Nunca pensé que ir de vacaciones sola me aportaría tanto, pero así fue.

Cuando le dije a mi novio y a mis amigas que quería ir de vacaciones sola a Mykonos, algunos no me entendieron.

Algunas personas pensaron que mi relación hacía aguas. Mis padres incluso pensaron que estaba traicionando a mi pareja por irme sola. Varias personas se ofrecieron a acompañarme, pero lo que no entendían es que, lo que precisamente quería, era ir sola.

No tienes que justificar cada vez que te vas de viaje con tu pareja o amigas, pero cada vez que decía que me iba sola a Mykonos, la gente me preguntaba «¿Pero por qué quieres is de vacaciones sola?» y yo contestaba «¿Y por qué no?«

Todos los viajes que he hecho, los he organizado yo. Aunque haya ido con mi pareja en varias ocasiones a recorrer mundo, la logística del viaje y el plan siempre lo había montado yo. Eso no fue un problema.

Antes de marcharme, tenía ciertas inquietudes. Me daba miedo pensar que si algo me sucedía no tendría apoyo en Mykonos, pero bueno, esto es lo de siempre: si te paras a pensar en todas las cosas que te pueden pasar, al final no haces nunca nada.

En el momento en el que llegué a la isla, todo cambió. Me sentí completamente segura, me dieron mi habitación, colgué mi ropa, me puse las bambas y me fui a recorrer Mykonos.

Había decidido ir de vacaciones sola por primera vez y tenia total libertad para decidir a dónde ir en cada momento.

Me di rienda suelta para cambiar el tipo de viaje que había hecho hasta la fecha. Me vi sacando fotos al amanecer a las 6 de la mañana, cenando un sándwich en una hoguera en la playa al anochecer y escuchándome a mí misma durante una semana.

No hice ningún tipo de plan, cada mañana me despertaba a la hora que mi cuerpo lo deseaba y salía del hotel sin ningún destino concreto.

Comí las mejores ensaladas de mi vida, me bañé desnuda cada noche en el mar, leí esos dos libros para los que nunca tenía tiempo, me puse flores en el pelo y hasta me animé a asistir a dos clases de yoga.

Tuve todo el tiempo que deseaba para sentarme frente al mar, cerrar los ojos y sentir la energía del mar. Desconecté por completo de mi vida, de mis pensamientos y me permití a mi misma fluir cada día en aquella maravillosa isla ¡Qué necesario es a veces el silencio!

No descubrí grandes verdades universales o filosóficas, pero volví renovada, volví con ganas de seguir existiendo, volví conociéndome mejor y sintiéndome en paz conmigo.

Nadie entendía por qué quería ir de vacaciones sola. Pero volví con energía, sintiéndome afortunada por lo que tengo en la vida y agradecida por las personas que forman parte de ella.

Ese viaje me dio perspectiva y me puso el contador a cero. Ser consciente de que yo misma fui capaz de resetear mi sistema me hizo sentir poderosa, fuerte y autosuficiente.

A la vuelta me sentía plena, completa, libre y terriblemente bella.

Cuando entré en casa me lancé a los brazos de mi pareja y nos pasamos el día entero en la cama, mirándonos como hacía meses que no nos mirábamos. Porque, no nos vamos a engañar, la rutina puede con la magia.

Como conclusión, tengo claro que volveré a viajar sola, no sé a dónde ni cuándo, pero sé que lo volveré a repetir.

¿Por qué? Bueno ¿Y porqué no?

M.Arbinaga