Siempre hay un año que lo recuerdas porque sobre sale del resto y en mi caso fue el 2009. Me encantaría decir que fue porque ese año todo me salió todo bien, viví un montón de aventuras y tengo recuerdos positivos, pero no fue así exactamente.

Empecé ese período de manera rara y conforme se fueron acumulando los meses, la vida me daba sorpresas, pero cada una más desagradable que la anterior; pero he de decir que así aprendí a valorar más lo bueno y a ser más optimista.

He de admitir que sí que hay un recuerdo que siempre tengo en mente y es el regalo que me hizo una amiga por mi cumpleaños en esa fatídica época.

Este regalo se llama “La caja de Puck”, pero se puede cambiar el nombre si deseas preparárselo a alguien y personalizarlo algo más.

Para mí marcó un antes y un después y es algo que rememoro con nostalgia, cariño y empatía, porque sé que hay mucha gente a la que le podría venir muy bien algo así para subir la autoestima.

Este presente consiste en una caja de cartón mediana en la que tienes que poner 12 cartulinas tamaño cuartilla, que pueden ser del mismo color o de diferentes tonalidades, un boli y las instrucciones de uso.

En esas cartulinas, tienes que escribir en la parte de arriba un adjetivo que defina o destaque en tu amiga y debes dejarle espacio para escribir. Si hay doce cartulinas es porque tienes que poner 12 adjetivos y ella tendrá que hacer uno cada mes hasta que llegue su cumple al año siguiente.

Las instrucciones de uso son muy importantes. Tan solo tienes que explicar que se trata de un regalo para que se dé cuenta de quién es y valore todo lo bueno que hay en su interior y trate de incentivarlo cada día más.

Puedes enumerar los adjetivos de menor a mayor valor o ponerlos todos juntos. Pero sí que es importante que tú enumeres las cartulinas, porque así ella sabrá que la 1 es la que tiene hacer nada más recibir el regalo y la 12 la que hará el día que vuelva a ser su día especial.

Con el boli mágico que hay en el interior (si ponemos uno chuli con brilli brilli, unicornios o todo junto, será mejor) debe escribir cada mes, en el mismo día que ella nació, un recuerdo que tenga sobre esa virtud que se ha destacado en las fichas y luego, en la parte de detrás, debe ponerse un objetivo o una meta para poder incentivarla.

Puede parecer que es un regalo que quedará ahí tirado y no completará, pero no es así. Para que se pueda hacer en orden y sin trampas, unifica las tarjetas con un lacito o goma y pon en las instrucciones que no puede cotillear el resto de virtudes, sino que las tiene que ir descubriendo poco a poco para que se dé cuenta de lo mucho que vale.

Cuando se explicas este regalo, parece una soberana estupidez, pero os aseguro que te hace recordar cosas vividas que ya las tenías en el cajón del olvido. Pero, no es solo eso, lo más importante es que te hace ver que tienes atributos que ni siquiera valorabas y son muy importantes para seguir creciendo como persona.

Como bien os he dicho, el nombre de la caja es variable, pero en mi caso la nombraron así porque es una de las hadas de “El sueño de una noche de verano” y esta amiga siempre quiso que fuera algo inolvidable.