Esta es la historia de amor de dos locos que no tenían término medio. No se enamoraron viendo una película en el cine ni tomando una copa en un bar, sino en una preciosa cala de aguas turquesas situada entre montañas, era un paraíso. El loco se acercó a ella entre las olas y en lugar de saludarla y presentarse, le pasó la mano por la cintura y susurrándole al oído le juró amor eterno.

El loco era tan alto que ella tenía que subirse a una silla para besarle, ¡medía tres metros por lo menos! La loca tenía los ojos tan grandes que podía mirarle incluso cuando estaba de espaldas.

Cuando dos locos que no tienen término medio se enamoran, la tierra sufre algunos temblores y las nubes chocan sin cesar provocando tremendos desajustes en las estaciones y trastornando a todas las demás personas. Pero a ellos les daba igual, porque el resto del mundo había dejado de existir.  

Cuando el loco besaba a la loca, ella flotaba unos centímetros sobre el suelo, la gente alrededor no se daba cuenta porque las cosas tan intensas a veces son invisibles para las personas que sí tienen término medio. Todas las noches, los locos se comían la piel el uno al otro, pero nunca se empachaban porque cuando no hay término medio uno puede devorar, aunque ello implique la muerte.

Cada vez que discutían había tormenta y llovía durante días enteros. Una vez la loca lloró tanto que todos los cristales de su casa estallaron y el loco estuvo tan triste por ello que su corazón se escondió y decidió parar de latir casi una semana entera. La loca le quería tanto que tan solo tuvo que abrazarle tumbada a su lado y apretar los ojos deseando que su loco despertara, para que el milagro sucediera.

Como eran dos locos que no tenían término medio, eran capaces de conseguir parar el tiempo cuando deseaban alargar un encuentro. La Tierra se detenía, pero ellos ni siquiera eran conscientes, entregados a quererse olvidaban que más allá de las cuatro esquinas de su cama, todo un mundo había dejado de importar y de tener sentido.

 

Sin embargo, cuando dos locos que no tienen término medio se encuentran y se unen, sus dolores se multiplican también, sus peleas manchan de sangre el amor y acaban por salir malheridos.

Después de muchas resucitaciones intercaladas con abrazos que les rompían los huesos, los locos quedaron débiles y sin fuerzas. Se habían consumido el uno al otro, delgados y ojerosos se habían comido la vida y al borde de la muerte se encontraron. El loco gritó y gritó, la idea de matar a su loca le acabó por desquiciar y ese grito fue tan alto y fuerte que cuando cerró la boca se encontró a si mismo tan lejos que pensó que jamás volvería a verla. La loca lloró durante días y noches sin coger aire y a punto estuvo de ahogarse por no respirar.

Lo que no sabían los dos locos, es que las promesas que hacen los que no tienen término medio siempre se cumplen. Después de mover las nubes y las montañas, de crear el caos en La Tierra, todas las piezas encajan y vuelven a unirse.

Porque eterno, significa eterno.

 

Marina Castro