Vale, queridas mías, todas recordareis que escribí un post hace casi un par de semanas hablando de una cita que había tenido con un pavo al que había conocido a través de Adopta Un Tío, una aplicación pa ligoteal en nuestro amado siglo XXI. Bueno, por si no lo habéis leído aquí os llevo a él con todo mi papo. 

Básicamente lo que vengo a decir en él es que la aplicación es lo más, que aún no me he cruzado con ningún baboso y que encontré a uno entre tantos que me llamó especialmente la atención. Que quedé con él y que fue monísimo en todos los aspectos posibles y también prometí que si había segunda cita aquí me tendríais dispuesta a contaros cada detalle, bueno y malo, porque si una es algo: es sincera.

Pues bien, el caso es que volvimos a quedar y si bien recordáis yo lo busqué pidiendo tres cosas: que fuera cocinitas, cervecero y seriéfilo. Pues en la segunda cita me planteó hacerme una cena a ciegas, no sé si habéis leído la pedida de mano de mi hermano a su novia, pero básicamente él se lo pidió así, con una cita falsa que se basaba en tener una cena a ciegas. O sea, que aquí mi marido en potencia además de ser cocinero, cervecitas y amante de las series pues resulta que también es detallista, porque se ha dedicado a leer mis posts en la web y yo pues me derrito un poco, para qué nos vamos a engañar.

Quedamos en su casa porque me iba a preparar una cena en la cual yo tenía que comer con los ojos cerrados, la idea es que a través del olfato y saboreando descubra qué ingredientes lleva cada bocado sin llegar a verlos. O sea, aquí tenéis a una señora que se ha presentado a MasterChef (y se ha quedado en la fase final, la de antes de la tv), que ama la comida por encima de todas las cosas y que nada le puede parecer más increíble que quedar con alguien pa lo que viene ser: comer.

La cita me pareció un planazo, que el chaval es lo más, que cocina que te mueres y que me reí como en mi vida. Que sí, que ya lo sé, que yo me estoy riendo siempre, pero cuando quedas con un señor desconocido con el que sabes que puede haber temaquetequema pues una quiera o no se pone medio nerviosa y con él no me pasó ni un poquito. Fue todo tan fácil y tan cotidiano que de verdad yo lo adoptaba para toda la vida.

Nos estuvimos riendo de mi ingenioso paladar que detectaba sabores donde no los había, que se inventaba productos que no existían y que definitivamente está hecho para saborear la comida de alta cocina, pero no para saber de qué está hecha. Una no es perfecta, lo siento.

También os digo que el muy desgraciado me dio un trozo de pan con nocilla, paté y chorizo que la madre que lo parió. Menudo vacilón. Encima ahí estaba yo, intentando fingir que estaba buenísimo y con ganas de vomitarle el salón mientras me limpiaba los restos con la maldita venda de los ojos. Al final el muy malo me confesó que era una broma y ya pude quitar la cara de subnormal, de verdad, qué mal se me da fingir que me gustan cosas que no me gustan.

Que la cita fue maravillosamente, que estuvimos hablando mil horas otra vez y claro, como no podía ser de otra manera, esto no es un cuento ni una película y la realidad te golpea en la cara cuando menos te lo esperas. En medio de todas las desvariaciones que estábamos teniendo acabamos hablando de su ex, de la cual está profundamente enamorado y a la que todavía no ha podido olvidar.

Que tampoco hay tanto drama y ya sabéis que a mí me gusta que las personas sean sinceras y directas, sobretodo cuando de estos temas se habla porque así todos sabemos desde el principio a lo que vamos y nadie se pierde por el camino. De verdad de corazón que aprecio infinitamente la sinceridad, porque yo soy muy de montarme películas que ni Quentin Tarantino y a mí me das con la realidad en la cara y me viene todo divinamente.

Al final de la cita perfecta vino el estar hablando casi dos horas de su ex, del daño que le había hecho, de cuánto la quería y de cuánto le estaba costando olvidarla. El chaval se notaba que necesitaba hablarlo con alguien, porque según me dijo nunca es capaz de hablar a corazón abierto y qué queréis que os diga, a mí me flipa que haya decidido que yo soy un par de oídos dignos. Que podéis pensar que soy una pringada, que a quién se le ocurre en una segunda cita pasarse más de la mitad del tiempo hablando de la ex del otro, pero yo es que donde haya un buen drama pues ahí que me quedo a vivir.

Más que una cita de pasión desenfrenada fue más como quedar con un colega a que te cuente sus penas, pero la verdad es que me lo pasé divinamente. El chico es lo más y a mí conocer a personas interesantes y con más de una capa emocional pues me parece perfecto.

¿Pero sabéis qué os digo? Que una segunda cita agridulce no es el fin del mundo, vamos, ni mucho menos, a mí el señorito me encanta y como me encanta, pues pienso ir a fuegote. Que en un mes su ex está fuera del mapa, así os lo digo.

Siempre he pensado que la vida es cuestión de actitud, somos adultos y sabemos lo que queremos, perfecto. Pues por eso mismo, como me molas mazo, pues haré algo al respecto. La próxima cita la organizo yo, así que agarraos nenas, que vais a flipar.

Pd: otra cosa más os voy a decir, yo aquí he venido a jugar, si el señorito no va a tope yo tampoco voy a ser imbécil, así que allá que voy. Señores de Adopta un Tío en Madrid, prepárense, que voy a por todas. O a por todos.

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