Hay quien dedica su verano a irse de vacaciones. Viajar a una playita chula, descubrir un nuevo país, escapar a una casa rural perdida en el medio de la nada… ¡Bah! Eso está sobrevalorado amigas, personalmente hace años que mis veranos son por y para el trabajo, y como aquí no se consuela el que no quiere pues eso, yo me quedé en mi ciudad soportando temperaturas dignas del mismo infierno y escuchando cada dos por tres aquello de ‘¿pero no te vas de vacaciones?’.

Y como cada temporada de sudores y sofocos, este año he vuelto a caer en las noches de insomnio provocadas por el calor y los mosquitos. Reventada después de un agotador día de trabajo, te tumbas en pelotas sobre las sábanas finas sin siquiera haber deshecho la cama y te das cuenta de que ahí no hay quien duerma. ¿Y qué hace una entonces? Pues engancharse a alguna serie que haga de la nocturnidad algo más ameno.

Netflix y HBO ventiladas, ¿qué narices hago yo ahora? Tirar de Youtube y de algún vlogger que me distraiga. Hasta que he dado con ello, chicas: Todas las temporadas de Compañeros, de la primera a la última, capítulo a capítulo. He caído (vamos, de lleno) y la canción de mi verano ha sido sin duda aquella que empezaba ‘Como un cielo abierto cuando nadie lo esperaba…

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He reído, he recordado, me he emocionado como la adolescente que era cuando la veía cada miércoles en televisión. Pero sobre todo me he dado cuenta de lo muchísimo que han cambiado las cosas desde aquellos maravillosos años en los que Valle, Quimi, Sara y el resto de la cuadrilla eran lo más de lo más. Por suerte en tantísimos temas hemos evolucionado… Parece que fue ayer cuando Antena 3 nos llevaba a las aulas del Colegio Azcona, pero sin duda los más de veinte años que han pasado desde que comenzó a emitirse han servido para marcar la diferencia.

LOS ESTÁNDARES

Yo nunca fui muy de Valle. Al ser de toda la vida la gordibuena de mi grupo de amigas, siempre veía en el personaje de Eva Santolaria a esa chica que no cuajaba conmigo (tonterías de adolescencia, you know). Pero es sorprendente la manera en la que capítulo a capítulo nos metían fuese como fuese que ella lo valía por lo guapa y delgada que estaba. Sí, se marcaron un capítulo hablando de la bulimia y los trastornos alimenticios, pero no había guión en el que algún personaje no destacase que Valle era lo máximo y que lo merecía todo solo por lo pivón que era. Es decir, que lo de la diversidad todavía no estaba muy en auge.

LAS RELACIONES

Como buena viejoven que se precie, me paso el día repitiendo aquello de ‘en nuestros tiempos eso no pasaba‘. Al final uno siempre tiende a criticar basándose solo en lo bueno, como si nuestra etapa en el instituto hubiese sido todo respeto y educación. Compañeros demuestra en muchas ocasiones lo contrario, y aunque lógicamente es una serie de ficción y no hay que ser muy estrictos, tampoco estaba mal visto aquello de responderle mal a los padres o ir de súper adultos con apenas 15 años. Me quedo con la idea de ese Quimi independizándose y yéndose a vivir con la secretaria del colegio, muy real y muy normal la trama, ¿eh?

LA SEXUALIDAD

Euphoria vs Compañeros, me da la risa. Qué ternura ver cómo se trataba el tema de las primeras veces en aquel final de los noventa. Que, seamos justas, ni tanto ni tan poco. He visto capítulos en los que han tachado a Valle de fresca por haber perdido la virginidad muy pronto mientras se elogiaba a personajes como el de Arancha por querer esperar para ‘entregar su flor’. Nos demostraban que tener relaciones sexuales era serio y especial, algo que actualmente parece haber quedado un poco en desuso.

Hablaban de abusos, de violaciones o de embarazos no deseados como temas tabúes que apenas se daban en la sociedad. Al menos lo visibilizaban, sí, pero de qué manera. ¿El ‘mejor’ momento? Aquel en el que Marta salía del armario y la recomendación inicial (y normalizada) era la de que visitase a un psicólogo. Se tapó todo aquello superponiendo la valentía de la profesora de turno, que la animaba a ser libre y a querer a quien le diera la gana. Pero la heroína entonces no fue la alumna por haber tenido el valor de ser sincera, sino la profe por ser tan ‘liberal’.

LOS VICIOS

Ese Quimi entrando por la puerta del Azcona cigarrito en mano. Encendiéndose su pitillo en la puerta de la clase, delante de los profesores que como mucho le avisaban de lo malo que era el fumeteo. Y como él tantos más que nos enseñaban que el más guay del cole era el que le daba unas caladas al cigarro y se bebía unas cañas al salir de clase. Porque esa es otra, iba a tener el bueno de Luis (padre de Valle) el bar hoy en día repleto de menores de edad dándole a los tercios y a los cubatas a plena luz del sol. Y luego la alcohólica era Marisa, ‘ey chicos, mirad que malo es eso de la bebida‘, pero la pandilla de estudiantes no se pedía zumitos precisamente.

LAS DIFERENCIAS DE EDAD

Tenía en mente tocar este tema en el apartado de ‘relaciones’, pero me ha chocado tanto lo mucho que se ha repetido este tipo de tramas en la serie que no puedo hacer más que dedicarle un punto en exclusiva. Parece que hace veinte años aquello de respetar a los menores y las diferencias de edad no era para tanto. Y es que como toda buena serie española que se precie, en el Azcona había rolletes y amoríos sin parar.

Ya fuera entre los propios estudiantes o entre el plantel de profesores. ¡Anda que no cató compañeras de curro Francis Lorenzo en su papel como Alfredo! Lo más llamativo de todo llegaba cuando las parejas se formaban entre profesores y alumnos, con naturalidad, como si aquellos besos en la radio fuesen lo más normal del mundo. No seré yo la que vete el amor libre y sin trabas, pero está claro que hoy en día nos meten un guión como ese y la serie se hace viral (y no para bien precisamente).

El Bar La Escapada, ese lugar donde los menores podían beber alcohol sin problemas.

EL MACHISMO

Que igual fue solo cosa mía que tras tantas temporadas seguidas ya estaba saturada de fantasmadas poco creíbles, pero he terminado el último episodio con la total certeza de que esta serie defendía a capa y espada aquello de ‘es el hombre el que salva a la desvalida mujer‘. César defendiendo de golpes a su churri, Quimi montado en su moto como caballero sobre su corcel para librar a Valle de las manos de un hombre que se sobrepasa, Alfrendo… Alfredo en todas partes una y otra vez, que solo le faltaba el traje de superhéroe. Ellas repetían sin cesar que se valían por sí mismas, que con la llegada del nuevo milenio las cosas habían cambiado, pero al final siempre eran ellos los que se llevaban el gato al agua. Y ya no hablemos de ciertas coletillas que hoy en día suenan completamente a disparate pero que entonces eran de lo más normal, micromachismos auténticos.

Termino de analizar y me siento quizás un poco más vieja que hace unas horas, cuando empecé a escribir este post. Corrían el año 1998 cuando la preciosa voz de Greta y los Garbo nos avisaba de que por encima de todo estaba la amistad. Mi espíritu viejoven vuelve a invadirme y yo no me canso de repetir ¡ya no se hacen series como las de antes! (¿o sí?).

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