarme unas pastillas a casa y hacerlo yo.
Yo no puedo pensar en nada, solo quiero irme a casa y estar con F y mi pequeño y llorar.

Me tengo que quedar allí más tiempo, hacerme la analítica, esperar el resultado y confirmar yo que método quiero.
F parece que está bien, pero sé que solo lo parece, está igual de destrozado que yo. No nos podemos creer que ya está, que se terminó, que ya no vive, que está muerto. Porque aunque no haya nacido para mí ya estaba vivo, dentro de mí pero vivo y con su pequeño corazoncito latiendo.

Mi hijito, mi pequeño garbancito, que ya no está pero sigue dentro de mí y abrazo con todas mis fuerzas diciéndole lo mucho que lo quiero y que lo siento.

Sé que tenemos a nuestro peque y que es maravillosa y me da fuerzas pero eso no me quita el duelo, no me quita la pérdida. Mi hijo no ha nacido, pero es mi hijo. No le ha dado tiempo a que se le forme su nariz, sus ojos, sus deditos, pero es mi hijo y ha muerto dentro de mí. Me duele, me duele mucho.

Ya le teníamos su nombre, Rodrigo si era niño y Jimena si era niña. Aún no sabíamos el sexo pero lo quería, lo quiero y lo querré siempre. Aunque solo mida 19 mm, tenía un corazón que latía y se paró. Según el médico pudo ser hoy, ayer o antes de ayer, pero no más tiempo…

Ahora me queda pasar un duelo, esta noche tengo que meterme unas pastillas en la vagina, 4 para ser exactos y provocar la expulsión de mi hijo. Se que tengo que hacerlo pero me siento mal por ello y me duele, y se me junta al dolor de su pérdida y me parte.

Se que la gente me dirá, no pasa nada estabas de muy poco, tienes otro niño céntrate en él, verás que pronto te quedas de nuevo.

Y es verdad, estoy de pocas semanas, tengo un niño maravilloso de 28 meses y sé que volveré a buscar un hermanito para él. Pero eso no quiere decir que este no lo fuera, yo siento que tengo dos hijos: mi niño, mi queque de 28 meses que quiero con locura y mi pequeñín de 19mm al que no he podido conocer porque el destino ha querido que así no fuera, pero al que quiero y aún abrazo fuerte mi barriga porque sigue dentro de mí y del cual tengo poco tiempo para despedirme y no sé cómo hacerlo.

Anónimo