La aDOSlescencia o cómo el bebé de mi casa manda más que nadie

 

Hoy se cumplen dos años y medio del nacimiento de la personita más importante del mundo para mí: Mi primera, única y muy deseada hija.

Hace un tiempo decidí ser madre soltera y tuve la gran suerte de conseguirlo.

Bueno, tuve suerte y todo el apoyo de mi familia, que es pequeñita pero bien amorosa y colaboradora. De hecho, debido a algunos problemillas que no vienen al caso, hace unos meses me vi en la tesitura de vivir de nuevo en la casa de mis padres. Así que mi niña y yo ahora compartimos habitación y el resto de la casa con sus abuelos y con la bisabuela. Lo cual ha sido sorprendentemente fácil y llevadero, pese a que no las tenía yo todas conmigo cuando nos mudamos.

Desde entonces hemos ido viendo juntos cómo mi pequeña pasaba de ser un bebé indefenso a una niñita que cada día es un poco más autónoma, independiente y hábil para comunicarse con los demás.

La aDOSlescencia o cómo el bebé de mi casa manda más que nadie
Foto de Anastasia Golubeva en Pexels

Es maravilloso ser testigo de esa transformación, todos los días nos sorprende con una destreza nueva o una nueva incorporación a su vocabulario. Verla crecer y desarrollarse me hace feliz, y me encanta que los abuelos puedan vivir esa experiencia conmigo.

Ahora bien, esta fase que hemos alcanzado se está poniendo delicada por momentos.

Yo no tenía ni idea de que tuviese un nombre, me lo descubrió una vecina que tiene un niño de la misma edad mientras poníamos en común los cambios que estamos notando en nuestros hijos.

 

La aDOSlescencia o cómo el bebé de mi casa manda más que nadie

 

Lo primero es que, de pronto, su palabra favorita ya no es ‘mami’ ni ‘osito’ ni ‘chocolate’.

Es NO. Se pasa el día con el NO en la boca. No, no, no, no, no. Esto no, eso no, lo otro no.

Incluso cuando quiere decir sí, lo primero que le sale es que no.

Pero eso no es lo peor.

Lo más exasperante es que, de unos meses para aquí, no hay día que no tengamos una docena de pataletas varias.

Es la aDOSlescencia, según me ha dicho la vecina. La aDOSlescencia o cómo el bebé de mi casa manda más que nadie.

Yo aun voy imponiéndome, pero a mis padres y a mi abuela… los tiene subyugados por completo. ¡Está hecha toda una dictadora!

La aDOSlescencia o cómo el bebé de mi casa manda más que nadie
Foto de Anastasia Golubeva en Pexels

Entiendo que ellos ya han criado a sus hijos y que no tienen el cuerpo ni las ganas necesarias para guerrear con ella y sus rabietas. Por lo que supongo que es lo más normal que todos opten por ceder a la política del terror de mi hija y se sometan a su voluntad. Aunque solo sea para evitar la pelotera, que para eso estoy yo.

Pero, madre mía, es que en algunas ocasiones me cuesta reconocer a mi hija en esa niña que se enrabieta por todo. Por ABSOLUTAMENTE TODO, de verdad.

 

La aDOSlescencia o cómo el bebé de mi casa manda más que nadie

 

Le da el berrinche porque no quiere bañarse y también porque no quiere salir de la bañera.

Porque quiere hacerlo todo sola y porque quiere que le ayudes. Porque quiere salir descalza a la calle y porque quiere dormir con las botas puestas.

O porque quiere el vestido y los pantalones, los cereales y las galletas, ir al parque y llevarse el cajón de los juguetes.

Porque le impones o porque le das a elegir.

Es una contradicción constante, no hay forma de acertar.

Al igual que los abuelos, yo también estoy tentada a veces de transigir y conseguir así tener algún día de paz, pero sé que no debo. Me limito a esquivar conflictos innecesarios. No son muchos, pero alguna movida que otra sí me voy ahorrando.

Por lo menos ahora sé que es una fase ‘normal’ del desarrollo de los peques que todos atraviesan en mayor o menor medida entre los dos y los cuatro años, aproximadamente.

De modo que, por un lado, estoy más tranquila desde que lo sé, me he informado y medio lo comprendo. Pero, por otro, se me ponen los pelos de punta solo de pensar que esto puede durar dos años más.

 

Leticia

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