El mundo de las relaciones puede ser maravillo cuando son sanas y basadas en el respeto y la confianza, pero cuando estos aspectos no se dan, puede ser tu peor pesadilla y realmente puede acabar con tu felicidad.

Cuando algunas relaciones se empiezan a torcer por cosas que hace la otra persona, es cuando empieza todo y es cuando tú te empeñas en defender cosas que no tienen justificación.

Al final tu relación, tu vida, tu día a día, consiste básicamente en estar en tensión, esa confianza ciega que podía haber al principio (o no, en ocasiones es inexistente casi desde el primer momento) ha desparecido por completo, y vives así, desconfiando.

Llega un punto que cosas que tú misma estás viendo que en tu cabeza están resonando como “eso está mal”, decides que no, que no es para tanto, que total…

Y es cuando empiezas a hacer ese pequeño balance de las cosas malas y buenas que te aporta tu relación, pero lo haces desde el autoengaño, porque llegados a este punto y es algo muy frecuente, añadimos a la lista de cosas maravillosas cosas que son NORMALES dentro de una relación.

Recuerdas ese día que estabas tan triste y él apareció para consolarte, y piensas, claro si no me quisiera eso no lo haría, es que es un súper novio. No querida, no es un súper novio, es algo que en cualquier relación sana y estable se tiene que dar, y si para ti este tipo de cosas son extraordinarias es porque no se dan con la frecuencia normal.

 

No paras de decirte a ti misma que tú sabes que él te quiere mucho, y que si no lo hace mejor es porque no puede… Querer no supone de grandes esfuerzos ni sacrificios, querer bien y de forma que la otra persona merece es muy sencillo, y si no es así, es porque realmente no hay amor.

De repente te ves en  una situación totalmente enrevesada, donde en muchas ocasiones hay muchas infidelidades por su parte, que pueden presentarse de mil formas, ya que una infidelidad no tiene por qué ser solo acostarte con otra persona.

Te das cuenta que el sonido de fondo de vuestra relación han sido constantes pilladas de mensajes, llamadas, quedadas, tonteos, rumores, y cosas que hasta tú misma has visto con tus propios ojos pero has decidido dejar de ver de forma voluntaria.

Y es en esta fase cuando aparecen tus celos, empiezas a sentir que pierdes absolutamente el control de tus pensamientos y de tus actos, y la desconfianza te habla cada vez que tu pareja hace algo que a ti no te termina de cuadrar.

Empiezas a buscar pruebas de que lo que piensas es verdad, revisas su móvil, sus redes, preguntas a la gente, etc. pero al final siempre es lo mismo, “bueno, puede que lo esté exagerando todo” “puede que si yo me esforzara mas esto dejaría de pasar”.

Y es en este preciso instante cuando ya todo se termina de joder para ti, porque piensas que la responsabilidad de esto es tuya y solo tuya, que puede que él busque todo esto fuera de vuestra relación porque a ti te falta algo, o porque tú no le das todo lo que puedes.

¿Sabes qué pasa llegadas a este punto?

Que hace rato que tu autoestima desapareció, porque llevas metida en esa situación demasiado tiempo y al final tus fuerzas y energías se han dedicado tanto en mirarle a él, en ponerte en su lugar, en pensar que, como él está pasando por esa mala situación es mejor pararlo todo para cuidar de él.

Es aquí donde has caído en esa gran trampa, pensar que él que requiere de cuidados y especial atención es tu pareja, porque en muchas ocasiones él te lo hace saber o sentir y te sorprenderías de lo relativamente sencillo que es olvidarse de una misma.

Es aquí donde se genera la dependencia emocional , esta es realmente característica y se basa justo en eso, en anteponer todo de la otra persona antes que a mí misma, y muy caracterizada por la justificación.

Lo malo de la dependencia emocional es que por lo general va a más si no haces nada por pararla, y llegados a cierto momentos de nuestra vida, es momento de tomar las riendas de la situación, porque si no ella acabará contigo créeme.

Pero seré muy clara contigo, la dependencia emocional no se puede trabajar con remedios y consejos “mágicos” y mucho menos de unos días para otros, si estas dispuesta a trabajarte esta parte de ti misma tienes que ser muy consciente que te metes en un proceso muy duro y algo largo, pero que será el único camino para mejorar.

No tienes por qué pasar por esto tú sola, busca apoyo en tu familia y amigos y háblales con franqueza, deja por un momento las justificaciones a un lado, y mira por lo que realmente necesitas.

En muchos casos este proceso se lleva mucho mejor con la ayuda de un profesional de la psicología, ya que te ayudará a comprender como se ha producido ese enganche, que factores del pasado y del presente lo han determinado y como aprender a corregirlos para que en tus próximas relaciones puedas identificarlo.

Aida Vallés Psicóloga especializada en Sexología y Terapia de pareja

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