• La generación de los 27. Sin casa y rellenando el gel con agua.

 

Este año cumplí 27 años. Está bien porque no son ni 25 ni 30, te encuentras en la mitad de todo y en la mitad de nada, sientes que tienes tiempo para todo y a la vez las resacas empiezan a ser más duras. Hay gente de tu grupo de amigos que empieza a pensar en bodas e hijos mientras otros empiezan a echar de menos los 20.

El otro día, antes de una de estas resacas, cené con unos amigos y uno de ellos empezó a enumerar las ventajas de comprar un piso. El economista del grupo ni más ni menos, empezó a hablarnos de porque se había decidido a comprar uno: primero porque el dinero inmóvil pierde valor, que es lo que ocurre actualmente, segundo porque si después te encuentras en un apuro puedes alquilarlo y pagar la hipoteca, tercero porque no derrochas en un alquiler y cuarto porque siempre puedes volver a venderlo y pagar la deuda. Bueno, la verdad es que pintado así podría parecer lo más accesible del mundo; sin embargo, todos pensamos lo mismo al acabar la charla: ¿Para comprar un piso no hay que tener ahorrado el 20% de la vivienda?

Y aquí viene la segunda parte de la historia: mi visita al banco. Hace un mes fui a mi banco a actualizar los datos y de paso preguntar cómo de accesible era para mí pedir una hipoteca en la actualidad. Mi gestora accedió al sistema y me preguntó cuál sería el precio aproximado de vivienda que buscaría. Le dije que entre 70.000€ y 75.000€ y me hizo un rápido análisis de lo que podría pedir y a cuánto me saldría a pagar. En ese momento, un pequeño rayo de esperanza se abalanzó sobre mí y pensé que era alguien con posibilidades (quizá es lo que pretenden los bancos) hasta que escuché las recomendaciones que mi gestora tenía para mí.

Me explicó que podía acceder a un préstamo personal y utilizar ese préstamo personal para pagar el 20% de una vivienda y entonces solicitar una hipoteca. De esa forma, tendría dos deudas con ellos pero lo pagaría a 30 años y conseguiría una casa. En ese momento se me vino medio mundo encima, ese no era mi plan ni por asomo.

Pero es increíble pensar que alguien de nuestra generación sea capaz de ahorrar ni 20.000€ euros para dar la entrada de un piso, cuando seguimos exigiendo contratos indefinidos y sueldos dignos. Otra forma sería heredar una casa de un familiar o que te toque la lotería, no se que sale más caro, si pagar los impuestos de sucesión o pagar a hacienda un tanto del premio que te ha tocado.

Así que esa tarde me fui a casa valorando mucho mi pequeña habitación de alquiler, rezando para que no me la suban y pensando en qué argumentos le daría a mi amigo el economista para defender que nuestra generación necesita algo más que buenas ideas para tener un techo.

 

María G.G