Hay días en los que no encuentro motivos para salir de la cama. Supongo que no estoy en mi mejor momento vital. En verano mi novio y yo lo dejamos tras 5 años de relación y él ha ido contando que le dejé por otro (bien), me acaban de bajar el sueldo (bien) y han operado a mi madre y el postoperatorio está siendo tremendamente complicado (bien). Al que dijo que “los problemas se solucionan con actitud positiva” le mandaba a tomar por culo.

Como decía, a veces no me apetece salir de la cama, pero hoy sí. Poco a poco he ido remontando y me he dado cuenta de que la felicidad no es mirarte al espejo y decir “hoy voy a ser feliz” como si fueses la jodida villana de Blancanieves hablando sola. Eso son magufadas. La felicidad es tangible, la felicidad viene de fuera, la felicidad es incontrolable, la felicidad es efímera, la felicidad es algo que no depende sólo de ti.

Soy feliz porque por fin, tras meses yendo fatal al baño, mi tránsito intestinal se ha regulado. “Qué grosera”, pensará alguien. Me-la-su-da. Cagar bien es lo mejor que te puede pasar y chiquis, no sé a vosotas, pero a mi el estrés y la ansiedad me joden viva. Si mi intestino está tranquilo me parece la señal más clara de que yo también lo estoy. Mens sana in tránsito intestinal sano  (¿o no era así la expresión?).

Soy feliz porque follo con ganas. A veces con chicos que acabo de conocer, a veces con chicos que ya conocía, a veces con mi Satysfier. Otras veces no tengo tanta suerte, pero por lo menos ya no finjo orgasmos.

Soy feliz porque ya hay Suchard en algunos supermercados y eso, amigas, me llena el corazón. Ojalá los señores de Suchard me hiciesen embajadora de la marca como las influencers con el maquillaje porque no hay otra persona en el mundo que ame tanto el turrón como yo.

No sé, chicas, soy feliz por muchas cosas que antes no veía. Era como si llevase unas gafas con un filtro en blanco y negro y todo a mi alrededor se distorsionaba. Eso sí, quitármelas no ha sido fácil y hay días que me despierto con ellas sin darme cuenta. Hace falta terapia psicológica, paciencia, apoyo de tus seres queridos y trabajo duro.

Si estás pasando una mala racha, pide ayuda por favor. Primero a tu familia y amigos, pero sé consciente de que a veces ellos no van a ser capaz de darte lo que necesitan por mucho que te quieran. Si notas que estás estancada y te falta algo, vete al psicólogo. Hay centros con precios asequibles para gente con sueldos bajos o sin trabajo e incluso asociaciones donde la atención psicológica es gratuita. La cuestión es buscar y no dejarlo pasar. Nuestra salud mental se merece TODO, no la menospreciemos.

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Redacción WLS