A ver, hoy vengo a deciros unas cuantas cosas sobre instagram que parece que todo el mundo tiene muy claro pero que luego se nos olvida y la gente acaba frustrada y acomplejada fijándose en los perfiles de los demás creyendo que la vida real es eso.

Sobre todo el de las influencers de las que todos creen que su vida es un carnaval, que todo en ellas es guay, y que son perfectas, alegres y felices y no es así ni mucho menos.  También sufren, tiene problemas y lloran como todo hijo de vecino pero claro no se graban ni se hacen fotos haciendo eso.

 

Voy a hablar de mi misma, que como soy una puñetera egocéntrica ya me va bien, como ejemplo de lo que hago yo, que soy una mortal normal y corriente,  con una vida de la cual no me quejo para nada, pero vaya que no es perfecta, ya que la perfección es un coñazo. Para que veáis, sobre todo las más jóvenes  que ellas, hacen como yo pero  multiplicado por mil.

Empezemos por los stories

Yo me levanto dejando la babilla en la almohada, los ojos hinchados, legañas y un careto que asusta al miedo.  ¿Me grabo en ese momento para hacer un storie? No. Pues ellas tampoco, y si lo hacen desde la cama, está la pose estudiada y el filtro perfecto, nenas.

Luego desayuno en el bar del pueblo donde a veces me dan conversación, y yo que tengo un humor de perros recién levantada, miro a un punto fijo mientras imagino como estrangulo al que me habla.  ¿Me grabo un storie? no.

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Seguidamente entro al trabajo, y como todos pues chica, trabajo. A lo largo de la mañana hago pipi y a veces hasta popo. ¿Me grabo?, no.

Luego a la hora de comer la mayoría de días como sola, un menú , o  a veces un tupper que me traen delante del ordenador mientras acabo cosas pendientes , y sigo trabajando hasta las ocho de la tarde.  ¿Me grabo? no.

Al salir de trabajar sí que voy algunos días al bar (yo es que soy muy de bar, y de tomar vinos), y ahí es cuando me grabo, con mis amichis en el bar de copeo, pero recordad que llevo ocho horas pringada como todo Dios, y solo veis el bar después del curro.

Si un día voy al Mercadona (que intento por todos los medios no ir,  porque odio ir a comprar),  o a la pescadería, o estoy limpiando el wáter de mi casa, pues no me grabo.

Y cuando hago deporte (a mi me gusta mucho andar) pues sudo como una cerda, se me queda el flequillo pegado a la frente y ronchones de sudor por la camiseta sobretodo esos que molan tanto debajo de las tetas, no lo hago maquillada encima de una cinta y sonriendo, chica, dime cutre. Y tampoco me grabo.

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Y llega el finde y ahí es cuando se petan los stories, pero chica es finde, y la gente hace cosas. Que si el vermut, la playa, los restaurantes, los bares, los pubs, todos sonrientes y pasándolo en grande.  Vale es la recompensa de la semana de esclavos que llevamos todos en el curro, ¿Eso lo tienes claro?. Y si tú no haces  eso pues tampoco pasa nada. Yo soy muy de salir, o sea que si hay un terremoto, en casa no me pilla, pero hay gente que es más casera,  ¿Y qué?  ¿Qué malo hay si uno está a gusto en su sofá viendo series?.

Y luego los filtros, que a mí me encanta ponerme orejas de gato y tener voz de dibujo animado, pero no hacen solo eso, te borran las ojeras,  los granos, las imperfecciones, te hacen los ojos grandes y la piel perfecta vamos, que debajo del filtro estas tú, pero no lo parece.  Que yo sé que es mentira y que soy más fea, pero  ¿Tú lo tienes claro cuándo me ves?.

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El mundo fotos

Como casi todos pongo solo las que salgo bien, y deben ser un 25 por ciento si llega de las que me hago, en las  demás tengo  una pose jorobada, se me  ve la papada, el pelo encrespado y mil cosas más, chica, lo normal.

Y los selfies, esa moda que a mí me encanta pero que hay que tener claro que te lo haces desde arriba, o sea que si hay papada te la tapa, y que aparte de verte cabezona  (si,  en los selfies la cabeza se ve más grande que el cuerpo),  pues te adelgazan, no sé porque pero en los selfies  yo salgo más delgada, será el ángulo pero me quita unos diez kilos mínimo. Yo cuando me los hago sé  que estoy más gorda y no soy tan mona en la realidad ¿Y tú lo sabes?.

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Pues multiplica esto por mil, y es la vida que ves de la  influencer que sigues y que tanto admiras. Postureo, fotógrafos profesionales, maquillaje, countorning, filtros, y fiestas infinitas con amigos que a veces no lo son pero quedan bien en la foto. Que sí,  lo que tú estás viendo en ese instante es  verdad, pero es más verdad lo que calla y no pone.

Así es que cuando veas Instagram, piensa que estás viendo cinco minutos de  las veinticuatro horas de una persona. Y que la realidad no está ahí, sino en lo que no se expone. Y gracias a Dios porque si no viviríamos en un Gran hermano constante, y yo paso, que soy muy mona y seguro que ya estaría nominada.